Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 4 de marzo de 2003
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Política

Magdalena Gómez

El sinuoso camino del acuerdo para el campo

El proceso para lograr el Acuerdo Nacional para el Campo está cargado de malos augurios porque no parece haber sido suficiente la significativa movilización campesina del pasado 31 de enero. Ya sabemos que de la parte oficial hay escuela en eso de trivializar las movilizaciones sociales, y que cuando las circunstancias le aprietan firma acuerdos para luego incumplirlos.

No viene mal aprender las lecciones de San Andrés en Chiapas. Como proceso fue impecable, ya que abrió simultáneamente el diálogo social para la definición y precisión de la demanda indígena, manteniendo interlocución, e incluso hubo un estira y afloja con el gobierno federal. Ello implicó la negociación previa de un formato que permitiera este ejercicio inédito.

Ante este primer elemento encontramos que el esquema de foros que se ha desarrollado en el caso del campo producirá una relatoría que, en el mejor de los casos, enliste propuestas, destaque coincidencias y diferencias porque en contraste con San Andrés, acá han participado todos los sectores, por lo que difícilmente se pueden suponer coincidencias del movimiento El campo no aguanta más, ya no sólo con la Confederación Nacional Campesina, sino con el mismo Consejo Nacional Agropecuario y los funcionarios que expresan su ideología e intereses.

En los hechos, la negociación, si la hay, comenzaría cuando terminen los foros, pues en lugar de abrir con una disputa sobre el formato se hizo con un diferendo sobre el lugar en que se realizaría la primera mesa. Ubicadas en el terreno de los contenidos, las distintas posiciones decantarán sus propuestas y se supone que tendrían que definir del lado campesino una agenda común, con lo cual se moverán en el pantanoso terreno del "todo o nada" o el "poco y algo", cuestión nada sencilla, pues en la hora de las definiciones cada organización pondrá a prueba la congruencia de su trayectoria o la superación de la misma, como algunos consideran, de buena fe. ƑY qué lugar tendrán los seis puntos propuestos por El campo no aguanta más, por ejemplo, cómo traducirán su apartado 6, en el que hablan de que se cumplan los acuerdos de San Andrés?

Por lo pronto, en la mesa de legislación no se habló de que se requiere una reforma constitucional en materia indígena que abrogue la que dio al traste con la posibilidad de diálogo en 2001. Para el caso del TLC están claramente definidas las posturas contrapuestas; Ƒel heterogéneo sector campesino se mantendrá en la demanda que fue el motor que arrancó este movimiento, o aceptará prebendas inmediatistas?

Ya se ve el perfil de la propuesta oficial: está anticipando el anuncio del aumento a los recursos de Procampo, justo en tiempos electorales, y ya dio inicio, en Tapachula, Chiapas, a su "cruzada nacional por la seguridad jurídica en el campo", que no es otra cosa que la profundización del Procede y sus estrechos vínculos con el Progresa, sin que se aborden en serio los llamados focos rojos que están generando explosiones sociales en la Mixteca, para no ir más lejos.

El secretario Usabiaga ha señalado que el acuerdo se referirá sólo a los productores; respecto a los campesinos marginados del mercado ha definido que entran en el ámbito de la asistencia social.

Superado el escollo de los contenidos entra el problema de las previsiones para su cumplimiento. En San Andrés quedaron ambiguas porque aún faltaban otras mesas y el posterior truene de la voluntad oficial de diálogo hizo irrelevante la Comisión de Seguimiento y Verificación. Al respecto se ha llegado a insinuar que errores políticos de lado zapatista o indígena estarían en la base del "fracaso de la iniciativa de la Cocopa".

Aquí es importante evitar tirar al niño con todo y el agua sucia, pues si vamos a hablar de "fracaso" corre a cuenta del Estado. Sería un grave error de las organizaciones que parecen más congruentes, como las de El campo no aguanta más, que se tragaran esa rueda de molino y no advirtieran que negociarán con la misma clase política que firmó los acuerdos de San Andrés para luego incumplirlos, la misma que convirtió en irrelevante la enorme fuerza mostrada en la marcha del color de la tierra, la misma que se ha negado sistemáticamente a revisar la contrarreforma al 27 constitucional.

No olvidemos que el Poder Ejecutivo actual promueve iniciativas de reformas y luego se hace a un lado alegando respeto a la división de poderes. Así que para el terreno del cumplimiento es significativa la ausencia directa de los personeros del Poder Legislativo en las mesas del campo y la manifiesta contradicción entre altos representantes del Ejecutivo.

Por otra parte, mientras transcurren los discursos, perdón, las mesas, la amenaza de guerra contra Irak, los escándalos sobre los manejos de los Amigos de Fox y los propios del escenario electoral han provocado la inevitable marginación de la agenda del campo. En ese escenario se entrará en pocos días al cronograma de las decisiones. Ahí está el desafío.

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