Hussein, en un peligroso juego de concesiones
para evitar la guerra
BLANCHE PETRICH ENVIADA ESPECIAL
Bagdad, Irak, 3 de marzo. Cuando aparezca el sol
en Levante, este 4 de marzo, empieza el mhrum, primer mes del año
nuevo del Islam. De acuerdo con el Corán, los musulmanes tienen
prohibido hacer la guerra. Esto no significa que los iraquíes, sean
moros o cristianos, puedan olvidar que viven en un país rodeado
por más de 250 mil soldados de un ejército enemigo listo
para atacar.
El estado de alerta máxima para la población
sigue en pie y en todas las casas del país se cumple desde hace
varios días un plan nacional de construir en cada casa habitación
pequeñas trincheras de defensa personal y pozos familiares para
almacenar agua. En la capital esto apenas comienza, pero en las carreteras
hacia zonas rurales que rodean a Bagdad sí se ve, a lo largo del
trayecto, cómo los campesinos levantan pequeños montículos
de tierra, con un hoyo profundo en el centro y unos cuantos costales encima:
nada que espante el avance de un enemigo medianamente armado.
En
público y en privado se habla, como si fuera una certeza, de que
tarde o temprano el presidente de Estados Unidos, George Bush, apretará
el botón para echar a andar la mayor maquinaria de guerra que hasta
ahora se ha conocido.
El cierre de varias embajadas en las últimas semanas
parece ser una señal que se suma a esta fatalidad. Los últimos
encargados de las sedes diplomáticas de Turquía, Filipinas,
España, Portugal, Polonia y la oficina de intereses de Estados Unidos
hace días que apagaron las luces y se fueron. Muchas otras, la mayoría,
están abandonadas desde tiempo atrás, incluso algunas, como
la de México, no volvieron a abrir después de la guerra de
1991. Del llamado mundo occidental sólo permanecen, al pie del cañón,
los embajadores de Cuba, Rusia, Venezuela y el Vaticano. Este último,
sorpresivamente, se ha convertido en un factor decisivo en los tiempos
recientes.
Pero mientras llega la hora del ataque, el gobierno de
Saddam Hussein cumple desde hace tres días la más reciente
condición impuesta por las Naciones Unidas: destruir 200 cohetes
Al Samoud que, según insisten las autoridades iraquíes,
son armamento defensivo. El sábado pasado fueron inhabilitados cuatro
de estos cohetes que, sin la carga de tres mil kilos de explosivos, rebasaron
por 40 kilómetros el límite de un alcance de 150 establecido
por la ONU para empezar a considerarlos como "armas de destrucción
masiva". El domingo pasado fueron destruidos otros seis. Este lunes, otros
diez tuvieron que ser sometidos al paso de los bulldozers, que los
dejaron hechos hojalata. Los ochenta Al Samoud restantes también
tendrán que ser destruidos.
La noticia de que Irak tiene que deshacerse de buena parte
de su armamento de defensa en momentos en los que una agresión en
gran escala es inminente provoca, entre funcionarios y ciudadanos comunes
y corrientes, expresiones de preocupación e indignación,
de dolor incluso. "Es tan injusto que tengamos que destruir lo mínimo
que tenemos para defendernos. ¿Por qué no le piden lo mismo
a Israel, incluso a Turquía, a otras naciones que tienen un potencial
de destrucción mucho mayor que nosotros?", comenta un dirigente
del Partido Baas.
Lo cierto es que el ejército iraquí no es,
ni de lejos, una potencia militar en Medio Oriente. Dejando a un lado Israel,
que en términos de poderío militar es el robocop de
la región, Turquía es quien tiene el mayor potencial bélico.
Irán y Siria, vecinos de Irak y fuertes opositores a los planes
de Estados Unidos para con el régimen de Hussein, también
poseen ejércitos y equipamientos de más peso que el iraquí.
Las trampas de la astucia
Apenas una semana atrás, el tema de los Al Samoud
parecía que podía ser la chispa que hiciera explotar esta
crisis. Como en ocasiones anteriores, Hussein esperó hasta el último
momento, insistiendo en que no cedería a las condiciones de desarme
de la ONU. Con poco arte diplomático, Bush y su secretario de Estado,
Colin Powell, cayeron, una vez tras otra, en la trampa. En noviembre proclamaron
que la negativa de Bagdad a aceptar el retorno de los inspectores de la
ONU sería el detonante de la guerra. En el último minuto
antes de vencerse el plazo, Hussein cedió y dejó sin argumentos
a Washington.
La jugada se ha repetido tres veces más. Antes
fue la aceptación de la resolución 1441 del Consejo de Seguridad
y la autorización de los sobrevuelos de aviones U2 en la
zona de exclusión del sur. Ahora son los misiles. Y cada episodio
ha ido retardando el reloj de la ofensiva estadunidense.
En medios diplomáticos aquí se considera
que esta política fortalece la vía de la solución
pacífica abierta por Francia en el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas. En todo caso, amplía el compás de espera para el
pueblo iraquí, que vive con una espada de Damocles sobre la cabeza.
Pero hay otras opiniones. Hay quien califica de astuta
la política de Hussein y hay quienes apuntan a que es un arma de
doble filo, porque el presidente iraquí únicamente refuerza
con ello la idea de que sólo a base de presiones muy intensas -tan
intensas que han escenificado los mayores preparativos bélicos de
la historia- es capaz de acceder a desarmarse.
Si bien la artillería de defensa del ejército
tendrá que pasar bajo la aplanadora del bulldozer, en los
distintos sectores de la ciudad, a todos los niveles socioeconómicos,
en el campo y en la ciudad, se proclama a los cuatro vientos que "toda
la población está armada y lista para resistir".
A quien se le pregunte, en la calle o incluso en las altas
esferas del gobierno, confirmará que ha recibido entrenamiento militar
y que tiene a su disposición un arma. Son millones de Kalashnikov
y granadas de mano que están en poder de ciudadanos organizados
en distintas estructuras. Cada uno, cierta tarde de la semana, sabe que
tendrá que terminar temprano sus actividades cotidianas porque tiene
que acudir a sus prácticas militares.
Cada día, también, la principal noticia
en los periódicos oficialistas de Irak, los únicos autorizados
-el Iraq Daily, único que se edita en inglés; La
Revolución, órgano del partido Baas; La República,
órgano del Estado; Babel, privado, e Iraq, el diario
de la región autonómica kurda del norte-, registran en breves
líneas las reuniones que Hussein ha sostenido cada día con
los 18 gobernadores del país, los comandantes de las zonas militares,
el alto mando del ejército, los jefes de la guardia nacional, todos
estos actos para demostrar la unidad y cohesión de las fuerzas de
seguridad en torno al mandatario.
Bagdad prepara nuevo inventario sobre ántrax
y gas VX
Irak presentará un nuevo informe de sus inventarios
sobre el gas nervioso VX y ántrax antes del 10 de marzo, informó
este lunes el portavoz de la Organización de Naciones Unidas (ONU)
en Bagdad, Hiro Ueki. Esta decisión ocurre tras discusiones técnicas
entre el organismo mundial y los responsables iraquíes el domingo
por la noche sobre las formas de medición de las cantidades de ántrax
y de VX que los iraquíes habrían destruido unilateralmente
en julio de 1991. Además, un científico iraquí fue
interrogado en privado por los inspectores, con lo que ya son tres los
interrogatorios de ese tipo efectuados desde el viernes.
Mientras, seis iraquíes murieron y otros 15 resultaron
heridos en un bombardeo británico-estadunidense en Basora, al sur
de Irak, informó este lunes un portavoz militar en Bagdad a la agencia
oficial Ina. El bombardeo, efectuado durante la noche del domingo al lunes,
tuvo como objetivo "instalaciones civiles", afirmó el portavoz,
según el cual "la agresión provocó la muerte de seis
ciudadanos e hirió a otros 15". Los aviones, procedentes de bases
en Kuwait, efectuaron 71 incursiones en la provincia de Basora y en otras
localidades del sur, según el portavoz.
En Estados Unidos, el Comando Central había anunciado
que aviones de combate estadunidenses y británicos bombardearon
una serie de objetivos militares en el sur de Irak en reacción a
"actos hostiles" iraquíes. Cuatro centros de comunicación
fueron atacados cerca de Al Kut, unos 150 kilómetros al sureste
de Bagdad, y una instalación de defensa antiaérea cerca de
Basora, añadió el Comando Central.
De su lado, el ministerio británico de Defensa
rechazó que los objetivos de los bombardeos de este lunes hubieran
sido blancos civiles y subrayó que "hemos efectuado un exhaustivo
estudio de los daños causados y no hay ninguna evidencia de que
haya víctimas civiles".