Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 4 de febrero de 2003
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Espectáculos
Productor afín a Aznar pide la dimisión de la presidenta Marisa Paredes

El gobierno español arremete contra la Academia por politización de los Goya

Las proclamas contra la guerra y las críticas por la crisis ecológica del Prestige, la causa

ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL

Madrid, 3 de febrero. La ceremonia de entrega de los premios Goya, el máximo galardón de la industria cinematográfica de este país, derivó en un enfrentamiento sin tregua entre el poder fáctico español, presidido por el conservador José María Aznar, y quienes hacen posible el sueño del séptimo arte, actores, directores y miembros de la Academia. Las firmes proclamas contra la guerra y las críticas irredentas contra la ineptitud del gobierno español frente a la crisis ecológica y socioeconómica derivada por el naufragio del Prestige, que se escucharon en la ceremonia del pasado sábado, despertaron un severo malestar en el gobierno y en los productores de cine afines, que vieron en la gala una "manipulación sin precedentes", por lo que pidieron la inmediata dimisión de la presidenta de la Academia, la actriz Marisa Paredes.

Nunca antes una ceremonia de los premios Goya había despertado tanto recelo, malestar y beligerancia en contra de la Academia. El guión y lo dicho en la gala de los Goya hizo cimbrar de cólera a los gobernantes españoles, abiertamente afines a una intervención militar en Irak y siempre sordos a las críticas de la sociedad civil sobre su gestión en la peor catástrofe ecológica que ha sufrido Europa en los últimos años, la del Prestige.

El mensaje del pasado sábado, en la ceremonia de entrega de los premios, era nítido y reiterativo: "No a la guerra". Así lo manifestaron tanto los presentadores como los propios ganadores del premio que, en connivencia con la Alianza de Intelectuales Antiimperialistas -integrada por José Saramago, Manuel Vázquez Montalbán y Rosa Regás, entre otros-, alertaron sobre la debacle humanitaria que provocará una guerra en Irak. Ese mensaje pacifista no sentó, sin embargo, nada bien al gobierno español, que de la mano de Aznar se ha convertido en uno de los primeros y más firmes aliados de George Bush en su escalada bélica contra Irak. Y por eso los premios Goya son casi una cuestión de Estado, en la que no caben la disidencia ni la crítica.

Los ganadores y presentadores de los premios se presentaron con una calcomania con fondo negro en la que podía leerse en un rojo nítido: "No a la guerra". Eso y el insistente mensaje antibélico de los miembros de la Academia provocó que la noche de los Goya se convirtiera en un trajín sin sosiego sobre la libertad de expresión.

El propio presidente de la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales, Eduardo Campoy, afín al gobierno español, señaló que lo "ocurrido el pasado sábado" era "insoportable" y que, por tanto, debían "presentar su dimisión" tanto la presidenta de la Academia, Marisa Paredes, como sus colaboradores. A juicio de este productor, el "no a la guerra" de los Goya "fue una desfachatez absoluta en la que se han equivocado en las formas y en el fondo".

Campoy pidió además la dimisión inmediata de la presidenta de la Academia por lo que a su juicio representó un "rechazo al producto televisivo, que ha sido un fracaso rotundo, pues el el cine español está por encima de la manipulación política contra cualquier Gobierno. Todo el mundo es libre de opinar, pero todo el mundo sabe que los españoles son contrarios a la guerra con Irak y critican la acción del gobierno con el Prestige".

Mientras, la ministra de Educación, Cultura y Deporte, Pilar del Castillo, aseveró que los sectores vinculados al mundo del cine deberán decidir qué es lo que quieren que sea la entrega de los premios Goya, y que "sería una equivocación" que esa ceremonia se convierta en algo distinto para lo que fue concebida. Del Castillo eludió referirse en sus declaraciones sobre la ceremonia de los Goya al tono político que dieron a la gala un gran número de los participantes. "Yo creo que la ceremonia de los Goya es, en su esencia, y debe ser en todas sus manifestaciones, una noche de reconocimiento de las obras más importantes del cine español a juzgar por los académicos que las determinan, aunque haya también películas que no obtengan premios y que sean importantes", dijo la ministra.

Por su parte, la Unión de Actores de España salieron en defensa de Marisa Paredes, a quien respaldaron por sus proclamas contra Irak y por su mensaje pacificista, que consideraron acorde con su forma de entender el mundo.

Entanto, Javier Bardem, premio Goya al mejor actor, recordó "a los gobernantes que ganar unas elecciones no es un cheque en blanco para hacer lo que se quiera" y una gran mayoría dice "no a la guerra".

Los Goya desataron también otro frente de discusión, luego que los derechos de transmisión los tenía Televisión Española y como tal editó las imágenes y comentarios más combativos de la gala. TVE omitió las protestas, las críticas al Gobierno y los mensajes contra la guerra en Irak.

Los reclamos de las cadenas televisivas fue inmediata y la televisora tuvo que enviar un nuevo bloque de imágenes más acorde con los hechos. Sin embargo, apenas ofreció un par de planos y un refilón de las protestas contra el gobierno por su postura bélica en torno a Bagdad y la falta de una solución a la crisis ecológica desatada por el Prestige. 

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