"Menos guerra y más ecología"
le reclaman al jefe del gobierno español durante la marcha
Miles de afectados por el Prestige exigen la
renuncia de Aznar
Cien días después "nuestras playas siguen
contaminadas y el derrame de combustible no cesa"
"Somos gente de mar y venimos a exigir solución
para nuestro futuro", señalan pescadores
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 23 de febrero. A cien días del hundimiento
del buque petrolero Prestige, que derramó en las costas gallegas,
cantábricas, vascas, asturianas, portuguesas y francesas 77 mil
toneladas de combustible, provocando la peor catástrofe ecológica
en la historia de Galicia y España, decenas de miles de personas,
sobre todo gallegos, reclamaron hoy en Madrid "soluciones" y la dimisión
del gobierno gallego y central, cuando aún sigue llegando petróleo
a esas costas.
La manifestación se da en momentos en que el entusiasta
apoyo del presidente del gobierno español, José María
Aznar, a la política belicista de Estados Unidos, le cuesta al gobernante
no sólo críticas de la oposición, cuando el líder
socialista José Luis Rodríguez Zapatero dijo hoy que Aznar
se comporta como "capataz" de George W. Bush y que su intención
es "ponerse en primera línea de apoyo a Bush, rompiendo el consenso
europeo", sino también de la prensa conservadora.
Así,
El Mundo consideró que Aznar "se ha desmarcado de nuestros
principales socios europeos, del mundo árabe con el que tradicionalmente
había tenido una magnífica relación y de las naciones
de Latinoamérica, recelosas de los planes de Bush". Un sondeo publicado
en el diario revela además que en las elecciones municipales de
mayo, el gobernante Partido Popular está casi dos puntos por debajo
del Partido Socialista Obrero Español, y que la imagen de Aznar
es mala según 40 por ciento de los entrevistados, frente a 31 por
ciento que lo apoya.
Las calles del centro de Madrid han sido escenario en
las últimas semanas de gigantescas manifestaciones de protesta contra
el gobierno: si la semana pasada dos millones de personas expresaron en
esta capital su rechazo a la guerra contra Irak, este domingo una multitud
indignada exigió "dimisiones" y "responsabilidades políticas"
por el desastre del Prestige.
Aunque también hubo llamadas contra la guerra en
las consignas, entre las que destacaban: "Aznar, menos guerra y más
ecología"; "El del bigote, que limpie el chapopote"; "esto nos pasa,
por un gobierno facha" , "Aznar, cobarde, Galicía está
que arde".
Millón y medio de personas, según la Plataforma
Nunca Máis que convocó a la marcha, "algo más de cien
mil" de acuerdo con el gobierno, protestaron por la "incompetencia" del
Ejecutivo, al que acusaron de poner en marcha una "campaña de criminalización"
contra esta asociación de afectados por el derrame.
"Nosotros venimos de una tierra de marineros, somos gente
de mar y exigimos una solución para nuestro futuro", explicó
una de las cientos de pescadoras gallegas que llegaron a Madrid para denunciar
que las "playas siguen contaminadas" y que todavía es latente la
amenaza de las 40 mil toneladas de combustible almacenadas en la proa y
la popa del buque, hundido a unos 3 mil 700 metros de profundidad.
El Prestige, un buque con bandera de conveniencia,
se hundió en noviembre tras partirse en dos. El derrame tiñó
de negro la Costa da Morte y las Rías Altas y Baixas de Galicía,
pero también llegó a la cornisa cantábrica, con lo
que Asturias, Cantabria, el País Vasco y el sur de Francia también
se convirtieron en víctimas del desastre.
Expertos, opositores y el propio capitán del Prestige
sostienen que la decisión del gobierno gallego de alejar el barco
de la costa cuando aún estaba a flote, en lugar de llevarlo a puerto
para proceder a su limpieza, provocó la catástrofe.
Y al suceder ésta, el gobierno brilló por
su ausencia. El mayor peso de la limpieza de las costas y del mar lo ha
tenido la sociedad civil (más de 200 mil personas han formado el
ejército de voluntarios), que se ha organizado en torno a las Cofradías
de Pescadores que han intentado evitar que el petróleo siga llegando
a sus costas, muchas veces con métodos rudimentarios.
Precisamente fueron los pescadores gallegos afectados
los que decidieron, a cien días del siniestro, recorrer mil 400
kilómetros en un día para exigir la renuncia de varios miembros
del gobierno, entre ellos el presidente de la Xunta de Galicia, Manuel
Fraga; el vicepresidente primero del gobierno español, Mariano Rajoy;
el ministro de Fomento, Francisco Alvarez Cascos; el de Medio Ambiente,
Jaume Matas, y la comisaria europea de Transporte, la española y
también miembro del derechista Partido Popular (PP), Loyola de Palacio.
En un ambiente festivo, con el sonido de las gaitas y
los tambores, la multitud repitió por las calles de Madrid: "nunca
máis", convertido en auténtico grito de guerra de los gallegos,
pero también asturianos, vascos, cantábricos y madrileños.
"Queremos conocer la verdad, exigimos responsabilidades", decía
la pancarta de la cofradía de pescadores.
Desde las bocinas de un enorme camión montado como
buque encallado se recordaba que, mientras el buque se hundía, Fraga
y los ministros de Fomento y Medio Ambiente se encontraban de cacería.
La manifestación -a la que acudieron representantes
sindicales, de organizaciones no gubernamentales y de todos los partidos
políticos, con excepción del PP- formó durante más
de cuatro horas una columna de banderas de Nunca Máis desde la Puerta
del Sol hasta la estación de Atocha.
Un mar de almas
"Aquí os traemos este mar de almas contra esta
burla negra", manifestó uno de los voceros de la Plataforma, que
pidió dos minutos de complicidad a los centenares de miles de personas:
uno, de silencio "para pensar en el mar herido" y otro minuto "de abucheo
para este gobierno incompetente".
Los actores Juan Diego Botto y Luis Tosar leyeron el comunicado
de la Coordinadora de Madrid de Solidaridad con Galicia, en el que señalaron
que el desastre del Prestige es "un hito más en una larga
lista de desastres", ocasionados en gran parte por la "falta de medidas
preventivas", al tiempo que denunciaron "la escasez de recursos, la incompetencia
del gobierno y la manipulación informativa".
Pero consideraron "particularmente indecente la campaña
de criminalización contra la Plataforma Nunca Máis", y pidieron
que se declare a Galicia zona de catástrofe para que lleguen los
recursos necesarios.
Un voluntario catalán que tomó la palabra
explicó: "nosotros no llevamos ninguna bandera política,
lo que nos mueve es nuestro amor a la naturaleza y por eso queremos denunciar
que es falso que la costa esté limpia. Falta mucho para eso. Y basta
ya de que el gobierno intente acabar con este movimiento solidario, por
eso gritamos nunca máis".
Francisco Iglesias, patrón mayor de la cofradía
de O Grove, quien estuvo en huelga de hambre por la falta de respuesta
del gobierno, señaló por su parte que "la catástrofe
sigue ahí, nuestras costas siguen contaminadas por ese maldito chapopote
y venimos a exigir que nos devuelvan nuestro mar limpio. Queremos seguir
siendo pescadores, mariscadores, percebeiros y no eternos recolectores
de chapopote, que es a lo que nos hemos dedicado los últimos meses".
Ester Rivas, de Cabo de Cruz, preguntó indignada:
"¿Qué pasa con la limpieza de los fondos marinos, con la
construcción de buques anticontaminantes, con la cobertura social
digna para los afectados?". Después de agradecer el apoyo del pueblo
madrileño y de pedir un aplauso para los pescadores que luchan contra
la marea negra, explicó: "No estamos dispuestos a soportar más
desprecios, más manipulación y más mentiras, como
hemos venido haciendo desde el 11 de noviembre".
Ante la campaña del gobierno contra Nunca Máis,
contra la cual el propio Fiscal del Estado ha presentado una querella,
se explicó que esta Plataforma es "una organización cívica,
abierta, democrática y formada por afectados de, como decimos ya
nosotros, el mayor atentado que se ha hecho contra el planeta. Queremos
vida, no guerra, por la democracia: Nunca Máis."
Por último, el escritor gallego Manuel Rivas, a
quien presentaron como "eterno agitador de almas", manifestó en
el comunicado final que su exigencia es "la apertura de una investigación
y depuración de responsabilidades por la actuaciones del gobierno
español y de la Xunta de Galicia.
"Los voluntarios, ellos son los que han limpiado las playas
y las costas contaminadas en Galicia, pero traemos aquí a Madrid
una nueva denominación de origen: cien por ciento dignidad. Ya que
nos mueve la exigencia moral y ética, por eso decimos nunca máis
al tráfico de mercancias peligrosas, queremos proteger nuestros
mares. El gobierno ha actuado tarde, mal y a rastras, ya que cuando se
ha logrado algo ha sido gracias al empeño del pueblo gallego", concluyó.