Lucha libre, mentadas a Bush, mosh pit
y hasta Menudo hicieron su aparición
Entre fanáticos y bandita cool, Molotov
presentó su Dance and dense denso
Frijolero y Changüich a la chichona,
las rolas que más prendieron
JORGE CABALLERO
El miércoles por la noche el grupo Molotov presentó
su disparejo/ambivalente tercer disco original, Dance and dense denso,
en el Salón 21, ante unos 2 mil asistentes, entre los que figuraban:
fanáticos, músicos, bandita cool, ejecutivos y especialistas
musicales y reporteros. Una noche donde hubo muchos beats, slam
dance, lucha libre profesional que se llevó el bando rudo (cómo
debió de ser), transpiración de lascivia color pastel a la
derecha e izquierda, arriba y abajo; además, por supuesto, hubo
caudales de tequila y cerveza.
La
dispareja/ambivalente presentación de La Molocha, como se
autonombra el grupo, se resume en las respuestas de Sergio que a la pregunta
de qué le parecieron los nuevos temas de la banda, él permaneció
callado, después de insistir responde: "Pues ya te dije, ¡bien
chingón!", Sergio tenía los ojos inyectados en sangre; y
en la adolescente que al término de la presentación parada
en el centro de la pista lucía desconsolada/decepcionada: "No me
gustaron... como que cambiaron"; no dijo más porque estaba evidentemente
triste. Bueno, ni la línea que tiró el productor del disco
Gustavo Santaolalla al presentar a la banda satisfizo a todo el personal,
"este es un hito en la carrera de Molotov, es un disco muy vasto". Lo que
sí provocó el consenso de todos fue el discurso antibélico:
''Hay que estar en contra de una guerra ridícula, de la cual ninguno
de nosotros somos parte"; eso sí provocó mentadas de madre
con dedicatoria al huésped de la Casa Blanca.
Desde el inicio de la celebración el sonido Apocalypshit
animaba la fiesta con canciones de Menudo y Alberto Vázquez, hasta
los Pasteles Verdes y Veni Vidi Vinci y demás melodías pinchísimas
con dedicatora especial para la bandita cool. A las 11 de la noche
comenzó la lucha libre; la dupla ruda integrada por Súper
Comando y el Coreano dieron cuenta de los técnicos Selta y Sombra
de Plata; en el encuentro estelar Súper Astro y Estrella sucumbieron
a las burdas maniobras de Hooligan y Sangre Azteca. Después transmitieron
a través de las pantallas de los extremos del escenario el EPK de
ocho minutos donde Molotov explica el contenido de cada una de sus nuevas
rolas.
Todavía no acababa el EPK cuando los músicos
estaban tomando sus posiciones en sus instrumentos, el público los
descubrió y comenzó la celebración, bueno hasta los
de zona VIP, quienes hasta el momento habían estado sentaditos,
se pararon. El escenario estaba cubierto con sábanas ensangrentadas.
Los Molotov salieron con playeras negras, la de Tito decía Tururú;
Rostro, se leía en la de Randy; la de Miki rezaba Lépero,
y en la de Paco la emblemática palabra de Mauricio Garcés:
Arroz; estuvieron apoyados por un quinto elemento, una guitarra para ser
precisos, lo que los hizo sonar bien macizos.
Los Molo tocaron casi todas las rolas de Dance
and dense denso, en ''Que se lo ponga'' los acompañó
Gustavo Papi Santaolalla en la voz y en ''Hit me'' o ''Gimme
the power 2'' tocando la lira. En diferentes momentos del concierto de
una hora el mosh pit se prendió, bueno sólo un poco,
y por momentos subió de intensidad, también sólo un
poco. El cuadrilátero fue tomado para ver mejor la actuación
de Molotov; otros no prestaron mucha atención y la barra continuaba
hasta su madre, era lógico, era libre.
Lo mejor llegó con ''Changüich a la chichona'',
donde todos los que pudieron se aferraron a sus morras y otros,
siguiendo al pie de la letra la canción, a las glándulas
mamarias de sus acompañantes, última canción entonada
del nuevo disco; otro momento uniforme fue al interpretar ''Frijolero'',
debut de Miki en la batería y cuyo estribillo "no me llames frijolero
pinche gringo puñetero", hermanó al auditorio. Algunos
fotógrafos y camarógrafos mostraron su profesionalismo trabajando
dentro del mosh pit.
Después tocaron viejas canciones como ''Rastamandita''
y ''Puto'', donde siguió la misma tónica que imperó
a lo largo del concierto. Tito se despidió: "En este tiempo de Pascua,
güevos a Bush"
Una presentación de extremos donde algunos de los
asistentes sí bailaron, otros sólo movieron tímidamente
los pies; unos lo padecieron, otros lo gozaron hasta la saciedad; unos
no se salieron del mosh pit, otros no prestaron mucha atención;
pero definitivamente nadie se vio demasiado denso.