Víctor Quintana S.
Movimiento campesino: peligros y desafíos del éxito
La gigantesca movilización del viernes 31 de enero deja ver las fortalezas de un movimiento campesino revigorizado y unificado. Deja ver también lo crucial de su coyuntura: o logra cuajar un nuevo pacto entre el Estado y la sociedad rural, o se convierte en víctima de su propio éxito.
Porque a pesar de que la oleada de acciones campesinas tiene escasas semanas, sus éxitos son ya muy significativos: la contundencia con que ha colocado su demanda principal, la de renegociación del TLCAN, en el primer plano de la agenda nacional. Su razón se ha ido abriendo camino en muy diversos sectores de la opinión pública nacional: baste ver la sólida argumentación de los obispos en su documento Por la dignidad del campo, por la dignidad de México. Otro éxito incuestionable es cómo la fuerza de las razones y de las acciones del movimiento El campo no aguanta más y de El Barzón ha ido haciendo la unión, primero de algunas organizaciones del CAP, luego de la mayoría de éstas, y hasta de la CNC. Todo esto coloca al conglomerado de organizaciones campesinas en una correlación de fuerzas favorable, con la iniciativa, ante un gobierno arrinconado, titubeante, con grandes carencias de imaginación y oficio político.
Estos éxitos son un arma de doble filo. Si se entiende bien el momento, si se maneja con responsabilidad el poder hasta ahora construido y si prevalecen las convicciones sobre las ambiciones, la sociedad rural estará avizorando el inicio de una relación menos injusta con el Estado. Pero al mismo tiempo estos éxitos proporcionan poderosas armas para que se emplen con propósitos oportunistas y politiqueros que beneficien sólo a unos cuantos.
Un primer peligro en este sentido es que el gobierno logre entablar negociaciones no con el todo, sino con una o pocas organizaciones del movimiento. Es muy seductor sentir el poder como para que el poder lo busque a uno para platicar. Sucumbir a los cantos de "tú si eres responsable y no te andas con radicalismos, el gobierno te respeta como interlocutor..." No deja de tener cierto encanto atávico firmar un convenio público con el tlatoani, así se dejen de lado demandas fundamentales.
A pesar de sus tantaleos políticos, la administración de Fox parece ir por ahí: buscar la negociación con las organizaciones o sectores que le pueden parecer más blandos o más interesados políticamente, a la vez que se deshace de los duros del movimiento con citatorios judiciales, órdenes de aprehensión y autos de formal prisión. Por eso, las acciones penales contra Alfonso Ramírez Cuéllar, contra Víctor Suárez y contra por lo menos dos docenas de dirigentes chihuahuenses no deben pasarse por alto. El cese a la represión y el desistimiento de acciones penales por parte del gobierno federal ya no son una demanda más, son una condición para que el movimiento permanezca unido y con fuerza.
Otro peligro es que, aun con unidad, se llegue a las negociaciones con el gobierno sin aterrizar los planteamientos generales en políticas y medidas operativas. Por eso son muy útiles trabajos como el de Víctor Suárez: "Qué renegociar del capítulo agrícola del tratado" (La Jornada, 29/1/03) o aportes como los de José Luis Calva en "Disyuntiva agrícola" (El Universal, 8/11/02). El movimiento está ganando la batalla de las movilizaciones al gobierno; ahora tiene que ganar la de la movilización de los cerebros y de la imaginación. Es necesario conjuntar la enjundia de los luchadores sociales al trabajo de los intelectuales y los centros de investigación.
Ahora hay tres grandes desafíos. El movimiento campesino debe concretar en acciones el consenso pasivo que ha logrado en amplios sectores de la sociedad urbana. Diseñar formas creativas y sencillas para que los habitantes de las ciudades expresen su rechazo a la dependencia alimentaria del extranjero y su apoyo a una agricultura nuestra, campesina, que produzca alimentos sanos y suficientes para todos. Por otro lado, debe mantener la lógica sociopolítica que lo ha hecho crecer y fortalecerse hasta ahora. Tratar de influir en las decisiones públicas con una visión de interés general, sin caer en tentaciones partidistas o electoralistas. Esto será más difícil cuanto más se acerque el 6 de julio. Finalmente, debe vencer la ley de hierro de la oligarquía y negociar y decidir siempre en comunicación y en la lógica de las y de los campesinos que son su razón de ser. Al fin y al cabo los frutos nunca sazonan si pierden la relación con su raíz.