TOROS
Un médico revela: no le funcionan las rodillas
y está inválido del hombro izquierdo
Con la poesía por delante, David Silveti enloqueció
ayer a la Plaza Muerta
Oyó dos avisos, dio vuelta al ruedo y salió
a hombros Borró a sus alternantes
LUMBRERA CHICO
"A David Silveti no sólo no le funcionan las rodillas,
también está inválido del hombro izquierdo. No puede
meter las manos para conservar el equilibrio porque se iría hacia
atrás y caería de sentón como los ancianitos. Por
eso está obligado a permanecer en posición vertical, lo más
quieto posible", reveló un experimentado cirujano español
que ha estudiado el expediente de quien ayer, a los 47 años de edad,
con el traje empapado en sangre bovina, salió a hombros por la puerta
grande de la Plaza Muerta.
Era
tal el asombro de las 25 mil personas congregadas en el embudo de Insurgentes
que, en el clímax de la lidia a Solitario, un ingenioso aprovechó
el silencio de un entreacto para gritar a todo pulmón: "¡David,
voy a hablar con el Papa para que te canonice!". Y allí estaba Silveti,
lívido y ojeroso, arrastrando las zapatillas milímetro a
milímetro frente a los belfos del bicho, flameando la muleta con
la mano izquierda ante el ojo derecho del rumiante, incitándolo
de nuevo a enroscarse en torno de él persiguiendo el trapo rojo
que una vez más era arrastrado por la arena como un ramo de llamaradas.
¡Olé, olé y mil veces olé!
¡Olé por las verónicas, muy cerca
de tablas, con el capote y los brazos abajo, que Silveti le pegó
a su primer enemigo, de nombre Tesoro, un cárdeno nevado,
bragado, caribello y culibello, del hierro de Teófilo Gómez,
con 490 kilos de peso, que salió suelto y fugitivo, sin una pizca
de sangre brava, y que a pesar de su debilidad manifiesta fue picado con
tal saña que se derrumbó al retirarse apenas de la cabalgadura.
El exceso de precauciones de la cuadrilla de Silveti acabó con la
nula condición física del manso. No obstante, obligado por
sus enormes limitaciones personales, David lo recogió con la muleta
y su faena, igualmente vibrante y profunda, fue el ensayo de lo que vendría
después.
Cuando Solitario -un castaño tostado de
500 kilos, de Julio Delgado- saltó al ruedo y fue aplaudido por
su rubia belleza, Silveti no intentó nada con el percal, pero fue
muy cuidadoso al exigir que el picador lo sangrara nada más para
cumplir el trámite. Ya en el último tercio, siempre en tablas,
primero citó de largo y aguantó tres embestidas a pies juntos,
sin moverse. Luego se retiró unos metros y dio un pase de tanteo
antes de cuajar la primera tanda de derechazos, embarcando con la franela
a media altura y bajándola a medida que corría la mano y
dictaba el tercer tiempo, para que el güero virara sobre su propio
eje sin salirse de la suerte. Y al saberse a cada momento en mayor peligro,
la mano izquierda de Silveti comenzó a temblar y el diestro tuvo
que pegarla al cuerpo, escondiéndola tras la espalda para que no
se notara. Pero cuando comenzaron los naturales, la gente dio en saltar
del asiento, presa de terror, antes de sentarse exhausta para volver a
saltar sin control, gritando frenética.
Torero por destino y vocación ineludibles, destruido
por las cornadas y los años, David Silveti fue ayer el escudo humano
de su propia honra, y puso la poesía por delante para entrar en
la inmortalidad. A su lado, vestidos de negro y oro los dos, Miguel Espinosa
Armillita Chico fue un fantasma, y Jorge Gutiérrez una tenue evocación
de sí mismo.
Utilidades y pérdidas
Domingo 2 de febrero de 2003
Espectadores |
25,000 |
Ingresos netos |
1,750,000 |
Egresos |
|
Silveti |
300,000 |
Espinosa |
300,000 |
Gutiérrez |
300,000 |
Ganado |
200,000 |
Otros |
1,000,000 |
Subtotal |
2,100,000 |
Utilidades |
----------- |
Pérdidas |
350,000 |
Pérdidas anteriores |
9,406,000 |
Pérdidas acumuladas |
9,756,000 |
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