Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 8 de marzo de 2003
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Política

Luis Martínez

Fuentes: política y literatura

Recién nos visitó en Oaxaca el escritor Carlos Fuentes para presentar su más reciente obra: La silla del águila. Una novela que trata de política, claro está, política a la mexicana. Fuentes dedica esta novela a su generación, a sus compañeros de Medio Siglo de la Facultad de Derecho de la UNAM. Se trata de una generación de mexicanos excepcionales, en la que sobresalen los maestros de esa época: don Manuel Pedrozo, don Mario de la Cueva -verdadero promotor de Medio Siglo-, José Campillo Sainz, don Jesús Reyes Heroles. Destacan Javier Wimer, Enrique González Pedrero, Porfirio Muñoz Ledo, Miguel de la Madrid Hurtado, Rafael Ruiz Harrell, Marco Antonio Montes de Oca, Sergio Pitol, Genaro y Gonzalo Vázquez Colmenares y Mario Moya Palencia, entre otros. Fue precisamente la generación a la que se incorporó Fuentes. Si algo cohesionó a estos jóvenes fueron las grandes ilusiones de que México tuviera un mejor destino; eran universitarios comprometidos con el país. Cincuenta años después sabemos que el horizonte se ha quebrado y no puede uno dejar de preguntarse cuándo se jodió el país. ƑFue con Díaz Ordaz?, Ƒfue con Echeverría?, Ƒfue con López Portillo?, Ƒfue con De la Madrid?, Ƒfue con Salinas de Gortari o fue con Zedillo? El proceso de descomposición ha sido constante. Todos los presidentes han padecido de una brutal esquizofrenia, más acusada en los tecnócratas. Tal vez sea cierto lo que Villa le comentó a Zapata: a mí se me hace que esta silla está embrujada. Aquí se cumple aquello de que el que la hace la paga y el que no también.

Me llaman la atención varios personajes de la novela; Lorenzo Terán dice: te ponen en el pecho la banda tricolor y te sientan en la silla del águila; es como si te hubieran subido a la montaña rusa. La silla del águila es nada más y nada menos que un asiento en la montaña rusa que llamamos la República Mexicana. Y es aquí donde no puedo dejar de imaginar a Lorenzo Terán como Arturo González Cosío, quien reclama la autoría de esta alegoría.

En la tertulia que recién hemos tenido nos comentaba Enrique González Pedrero algo que él ha dicho muchas veces: que el verdadero político de Medio Siglo no es otro que el mismísimo Carlos Fuentes, no sin antes ponderar la novela y la obra de Carlos, quien sabe, por voz del ex director de la Facultad de Ciencias Políticas, que en nuestro país nunca pasa nada de nada y cuando pasa, no pasa nada, de ahí que con un sentido weberiano acote: "la política requiere pasión y mesura, porque es una actividad que ofusca a los inteligentes y a los pendejos los vuelve locos".

De creerle a Ortega, la novela es uno de los pocos filones literarios que aún pueden rendir frutos egregios. La silla del águila lo confirma. Si bien es cierto que Carlos Fuentes es un inventor de realidades, también es un apasionado del sentido profundo de lo mexicano, como lo fueron sus maestros Alfonso Reyes, Octavio Paz y Salvador Novo. En La silla del águila se adentra en una exploración profunda, en los meandros y en las cañerías de la sociedad y la política. Dice uno de sus personajes: "hemos vivido con los ojos pelones sin saber qué es la democracia. De los aztecas al PRI, con esa pelota nunca hemos jugado aquí". Lo cual es entendible, porque importamos un piano y lo armamos marimba, pero en política las cosas son como son y así hay que aceptarlas, conocerlas, para que se pueda cambiar la realidad; hay que intentarlo.

La silla del águila es una invitación a realizar un viaje que, tomados de la mano de Carlos Fuentes, nos introduce en un "templo lento" para conocer una visión de México mientras la obra combina la maestría literaria con la sicología del mexicano. En tanto, Fuentes recurre a un poder de evidencia que hay en nosotros sus lectores.

La generación de Carlos Fuentes se formó al socaire de grandes transformaciones políticas y culturales de la sociedad de occidente: conoció la guerra fría, el boom latinoamericano, el triunfo de la revolución cubana, el Concilio Vaticano II, el Movimiento de Liberación Nacional, la intervención estadunidense en Vietnam, el asesinato de Kennedy, la presencia de Juan XXIII, el informe de Nikita Kruschev al pleno del PCUS, la presidencia de Charles de Gaulle, la revolución cultural de Mao, la masacre de Tlatelolco, la caída del muro de Berlín, el asesinato de Colosio y la desmesura autoritaria y autocrática de todos los presidentes de la República, sin hacer alguna excepción.

Carlos Fuentes, testigo de su tiempo, nos deja una novela que debe ser objeto de deleite, de estudio y de preocupación; con su lectura podemos fomentar un juicio crítico para acercarnos a la verdad efectiva de la cosa que dijera Maquiavelo.

Sólo a través de obras como La sombra del caudillo, Morir en el golfo y La presidencia imperial, entre otras, podemos comprender y acercarnos a la gestación de un México que merece mejor destino y mejor suerte, porque como dijera el poeta Jaime Gil de Viedma: "de todas las historias de la historia, sin duda la más triste es la de México, porque siempre termina mal".

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