Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 4 de febrero de 2003
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Capital

Nora Patricia Jara

Tierra de sismos

La peor pesadilla del jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, y de millones de habitantes de esta ciudad se hizo realidad: se registró un temblor de 7.6 grados en la escala de Richter, con epicentro en las costas de Colima, donde la devastación se hizo presente. Aquí en la capital, por fortuna, además del susto se pudo apreciar la respuesta institucional y ciudadana.

Los edificios públicos y oficinas ocupadas fueron desalojados inmediatamente, se articularon las redes de emergencia de energía eléctrica y telefonía, y el gobierno capitalino se reunió de inmediato para hacer la evaluación de daños y prepararse para cualquier contingencia que ocasionarán los efectos del movimiento de tierra. A la acción gubernamental se suma la participación ciudadana de forma privilegiada, porque la gente guardó primero la calma, luego desalojó sus viviendas y lugares de trabajo, y las organizaciones civiles se alistaron para hacerse presente en las entidades afectadas.

El comportamiento ciudadano al igual que la colaboración que se observa en la puesta en marcha de operativos de alerta comienza a ser la diferencia en una cultura en favor de la prevención de desastres y este es un proceso que nos ha llevado años desarrollar a los habitantes de las grandes urbes como el Distrito Federal o que se encuentran asentados en lugares de riesgo, aprendizaje que nos hace menos vulnerables ante las fuerzas de la naturaleza.

La historia sísmica del Distrito Federal se documenta desde los códices aztecas, las crónicas prehispánicas dan cuenta de fuertes terremotos en la época de Motecuhzoma Ilhuicamina. Ya en el siglo XVIII científicos mexicanos habían registrado un terremoto el 4 de abril de 1768 y en el siglo XIX suceden dos temblores de 7 grados en la escala de Richter. El primero el 7 de abril de 1845, afectó las zonas de Tlalpan y Xochimilco, derribando la cúpula de la capilla del Señor de Santa Teresa en el convento de monjas carmelitas. El segundo se registró el 19 de junio de 1858 y su magnitud daño el acueducto de Agua Gorda, desde Chapultepec hasta el Salto del Agua, y tiró parcialmente el ex convento de San Jerónimo, dañando iglesias, el edificio de la Santa Inquisición y los teatros Nuevo México y Oriente.

En el siglo XX llama la atención el llamado Temblor maderista, ocurrió el 7 de junio de 1911, el día en que entró Francisco I. Madero a la ciudad de México, su magnitud fue de 8 grados y provocó la caída de los dormitorios del 3er. Regimiento de Artillería en la Ribera de San Cosme, afectó el Palacio Nacional, la escuela Normal para Maestros y el Instituto Geológico; el saldo fue de 40 personas muertas. Se recuerda que colapsó la zona de Santa María la Ribera.

Es hasta 1957, el temblor del 28 de julio, que se manifiesta otro gran sismo de 7.7 grados en la escala de Richter, que le cuesta la vida a cerca de 160 personas y ocasiona daños a más de mil 800 edificios. Es en este momento en que se comienza a estudiar los efectos de las capas desecadas del Lago de Texcoco y su relación con los movimientos de oscilación que se transmiten incluso desde terremotos lejanos a las edificaciones altas de la capital. Estableciéndose las primeras regulaciones de diseño antisísmico, que son actualizadas en el año de 1976; sin embargo, las especificaciones no preveían un sismo de la magnitud del que se sintió en 1985.

Pero antes de esta fecha vino el terremoto del 14 de marzo de 1979 que alcanzó una magnitud de 7.6 grados en la escala de Richter y ocasionó la caída de la Universidad Iberoamericana.

Es hasta el sismo del 19 de septiembre de 1985 que se marca, según la historia oficial, un hito en los anales sísmicos de México, ya que su intensidad y duración provocó la perdida de miles de vidas e importantes daños a la infraestructura urbana.

La participación social en el rescate de víctimas y labores de auxilio se calculó en más de un millón de voluntario,s especialmente jóvenes que colaboraron espontáneamente con las tardías tareas de la autoridad que había fijado sus prioridades en una reunión extraordinaria de gabinete que se verifico a las 14:00 horas de ese día en el que el sismo se registró a las 7:17 horas.

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