Conferencia de la especialista por los 40 años
de Los recuerdos del porvenir
Elena Garro, artífice de una mirada intimista
de la Revolución: Glantz
Salvo Nellie Campobello, ninguna otra escritora mexicana
se le equipara, opina
Con igual rigor analiza el papel ''de los carrancistas
y la arbitrariedad de los cristeros''
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
En 1963, la naciente Editorial Joaquín Mortiz publicó
por primera vez una de las obras maestras de las letras mexicanas, Los
recuerdos del porvenir, de Elena Garro (1922-1998), libro que a lo
largo de estas cuatro décadas ha obtenido creciente reconocimiento
dentro y fuera del país. Sin embargo, la personalidad controvertida
de su autora aún enturbia la apreciación objetiva de la importancia
y de los valores literarios de su obra. De esos valores habla en entrevista
Margo Glantz, escritora, crítica literaria y una de las principales
estudiosas del trabajo de Garro.
Luego de incontables lecturas de su obra y de múltiples
conferencias y cátedras al respecto, Glantz considera que, con excepción
de Nellie Campobello, no hay otra escritora mexicana que se equipare a
Elena Garro.
-¿Cuál es la principal aportación
o en qué radica la importancia de Los recuerdos del porvenir
para las letras mexicanas?
-Elena Garro hace un tipo de literatura que de alguna
forma empezó con Juan Rulfo, pero es al mismo tiempo totalmente
distinta y muy original. Ella inaugura una nueva lectura de la Revolución
Mexicana, una lectura femenina. Los recuerdos del porvenir y Felipe
Angeles (donde hace otro tipo de escritura) tienen en común
una visión contraria de quienes ganaron la Revolución, los
carrancistas, y una defensa de los que la perdieron, de Felipe Angeles
y de los villistas en general. Es una cosa muy evidente en el texto, pero
también tiene una forma de organizar la escritura completamente
novedosa. Con gran inteligencia narrativa y capacidad extraordinaria para
crear imágenes y personajes.
Reconocimiento soslayado
-Y
en tanto que visión femenina de la Revolución, ¿cuáles
serían sus aportaciones? ¿Qué nos haría ver
distinto de lo hecho por los escritores?
-Bueno, trabaja desde una intimidad mucho más delicada,
puesto que es femenina. Su mirada revela desde la intimidad lo que va sucediendo,
cosa que le pasa también a Nellie Campobello. Aunque Los recuerdos
del porvenir pueda acercarse a lo épico, no tiene la intención
épica que sí tiene La sombra del caudillo, Vámonos
con Pancho Villa, Los de abajo o El águila y la serpiente.
Más bien, desde la intimidad observa cómo irrumpe la Revolución
y convulsiona el universo cotidiano. Eso es muy importante. Es una visión
desde la alcoba, desde el comedor, desde los juegos de los niños.
Cómo un acontecimiento guerrero distorsiona y rompe con la aparente
armonía de lo cotidiano, de lo tradicional; cómo se acaba
con el pueblo, con las grandes familias, cómo se altera el esquema
de la tenencia de la tierra, pero todo desde la mirada de las mujeres.
-¿Ya son reconocidos unánimemente los valores
literarios de la esa novela, más allá de cuestiones políticas
o ideológicas?
-Y también de cuestiones personales, por sus problemas
con Octavio Paz. Creo que se debe tomar en cuenta que Elena Garro tuvo
a veces posiciones políticas muy desafortunadas; era reaccionaria
en muchos casos, pero a un tiempo muy liberal también. Esas contradicciones
son clásicas de ella. Quizá en México todavía
no estemos exentos de la violencia política, personal, de las relaciones
que tuvo con Paz y con el movimiento del 68, lo que empaña la lectura
de su obra. Más cuando uno lee, por ejemplo, los diarios que acaban
de publicarse en parte, Patricia Rosas Lopátegui, Yo sólo
soy memoria, en los que publica textos de Garro bastante siniestros,
por su visión del mundo y de las personas. A uno le pueden hasta
repugnar, pero como personaje es extraordinaria y como escritora es fundamental
en la literatura mexicana. Con excepción de Nellie Campobello, creo
que no hay ningún otro personaje femenino que se equipare con Elena
Garro. Son dos escritoras extraordinarias, de una gran importancia, pero
que no han sido suficientemente reconocidas como sí se reconoce
a Martín Luis Guzmán (La sombra del caudillo) y a
Mariano Azuela (Los de abajo). Aunque en el ámbito internacional
Elena sí es muy conocida; hay que ver, por ejemplo, el Diccionario
de Escritores que hizo César Aira, donde ella ocupa un lugar
primordial.
-También se ha calificado a Los recuerdos del
porvenir como novela ''reaccionaria". ¿Qué opina al respecto?
-Garro plantea los desmanes que comete un grupo revolucionario
que se aloja en un pueblo de México. Pero también muestra
la precipitación y la absurda conspiración cristera, la inutilidad
de esa rebelión. Creo que revisa con igual rigor a los revolucionarios
carrancistas, totalmente arbitrarios, como la arbitrariedad religiosa de
los cristeros, que provocan una matanza.
Lectura exitosa entre los jóvenes
El pasado miércoles Margo Glantz ofreció
en el Palacio de Bellas Artes una conferencia conmemorativa de los 40 años
de Los recuerdos del porvenir. Se centró fundamentalmente
en el papel que ocupa la muerte dentro de la novela que, justamente, empieza
con un pueblo como personaje, sentado sobre el epitafio que cubre la tumba
de la protagonista, Isabel Moncada, y cuenta cómo una comunidad
se destruye totalmente hasta la desaparición. ''Me interesa mucho
-dice Margo- ver cómo estéticamente se logra crear ese problema
que es tan importante en la narrativa mexicana, sobre todo en la novela
de la Revolución; es un tratamiento muy diferente del que hace Rulfo,
por ejemplo".
-¿Esta novela es sólo resultado natural
del talento narrativo de Garro o percibe usted detrás una concepción
teórica bastante profunda y madurada sobre la literatura?
-Una gran narradora implícitamente propone una
estética y una poética que adquieren un valor teórico
si uno lo trabaja con cuidado. Pero lo que más cuenta es cómo
se ejecuta esa estética narrativamente, con palabras, ya en el terreno
de la ficción.
-¿Cuántas veces ha leído usted la
novela y cuál ha sido su relación con ella como lectora?
-La he leído muchísimo, porque la he enseñado
muchas veces en clase. La enseñé en la UNAM, he dado cursos
en el Centro de las Artes, he leído sobre Elena Garro en España
y he trabajado sobre ella en las universidades de Princeton y de Harvard.
Es una lectura que ha tenido mucho éxito con los muchachos.
-¿Cómo la ha ido percibiendo en cada lectura?
-Siempre se renueva la impresión de sorpresa muy
grata, de emoción ante algo fascinante, muy bien escrito; ante la
poderosa figura de quien la escribe, porque era una mujer muy poderosa,
muy contradictoria, muy loca, muy latosa. Una ''partícula revoltosa",
como ella decía.