En silencio muestra 21 trabajos de yeso, entre bustos, caras y orejas
Héctor Velázquez pugna por cambiar los sentidos
MERRY MAC MASTERS
El tatuaje y el piercing son formas de ''entrar en contacto con el cuerpo'', afirma el escultor Héctor Velázquez (ciudad de México, 1965), quien exhibe en la muestra titulada En silencio, cuyos 21 trabajos son relativos a los sentidos, inquietantes bustos, caras y orejas hechas en yeso y cubiertas de estambre. La exposición permanecerá abierta hasta el 25 de febrero en la galería Landucciarte (Colima 233, colonia Roma.
Radicado en Alemania desde 1988, para Velázquez las personas viven desconectadas con su cuerpo, ya que ''las imágenes que en la actualidad transmite la propaganda y los medios no corresponden en absoluto con lo que en realidad somos. Incluso, agrega, a veces se trata de retomar ese contacto mediante acciones que producen dolor.
El cuerpo humano ha sido una constante en el trabajo de Velázquez. Comenzó a utilizar el estambre para crear una membrana que diera calor y, luego, en sólo crear un espacio. Al referirse al grupo de 12 bustos que descansan sobre el piso de la galería, anota que dan la sensación de "una piel que respira". Todas las esculturas tienen el torso y el cuello del escultor, pero las caras son retratos de familiares, amigos, conocidos o "quien me lo pida".
Ojos y boca están cerrados. Las aberturas de las orejas conducen ''hacia el interior y, es más, dan la impresión de escuchar hacia adentro, de entrar en un diálogo". Bueno, las orejas faltantes reaparecen en otra parte.
En la escultura Cabina 13, compuesta por un rostro, cuyo largo cuello se divide para acabar en dos orejas, tiene como objetivo ''colocar los sentidos en otras partes''. Otra pieza, la instalación Orejas, está integrada por esos órganos externos del oído, pero distribuidos sobre la pared, cuya separación del cuerpo se refiere a la a veces imposible interlocución. También hay cinco Gritos, unas bocas abiertas con todo y nariz, en el acto de emitir un fuerte sonido.
Velázquez apunta: "Tengo la impresión, en general, de que en estos tiempos estamos acostumbrados a escuchar, oír y ver una basura visual, en su mayoría". En su obra, en cambio, hay un deseo de "ver, hablar y escuchar de otra forma", o sea, "de cambiar los sentidos". Todavía otra pieza se llama Beso.
Para realizar su obra, Velázquez toma los moldes de las personas o de sí mismo, con venda de yeso: "Trabajo el total en yeso, por así decirlo. Después, hago el positivo en yeso. Dejo que se seque, afino y retoco la base de yeso. Luego, aplico un adhesivo y pongo el hilo, línea por línea". El resultado final da la sensación de una piel, detrás de la cual hay algo "casi vivo".