Ana María Aragonés
El SIN se fue, pero...
De acuerdo con declaraciones recientes del presidente Vicente Fox, parecería que su posición en relación con el voto en el Consejo de Seguridad se está inclinando peligrosamente hacia Estados Unidos. Y, a menos a que uno piense que el Presidente lanzó el calificativo de "tirano" a Saddam Hussein porque desconoce las normas diplomáticas, parece que está cerca de pasar por alto los principios que han regido la política exterior de México.
ƑEstaría cambiando su posición por la posibilidad de firmar un acuerdo migratorio y esto explicaría que Bush haya incorporado en sus discursos algunas menciones en relación con ese tema, asegurando que la independencia del voto de México no tendría nada que ver? Habría que ser muy cuidadosos con las posibles buenas intenciones del presidente estadunidense, pues hay un acontecimiento que no puede pasarse por alto y que da una perspectiva distinta a la migración.
Ese hecho es que el Servicio de Inmigración y Naturalización (SIN) llegó a su fin el 28 de febrero a la medianoche para ser sustituido por un nuevo organismo creado por George W. Bush después de los atentados del 11 de septiembre: el Departamento de Seguridad Nacional (Homeland Security Department).
Esta decisión fue tomada por varias consideraciones. En primer lugar, se culpa al SIN de ser totalmente ineficiente para parar el flujo de migrantes indocumentados, pues bajo sus auspicios esta población se incrementó explosivamente en los pasados cinco años al elevarse a 7 millones. Por otro lado, se señala su incapacidad para deportar a los criminales extranjeros que, sin embargo, fueron remitidos a cárceles de Estados Unidos. Pero lo que al gobierno le pareció absolutamente inaceptable fue que el SIN hubiera enviado visas de estudiantes a dos terroristas, seis meses después de que murieran en los atentados del 11 de septiembre.
Si bien la desaparición del SIN, tal como comentó la abogada Angela Kelley, no hará derramar lágrimas a nadie, tampoco se puede saltar de gusto ante el nuevo organismo, pues es de temerse que simplemente se trata de sustituirlo con un muy "pobre primo", pero con mayor capacidad de control y, por lo tanto, presión contra los migrantes. Ahora el fenómeno migratorio se ve contaminado por la faceta terrorista y se le coloca dentro del espectro de la llamada seguridad nacional.
Se reforzarán tres áreas: protección fronteriza, aplicación de las leyes de inmigración en el interior del país y la tercera estará encargada de los permisos de residencia, naturalización y asilo. De acuerdo con Tom Ridge, director del nuevo organismo, los cambios se harán sentir con bastante rapidez en los aeropuertos internacionales y en los cruces fronterizos. Otra de las áreas que se reforzará, en la que supuestamente el SIN enfrentó los mayores fracasos, es la que tiene que ver con hacer cumplir las leyes migratorias a lo largo y ancho del país, para lo cual pasarán de 2 mil agentes con los que contaba el SIN a 14 mil, que incluyen tanto a personal del servicio de migración como de protección federal.
Ante este nuevo organismo, cuya esencia es controlar, detectar, fichar y deportar, no puede esperarse más que mayor presión sobre los trabajadores migratorios, tanto los que ya están laborando en Estados Unidos como los que tratarán de pasar por la frontera. Hay que recordar que la Operación Guardián puesta en marcha bajo el gobierno de William Clinton tuvo como resultado el incremento de las muertes de migrantes en la frontera y parece claro que ahora la situación se hace mucho más complicada.
Por todo lo señalado, la realidad choca con los posibles propósitos de Bush. Tanto una amnistía como un acuerdo migratorio se ven lejanos y no pasan por alinearse a Estados Unidos con un voto favorable a la guerra, sino por la presión que como país, desde la sociedad civil, el Congreso, los grupos de defensa de migrantes, intelectuales, todos juntos, hagamos para detener lo que se prepara como un muy grave embate contra los trabajadores migrantes.
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