José Steinsleger
¿Goni es el siguiente?
En julio de 1953 un médico argentino de 25 años
que de día se gana el pan como puede y de noche cumple turnos de
guardia en el Palacio Quemado (presidencial), escribe a su madre desde
La Paz: "Me pregunto cuál será el futuro de esta revolución.
La gente en el poder fumiga con DDT a los indios para despojarlos provisionalmente
de las pulgas, pero no resuelve el problema esencial de la proliferación
de los insectos".
Simultáneamente, un estudiante boliviano de 23
años residente en Estados Unidos, estudia filosofía y literatura
inglesa en la Universidad de Chicago, ciudad donde se enteró de
la toma del poder por el Movimiento Nacionalista Revolucionario
(MNR), liderado por Víctor Paz Estenssoro (abril de 1952).
Ambos jóvenes llevan apellidos del patriciado:
Ernesto Guevara de la Serna Lynch y Gonzalo Sánchez de Lozada y
Sánchez Bustamante. Al Che, aún no le dicen así.
Al otro, hijo de una prominente familia de Bolivia vinculada al MNR, le
dicen Goni.
Las tres medidas fundamentales más o menos cumplidas
por el MNR durante sus gobiernos (1952-64) fueron la nacionalización
de las minas, la reforma agraria y el voto universal que incorporó
a la vida política a 3 millones de campesinos que por ser analfabetos,
no votaban. Pero la dependencia del país hacia los monopolios del
estaño instalados en el extranjero fue un serio obstáculo
para la nacionalización plena.
El MNR reveló una incapacidad completa para construir
los hornos de fundición que necesitaba para concretar su independencia
minera. Capituló lisa y llanamente ante la presión de Estados
Unidos y rechazó ofertas formuladas por la Unión Soviética
y Checoslovaquia para instalar hornos en Oruro.
En octubre de 1967 el Che murió en las montañas
de Bolivia, tal como tres años antes lo había anunciado ante
el pleno de la ONU: "Por la liberación de cualquiera de los países
de América Latina, sin pedir nada a nadie, sin exigir nada, sin
explotar a nadie..." En cambio, Goni recorrió el camino inverso:
se hizo hombre de negocios, fundó empresas y adhirió al credo
neoliberal. Durante la tercera presidencia de Víctor Paz Estenssoro
(1985-89), Goni ejecutó un férreo plan de privatizaciones,
revirtiendo el decreto de nacionalización de las minas que el líder
histórico del MNR firmó en octubre de 1952, con una pluma
de oro regalada por los mineros bolivianos.
En 1990, Goni fue elegido jefe nacional del MNR,
en sustitución del anciano Paz Estenssoro (fallecido en junio de
2001). Y en 1993 alcanzó la presidencia, imponiéndose al
sanguinario ex dictador Hugo Bánzer (fallecido en mayo de 2002)
y su aliado, el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), liderado
por el ex presidente Jaime Paz Zamora (1989-93), tránsfuga de la
"socialdemocracia" (¡ja!), ligado a los narcos.
De 1964 a 1980, con excepción del breve gobierno
del general Juan José Torres (1971), y desde la restauración
de la democracia vigilada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) hasta
nuestros días, Bolivia vivió bajo regímenes militares
y oligárquicos que no pudieron doblegar la insurgencia permanente
y nunca vencida, alzada contra los "modelos" ajenos al país real.
Pese al duro castigo impuesto por el neoliberalismo, que
redundó en cierres masivos de minas (donde se asentaba la fuerza
del movimiento obrero), el pueblo boliviano fue capaz de restructurarse
en los años 90, sobre otras bases sociales y organizativas. La quema
de plantaciones de coca promovidas por Washington fue causa de constantes
enfrentamientos de los "cocaleros" con los militares, en tanto un informe
del Banco Mundial reconocía que 97 por ciento de la población
rural vivía en la pobreza (1994).
Los pueblos de Bolivia, la "hija predilecta de Bolívar",
están en pie de lucha. El llamado "Estado Mayor del Pueblo Boliviano"
exige la renuncia de Sánchez de Losada, quien después de
alcanzar la segunda presidencia con menos de 23 por ciento de los votos,
convino con el FMI un impuesto de 12 por ciento en salarios de 40 y 70
dólares mensuales. La respuesta no se hizo esperar y la semana pasada
la gente prendió fuego a bancos, ministerios y edificios públicos.
El Che no alcanzó a deshilvanar la complejidad
social de Bolivia. Sin embargo, en aquella carta a su madre observó
que "la gente llamada de bien, la gente culta, se asombra de los acontecimientos
y maldice la importancia que se da al indio y al cholo". Pero Goni
aún se expresa mal en "castilla" en un país donde más
de la mitad de los habitantes hablan aymara, quechua y tupí-guaraní.
¿Que si el Che fue un quijote? Bueno...
pero no como aquel de julio de 1594, que entusiasmado por la plata del
Potosí, pidió "un corregimiento en Chuquiavo (actual La Paz)
en pago a sus servicios de soldado fiel a la corona".
La corona se negó y, con resignación, Miguel
de Cervantes se puso a escribir un libro que se hizo famoso, que a Lope
de Vega le despertó dudas en cuanto a que "hubiese alguien tan necio
como leer la obra". Dicen los árabes que el pasado se parece al
futuro como una gota de agua a otra.