Manifestantes incendian edificios públicos y saquean comercios; amenaza de paro
Violentas protestas en Bolivia contra un nuevo impuesto al salario; 14 muertos
Policías se enfrentan al ejército El presidente retira su proyecto de presupuesto
AFP, DPA Y REUTERS
La Paz, 12 de febrero. Al menos 14 personas murieron y otras 70 resultaron heridas en violentos enfrentamientos que siguieron a un motín de policías en rechazo a la decisión del presidente boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada de establecer un impuesto de 12.5 por ciento al salario.
La policía en La Paz -del Grupo Especial de Seguridad- se acuarteló desde ayer en repudio al prespuesto del gobierno, que no considera aumentos salariales, lo que derivó en enfrentamientos armados con fuerzas del ejército y protestas en las que participaron sectores empresariales y comerciales del país.
Un multitud prendió fuego al edificio de la vicepresidencia de la República, del Ministerio del Trabajo, una oficina bancaria y las sedes del gobernante Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) de Sánchez de Lozada, así como de su aliado del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) y de la populista Unidad Cívica Solidaridad (UCS), cercana al oficialismo.
Aunado a estos incendios se desató una oleada de saqueos a comercios y protestas callejeras por parte de universitarios, en medio de reclamos para que renuncie el presidente Sánchez de Lozada. Centrales sindicales y el líder opositor cocalero Evo Morales anunciaron movilizaciones, bloqueos de carreteras y un paro de 24 horas para este jueves.
Sánchez de Lozada, quien tuvo que salir con custodia militar del palacio de gobierno, se vio obligado a emitir un mensaje a la nación de cinco minutos para pedir el cese de la violencia, ofreció dialogar y anunció el retiro del impopular impuesto al salario y de otras medidas económicas, con lo que de hecho retiró también el proyecto de presupuesto general de la nación que envió al Congreso.
El gobernante, de 72 años, al anunciar el retiro de todas sus medidas económicas que provocaron los enfrentamientos con armas de fuego entre policías y tropas leales a su gobierno, dijo que había que comenzar un "nuevo diálogo fraterno entre los bolivianos".
Se dijo "entristecido" al ver cómo se enfrentaban "hermanos bolivianos" de dos instituciones fundamentales del país. Señaló que sólo había buscado un prespuesto que asegure y proteja a los pobres y que a la vez dé para obras, inversión y empleo.
La violencia se extendió a otras ciudades del país como Santa Cruz y Cochabamba, el epicentro de los recientes conflictos cocaleros. Más aún, dos unidades de la policía de elite antidrogas se amotinaron también en la región central del Chapare y cesaron sus actividades de destrucción de plantíos de coca considerados ilegales por el gobierno.
Se estima que unos 3 mil efectivos de la Fuerza de Tarea Conjunta y de la Unidad Móvil de Patrullaje Rural se replegaron a su cuartel en Chimori, en solidaridad con los uniformados inconformes de La Paz.
El presidente ordenó que las fuerzas armadas patrullaran las calles de La Paz para evitar más actos vandálicos y de protestas populares, así como un estricto resguardo de los bienes públicos y privados de la capital. Grupos de exaltados manifestantes habían tomado las oficinas de la vicepresidencia de la República e iniciado el incendio de oficinas oficiales y de partidos tradicionales.
Contingentes militares se apostaron en la entrada de La Paz y vigilaban el aeropuerto internacional y otros puntos de la ciudad, mientras que unidades policiales de Cochabamba, Santa Cruz, Tarija, Oruro y Potosí se encontraban en estado de alerta.
En El Alto, ciudad vecina a La Paz, civiles se enfrentaron con palos y piedras a tropas el ejército, con un saldo no precisado de heridos, al igual que en la central plaza de San Francisco, escenario de las principales luchas sindicales.
La televisión boliviana estuvo transmitiendo durante varias horas los enfrentamientos entre el ejército y los policías amotinados, que respondían a los disparos de los militares con descargas de dinamita y gas lacrimógeno. Y antes de que el presidente actuara y expresara que "Dios salve a Bolivia", sectores sindicales y de derechos humanos llamaron a parar la violencia.
En el hospital público, donde se hacían urgentes llamados a donadores de sangre, se informó que a raíz de los combates se constató que nueve policías murieron por impactos de bala, a los que se sumaron luego otros dos así como un par de soldados. Además, se informó de más de 70 heridos, y se dijo que estas cifras podrían aumentar en las próximas horas.
El comandante de la policía, general Edgar Pardo, lloró ante los cadáveres de los unifomados y en una mezcla de protesta e impotencia se arrancó el uniforme y prometió a sus subordinados que "tendrán todo lo que necesitan", en alusión a sus reclamos salariales de aumento de 40 por ciento y sobre diversas prestaciones que pedían cuando se anunció el impuesto al salario.
Las cúpulas empresariales, que pidieron la renuncia del gabinete económico del gobierno por sus políticas equivocadas, sostuvieron una serie de reuniones con el Movimiento al Socialismo (MAS) del líder Evo Morales, con la Central Obrera Boliviana y la Central Obrera Departamental, entre otros sectores opositores, cuyo resultado fue el rechazo al impuesto al salario de 12.5 por ciento que pretendía aplicar el gobierno a unos 750 mil trabajadores.
Por la noche todavía hubo choques esporádicos en La Paz, pero al cierre de esta edición la calma parecía haber retornado a esta capital y el resto del país. No obstante, para este jueves se anunció que la Central Obrera Boliviana y otras fuerzas opositoras llevarán a cabo un paro de 24 horas y movilizaciones callejeras a nivel nacional en repudio al impuestazo.