La estrategia pretende, primero, quitar a la
CFE la parte más redituable del mercado
Fox insiste en privatizar la industria eléctrica
con un modelo fracasado
Al permitir a empresas particulares el abastecimiento
se reducirá la inversión pública en el sector La
acción devendría monopolio privado, advierten especialistas
de la UNAM y de Greenwich
DAVID ZUÑIGA
El gobierno de Vicente Fox sí busca la privatización
de la industria eléctrica pero, a diferencia de lo que intentó
Ernesto Zedillo, planea hacerlo con una estrategia gradual que ya ha fracasado
en otros países, señaló Leticia Campos Aragón,
investigadora de la UNAM y coordinadora del libro El modelo británico
en la industria eléctrica mexicana, que se presentará
hoy en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.
La
académica, especialista en el sector eléctrico mexicano y
coautora de varias obras sobre el tema, explicó que esta estrategia
gradual consta de tres etapas: primero, se permite que empresas privadas
puedan abastecer de energía a las industrias, lo cual le quita a
la Comisión Federal de Electricidad (CFE) la parte más redituable
del mercado, al mismo tiempo que se reduce la inversión pública
en el sector.
De esta forma, con mayor competencia, menos recursos y
menor inversión, la paraestatal sólo atendería a los
usuarios de menos consumo (llamados en el proyecto foxista "necesidades
colectivas básicas") y con el tiempo se volvería insostenible;
en tanto, los generadores privados tenderían a concentrarse en unas
cuantas empresas y con el tiempo se formaría un oligopolio o un
monopolio privado integrado verticalmente; es decir, no habría competencia.
"Si eso es lo que ya tenemos con la CFE. ¿Qué caso tiene
ponerse a experimentar con un modelo que ya fracasó?"
Más aún, advierte la investigadora, la propuesta
de Vicente Fox le quita al Estado la obligación de abastecer de
energía eléctrica a la población, sobre todo a la
de menores ingresos, y los privados no lo harán a menos que les
reporte grandes ganancias. En México, detalló, 80 por ciento
de los consumidores tiene un consumo promedio de apenas 80 kilovatios/hora
al mes.
Según
la analista, esta estrategia copia "íntegramente" el modelo aplicado
en 1990 en Gran Bretaña, donde no cumplió sus objetivos,
pues la creación de un mercado no derivó en competencia y
tarifas más bajas, sino en la concentración del negocio en
unas cuantas empresas. De hecho, sostiene, en la industria eléctrica
la ley de la oferta y la demanda no rige como en otros sectores, pues la
participación de varias empresas tiende a encarecer el servicio
en lugar de abaratarlo y pone en riesgo la soberanía del país.
Stephen Thomas, investigador de la Universidad de Greenwich
y coautor del citado libro, explica que el eje del modelo británico
fue la creación de un mercado eléctrico de mayoristas, de
una red de transmisión abierta a todos los participantes -operada
por una empresa distinta- y de un mercado minorista para que los usuarios
pudieran escoger a qué compañía pedir el servicio.
De esta forma, la industria se divide en cuatro segmentos: generadores;
compañías de transmisión y distribución; operadores
de redes locales, y comercializadores.
Los que menos riesgo corren en este esquema son las comercializadoras,
que sólo necesitan teléfonos y computadoras para comprar
y vender electricidad, sin necesidad de operar infraestructura. "En Inglaterra
tenemos cinco empresas integradas que generan, distribuyen y comercializan,
y tenemos seis compañías que sólo generan y están
en bancarrota. Los principales propietarios de plantas generadoras en Inglaterra
son bancos".
Campos Aragón sostiene que tanto el gobierno como
el sector privado han "inflado" las necesidades de inversión en
la industria eléctrica nacional, pues afirman que se necesitan aproximadamente
5 mil millones de dólares al año, cuando las necesidades
del país apenas llegan a 3 mil 200 millones, cantidad que se puede
cubrir con los remanentes de la CFE y de Luz y Fuerza si el fisco deja
de "ordeñar" a estas empresas. Además, las proyecciones oficiales
se basan en tasas de crecimiento económico de por lo menos 3 por
ciento al año, que no se han alcanzado en lo que va de este sexenio.
"Más bien pareciera que se busca hacer inversiones para que México
cubra las necesidades de electricidad de Estados Unidos".
Más aún, los inversionistas extranjeros
difícilmente vendrían a México aun con la apertura
del sector, pues debido a las quiebras de las empresas generadoras prefieren
quedarse en los países desarrollados, porque las inversiones son
muy cuantiosas y el riesgo muy alto. "Los inversionistas del sector energético
de Estados Unidos están quebrando porque no han podido entrar en
el mercado europeo. Sus acciones están en poder de los bancos y
éstos van a especular con ellas".
Campos
Aragón sostuvo que la estrategia de Zedillo -la privatización
inmediata- y la de Fox -la gradual- son las dos opciones delineadas por
el Banco Mundial como parte de las llamadas reformas de segunda generación,
que en México son conocidas como reformas estructurales y que serán
un elemento clave en las negociaciones sobre la deuda externa mexicana.
Propuestas del PRD y PRI
La obra incluye una comparación de las propuestas
de reforma eléctrica presentadas por el gobierno federal, el PRI
y el PRD. Sobre este punto, la investigadora señala que aun la propuesta
perredista contiene algunos puntos que permitirían la privatización
gradual de la industria, por lo cual los priístas tomarán
distancia para presentarse como los únicos que pugnan por la preservación
del sector eléctrico en manos del Estado; más aún,
uno de los puntos de su iniciativa es fusionar a CFE con Luz y Fuerza del
Centro para crear una sola entidad con autonomía de gestión.