Gabriela Rodríguez
Obispos al desnudo
El último business del episcopado mexicano para cobrar y compartir "derechos de uso" de la imagen de la Virgen de Guadalupe con la empresa estadunidense Viotran es un secuestro violento al México profundo. Si en plena conquista los indígenas tuvieron que aprender castellano para dirigirse a Tonantzin ƑHabrá que hablarle en inglés a la Guadalupana? -como dice mi madre.
Tratar como mercancía del TLCAN a una diosa pone al desnudo a nuestros obispos mexicanos con más elocuencia que los modelos porno del Nuevo Museo del Sexo de Nueva York.
Han trastocado un símbolo sagrado ligado al nacimiento de la nación, la imagen colectiva de un país que se reconstruye con un destino universal, frente y contra el universalismo español. Mediación de dos sincretismos religiosos: la religión azteca y el catolicismo español. Mezcla de cosmovisión prehispánica, del mundo moderno y de la tradición medieval.
Tonantzin, que quiere decir "Nuestra Madre", era una diosa a cuyas festividades concurrían grandísimos gentíos de muchas leguas a la redonda. A decir de Sahagún era la misma diosa Cihuacóatl, "Mujer de la culebra", una divinidad mayor que tenía un hábito de mujer "todo blanco de enaguas, camisa y manto" y cuyo principal santuario se ubicaba en el monte del Tepeyac, una legua al norte de la ciudad de México. "En estas dos cosas parece que esa diosa es nuestra madre Eva, la cual fue engañada por la culebra y que ellos tenían noticia del negocio que pasó entre nuestra madre Eva y la culebra". Prisionero de la tradición bíblica, Sahagún no podía ver en la serpiente un símbolo religioso del antiguo México, sino el símbolo del demonio. En términos de Jacques Lafaye, con el ejemplo romano como arquetipo de toda religión politeísta, los misioneros españoles tampoco podían ver en una multitud de idolatrías particulares una religión coherente que culminaba en un principio creador divino. Tonantzin y Quetzalcóatl, una de las parejas fundamentales del Panteón mexicano, son las dos caras, macho y hembra, del principio creador.
La nueva Tonantzin tenía para los españoles el nombre más familiar de Guadalupe. Del árabe guad que se usaba para designar ríos y arroyos, al el artículo árabe y el sufijo latino lupum que significaba el lobo: Guad al upe significa río oculto, es decir corriente encajada. En el corazón de una sierra oriental de Extremadura, el santuario de Guadalupe fue fundado luego de una aparición milagrosa de la virgen María.
La intención de los evangelizadores no deja lugar a dudas: se trataba de extirpar la idolatría y romper las creencias politeístas, de encaminar a los peregrinos hacia Nuestra Señora, de sustituir a la diosa-madre de los antiguos mexicanos, de posicionar a la madre de Cristo como madre de la humanidad.
Imponer el monoteísmo para obedecer a un solo Dios, tener un solo centro ordenador y económico, tales son los intereses que hoy podemos entender. El Estado laico y la secularización de nuestra sociedad son fenómenos históricos que vienen oponiéndose a la agenda eclesial. La urgencia por traer al Papa y por canonizar a Juan Diego han sido acciones oportunistas para recuperar terreno cuando se cuenta con un gobernante aliado y una primera dama sometida al monoteísmo estadunidense. Han ampliado su mercado, hoy pueden vender virgencitas en tarjetas telefónicas, relojes, discos compactos y en dólares a los 20 millones de mexicanos que viven en Estados Unidos.
Pero esta vez podría costarles muy caro: han vendido a su madre y han subestimado a los mexicanos.
Las masas de creyentes no son menos complejas que sus creencias. El México profundo permanece en cada ciudadano, la diversidad de rasgos que nos caracteriza no son necesariamente coherentes, somos laicos y seculares, somos religiosos y hedonistas, somos producto de las construcciones históricas.
Entre las nuevas generaciones, 87.5 por ciento cree en la Virgen de Guadalupe y 83 por ciento cree en los milagros, pero las creencias no influyen en sus preferencias partidarias ni en su visión social ni en su vida sexual (89 a 75 por ciento respectivamente, Encuesta Juventud 2000, Instituto Mexicano de la Juventud).
Hay guadalupanos urbanos y rurales, católicos, ateos y protestantes, rockeros y gruperos, heterosexuales y homosexuales, priístas, perredistas y panistas. Cambian las ideas y las prácticas, permanecen las creencias, mientras Tonantzin no ha dejado de hacer milagros: hoy, desnudó a los obispos.
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