Emilio Pradilla Cobos
PRD: Ƒvotos o principios?
A muchos militantes y simpatizantes del Partido de la Revolución Democrática, que aún se dice "de izquierda", preocupa seriamente el rumbo que ha tomado el partido en la capital y en el país, pues se aleja cada vez más de las tradiciones, los principios y la forma de hacer política que buscaron imprimirle quienes lo fundaron y una parte de las bases y activistas sociales que se adhirieron a él. Durante las tres recientes presidencias del partido, los dirigentes de algunas de las organizaciones que lo formaron, en lugar de avanzar hacia su unificación política y organizativa se constituyeron en grupos clientelares de interés que han expropiado sus derechos políticos a la militancia, conformado una burocracia partidaria cerrada, y su función es mantener o aumentar las cuotas de poder en el partido, los órganos legislativos y los gobiernos que logra conquistar.
Los aparatos partidarios se han vuelto simples herramientas electorales, dejando de lado la discusión política interna, la elaboración programática, las demandas de los movimientos sociales -a los que atienden como clientelas electorales cuando están en movimiento-, y carentes de una política propia, responden sólo reactivamente a las coyunturas. Muestra de ello es que en los últimos años el PRD no ha logrado aprobar un programa político de transformación del país que pueda presentar a los ciudadanos como rumbo para cambiarlo y gobernar de otra manera para y con otra "gente". Su lema actual es: un partido cercano a la gente, no de, para o con la gente; en él está ausente cualquier referencia al proyecto de transformación que le dio origen. Además, el vocablo gente no define a qué sector social se quiere representar fundamentalmente.
El electorerismo, que hace del número de votos el objetivo de la práctica partidaria, ha llevado a que se privilegie a candidatos externos que prometen votos o tienen caudales clientelares que aportar, ya que en su mayoría son recién salidos del PRI por haber perdido sus candidaturas. Los ejemplos son notorios en el caso de las gubernaturas: Baja California Sur, Zacatecas, Tlaxcala, Nayarit, Chiapas, y recientemente Tabasco, Colima y San Luis Potosí. Similar situación se presenta en las candidaturas a presidencias municipales y a órganos legislativos federales y locales. El priísmo salinista neoliberal penetra desde arriba en el partido y condiciona su política. El objetivo no ha sido ganar a las bases sociales para un proyecto político opuesto al neoliberalismo, sino ofrecer el emblema a los priístas descontentos que no logran realizar sus intereses en el PRI en crisis, para inflar el porcentaje de votos y lograr de paso puestos para los grupos de interés. En la capital, por la fuerza que logró el PRD con la victoria de Cuauhtémoc Cárdenas en 1997, y la popularidad de Andrés Manuel López Obrador, el proceso ha sido menos evidente. Sin embargo, el grupo de Manuel Camacho Solís -operador del fraude electoral de 1988, pieza clave del gobierno de Carlos Salinas, tardíamente salido del PRI- gana posiciones en el gobierno central y los delegacionales, y se propone su candidatura a diputado federal junto con otros nombres de similar procedencia. Con ello, los grandes perdedores son la política y los principios del PRD original.
Otro sector que avanza en la relación con el PRD es el de empresarios, cuyo símbolo es el papel de Carlos Slim en la política del actual gobierno capitalino, pero incluye a otros de los sectores financiero, turístico, constructor, inmobiliario y de la educación privada, involucrados en los grandes proyectos urbanos. Quienes brillan por su ausencia son los pequeños y medianos empresarios, en vías de desaparecer por los rudos golpes del neoliberalismo. Se tejen también alianzas -Ƒduraderas?- con la alta jerarquía católica, no con los sectores católicos de base y progresistas. Esta cooperación estrecha, discrecional, sin reglas de juego institucionales, sin información a la opinión pública, anudada en función de proyectos electorales de mediano plazo, lleva a la izquierda, militante perredista o no, a preguntarse: Ƒqué pasó con el compromiso con los sectores oprimidos, explotados y excluidos por el capital, y con la laicicidad?
Unimos nuestra voz a la de muchos militantes perredistas, activistas de organizaciones sociales e intelectuales que ven la urgente necesidad de transformar al PRD, refundarlo, para que sea la representación política de los explotados, oprimidos y excluidos de México y el eco de los de otros países, construido por, con y para ellos, que recupere los principios políticos y la ética de la izquierda democrática, donde quepamos todos los que reclamamos una transformación profunda de la sociedad en lo económico, político, cultural, ambiental y territorial, que extirpe de raíz las prácticas antipopulares del capitalismo de siempre y su versión neoliberal actual.