Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 4 de marzo de 2003
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Política

VIENTOS DE GUERRA

Unas 3 mil personas presenciaron la comedia de Aristófanes en el jardín Centenario

La paz de Lisístrata cautivó en Coyoacán

JAIME AVILES

aragon_vasconselosY sucedió: en el tercer día del tercer mes del tercer año del tercer milenio, mientras visitaba más de mil tablados en 59 países del mundo, Aristófanes descendió al jardín Centenario de Coyoacán y con la fuerza de su Lisístrata congregó a 3 mil personas que durante una hora y 40 minutos siguieron su comedia maravilladas, riendo con sus agudos chistes, aplaudiendo su ingeniosa protesta contra la guerra, militando por la paz.

Desde las siete de la noche, una hora antes de que empezara la comedia, la gente abarrotó las sillas plegadizas que bajo un ancho toldo dispuso la delegación Coyoacán, y cuando Jesusa Rodríguez -directora y promotora del proyecto en el DF- empuñó el micrófono para dar la bienvenida y contar lo que estaba sucediendo en el resto del planeta, los espectadores se apiñonaban en los corredores paralelos al inmenso baldaquín e invadieron las jardineras enrejadas con tal de no perderse una línea de la obra.

''šChingue a su padre George WC Bush!'', clamó Jesusa y la gente respondió con una ovación. De inmediato las luces bañaron las mamparas de triplay forradas con papel kraft cara blanca, sobre las cuales Gonzalo Rocha había dibujado con grafito el coro de las mujeres a la izquierda del escenario, el de los hombres a la derecha y en el centro las siluetas de Lisístrata, Cleonice, Mirrina y El Viejo, sobre las cuales fueron abiertos agujeros ovalados para que asomaran a recitar sus papeles los integrantes del cuerpo actoral, que sostenían sus libretos con las manos a través de hoyos que, en el caso de los personajes masculinos, fueron horadados a la altura de los genitales, convirtiendo así los brazos en potentes y elocuentes miembros viriles, permanentemente erguidos a causa de la hambruna sexual.

Pese a los pocos ensayos, a la incomodidad que les suponía el hecho de sacar únicamente el rostro por esas angostas ventanillas, los intérpretes lograron que desde la primera línea la lectura fluyera con un ritmo sensacional, bien sazonado por los matices y contrastes que impusieron, llenas siempre de gracia, viejas lobas del arte escénico como Isela Vega, Margarita Isabel, Julieta Egurrola, Arcelia Ramírez y Sasha Sokol, en tanto que en el bando opuesto brillaron especialmente Tito Vasconcelos, con una solidez actoral a la altura del virtuosismo, y el carismático Jesús Ochoa, que sin duda se robó el corazón del público al que desternilló hasta las lágrimas durante la escena del ''hombre caliente'', que, desnudo en la cama y con los huevos azules a causa de la huelga sexual de su mujer, sufre una nueva privación por negarse a votar en la ONU en favor de la paz.

''Yo no sabía que los griegos fueran tan pinches albureros'', comentó un muchacho que vendía golosinas entre la multitud. Seres humanos de todas las edades, una señora en silla de ruedas en primera fila, niños que no lloraron ni sacaron del teatro a sus mamás, el público fue víctima de la prolongada hipnosis de los figurantes, para los cuales no era cualquier cosa estar ahí sabiendo que en otras latitudes y casi al mismo tiempo esos mismos papeles eran representados por Kevin Bacon, Julie Christie, Vanessa Redgrave y muchos célebres y universalmente conocidos histriones más.

Bajo un cielo delicioso, la asamblea -que ''por primera vez en la historia del mundo atestiguó cómo el teatro se levanta con las armas de la palabra en defensa de la paz'', como dijo Jesusa en el prólogo de la función- terminó con un compromiso, sugerido por Margarita Isabel, de ''no beber Coca Cola ni ver una sola película estadunidense'' durante los meses de marzo y abril. Pero si bien todo era jolgorio y aplauso, por ejemplo cuando se supo de otras Lisístratas que estaban presentándose en el interior del país -en Gómez Palacio, a cargo de Ofelia Medina; en Monterrey, por cuenta de María Eugenia Llamas, la entrañable Tucita de las películas de Pedro Infante; en Morelia, en el Guanajuato foxista-, la reunión cambió de tono cuando Jesusa habló de otra guerra.

''Hagamos algo, pronto y urgente, para detener esa guerra interna que lleva más de diez años en Ciudad Juárez, donde siguen muriendo mujeres sin que Vicente Fox ni la beata de Celaya, mejor conocida como Marta Sahagún, hagan algo por impedirlo'', afirmó, bravía, la Rodríguez. Enseguida puso a consideración del respetable la iniciativa de organizar ''una manifestación a la que todos vayamos encuerados y con manchas de tierra, como los cuerpos de las mujeres asesinadas, y lleguemos a la oficina de Martita a leer la Guía de padres'', pero aunque hubo muchos aplausos no se logró el consenso esperado y el asunto quedó en el aire.

Fue sorprendente, a este respecto, el abigarrado número de obras de teatro que se escenificarán estos días en diversos rumbos de la ciudad para presionar a la ''pareja presidencial'' en pos de una solución en Ciudad Juárez. Por último se recabaron firmas para una carta dirigida a Fox, con la exigencia de que vote contra Estados Unidos en la ONU, y antes de retirarse la gente brindó un cálido aplauso a los primeros diez escudos humanos mexicanos que mañana miércoles partirán hacia Bagdad. En el taxi de regreso al periódico, un viejo taxista que mostró su aprobación por el mensaje de Lisístrata dijo, pronto y reflexivo: ''A Bush yo creo que ya no se le para. Eso hubiera servido mejor en los tiempos de Clinton''.

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