NO EN NUESTRO NOMBRE
Rechazo al silencio cómplice
En un canto de alabanza a la vida, miles de niños, jóvenes y adultos dijeron no a la crónica de una guerra largamente anunciada. No al silencio cómplice. Y sobre todo, no a las brutales consecuencias que conllevaría una confrontación.
Bajas, eufemismo para designar a seres humanos con nombre y apellidos, historia y sueños: 250 mil, civiles en su mayoría, de acuerdo con Greenpeace. Heridos: entre 100 mil y 400 mil, según la Organización Mundial de la Salud. Grado de destrucción de la capital iraquí: total. Futuro de los perdedores: tras la victoria, a partir de informes del Pentágono, las tropas estadunidenses instalarían un gobernador militar, que se encargaría de la administración de Irak y, de las segundas mayores reservas petroleras del mundo.
En una pieza oratoria lúcida, el escritor Carlos Montemayor sintetizó las razones de los belicistas. "EU no necesita comprobar los nexos de Irak con Al Qeda ni confirmar la producción de armas de destrucción masiva, sino asegurar por cualquier medio el control político y económico de esa región, porque consumen la cuarta parte del mercado mundial de ese hidrocarburo. Lo que pretende, en suma, es una recomposición militar de acuerdo con los intereses de los gobernantes estadunidenses y los grandes consorcios petroleros".
Tanto Montemayor como la premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú coincidieron en que esta guerra se quiere presentar como algo lejano y ajeno, cuando no es así. Concierne directamente a México y al resto de los países petroleros de América Latina, afirmaron.
"Digamos no al armamentismo, no a las bombas atómicas, y sí a la inspección", apuntó Menchú. "Está bien que se haga la inspección de Naciones Unidas en Irak, pero también en los demás países, para que se vea cuántas armas químicas tiene EU, dónde las tiene y a cuánta gente está afectando."
El periodista polaco Ryszard Kapuscinsky ha dicho que casi siempre el silencio es señal de una desgracia y a menudo de un crimen, y que por eso el reino del silencio necesita acallar toda voz de queja, protesta o ira. La sociedad civil parece haber llegado a la misma conclusión, y ayer, con toda clase de consignas, música y ruido, irrumpió por las calles de la capital para dejar en claro a los autonombrados guardianes de la humanidad que su apuesta es por la vida, por la justicia, por la paz.
A un pequeño pero combativo contingente infantil le tocó encabezar la marcha. A pie los más grandes, colgados de los brazos de sus madres los medianos o trepados en los hombros de sus padres los más pequeños, pero todos gritaban: "šLos niños de Irak merecen vivir!" En seguida, sindicalistas, grupos religiosos, campesinos, ecologistas, de mujeres, gays, estudiantiles y del Frente Zapatista se acomodaron donde y como pudieron.
Hace mucho tiempo no se veía en la ciudad de México una manifestación tan grande y tan vital, comentaban muchos, siguiendo el ritmo de las batucadas de los contingentes de organizaciones juveniles y estudiantiles que una y otra vez repetían: "šNo nos vamos a dejar/ que destruyan a Bagdad/ No, no vamos a permitir/ que invadan nuestro país!" "šNo a la guerra, sí a la paz!"
Y lo mismo las acartonadas consignas sindicales y partidistas: "El mundo, unido, jamás será vencido". "Se ve, se siente, la paz está presente". También las festivas del contingente gay: "šZapatistas, rebeldes, radicales, para cabrones los homosexuales!"
En medio del mar de gente un hombre mayor iba de un lado a otro repartiendo cuartillas con un poema de Efraín Huerta.
Algunos activistas de ONG hacían circular textos en los que se ponen en evidencia las contradicciones del discurso estadunidense. En un documento titulado EU/Irak: no en nombre de los derechos humanos, Amnistía Internacional (AI) recordaba que en el discurso de Bush ante la ONU se refirió a las graves violaciones a los derechos humanos cometidas por el gobierno iraquí contra su población, apoyándose en informes que AI ha publicado a lo largo de los años, cuando han hecho caso omiso sobre los informes que han venido difundiendo sobre las violaciones a los derechos humanos cometidos en Irak, y han ignorado la muerte de millares de civiles kurdos indefensos.
Por su parte, Greenpeace también daba a conocer un texto que llamaron Verdades que caen por su propio peso, en el que advierten que la verdadera estabilidad mundial pasa por la eliminación de las armas de destrucción masiva y que Estados Unidos es el menos interesado en alcanzar este punto.
Al caer la tarde empezó el acto central. Tras la lectura de los mensajes de apoyo llegados desde medio mundo, apareció el humor de Jesusa Rodríguez y la inteligencia de Rigoberta Menchú y Carlos Montemayor. Como testigos de calidad estaban Cuauhtémoc Cárdenas, el poeta Juan Bañuelos, la actriz Ofelia Medina y el actor Carlos Bracho.
"Esos, indicó Jesusa, refiriéndose a los de la embajada de enfrente, han tenido 200 años para ponerle un nombre a su país y no han podido. Por eso queremos proponer que en vez de usar el nombre de América, de decir que América está en guerra, busque uno de una chingada vez". Propuso: Cocacolaltongo el alto, Disneytepec, Hamburguelandia o Zacatlán de aquí, pero al final ganó por mayoría Los Asustados Unidos de Norteamérica.
Al final los pacifistas se fueron dispersando. ƑDetendrán la guerra? Es probable que no, sin embargo, dejaron constancia que lo único valioso que le queda al ciudadano, su nombre, no podrá ser usado para justificar una matanza. (MARIA RIVERA)