Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 3 de febrero de 2003
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas 
  >

Cultura
Objetos, muestra de Héctor Ortega, se presenta en la estación Copilco del Metro

Hacia una escultura de la vida cotidiana

''Aspiro a ser espacista; la cultura que hacemos es clasista'', comenta el creador

CESAR GÜEMES

Una caja repleta de mercancías perteneciente a un vendedor de dulces le señaló el camino y la referencia: "era como uno de los ready-made, al estilo de Marcel Duchamp. Era un objeto estético por sí mismo, nadie se había propuesto hacer de esa caja llena de dulces algo bello, pero lo era. Y además tenía una enorme carga de dolor humano". Así define su trabajo escultórico el actor Héctor Ortega, quien a partir de este lunes, y hasta el día 27 del mes, pone a disposición del público su muestra titulada Objetos, esculturas cotidianas, en el interior de la estación Copilco del Metro.

Los trabajos, realizados a partir de objetos de uso cotidiano, como una bicicleta, un puesto de periódicos, una sala o los utensilios de un jardinero, conforman alegorías sobre diversos problemas sociales que vive actualmente el país.

Con este proyecto, dice Ortega, ''aspiro a ser un 'espacista': así como los muralistas buscaban espacios para dar a conocer su trabajo, yo los busco para plantear mis inquietudes. Es por eso que no propuse esta muestra para una galería sino para uno de los corredores de la estación Copilco. Este es un espacio público y, toda proporción guardada con el muralismo mexicano, mi trabajo está hecho para la mayor cantidad de gente posible.

-Y por su lado lo hermana con el muralismo la idea de hacer señalamientos sobre la realidad.

-Eso sucede porque los planteamientos sociales siguen siendo los mismos de hace muchos años y por eso mismo las utopías continúan más vigentes que nunca. Nadie acabó con el hambre. Ni el capitalismo, ni el neoliberalismo, ni la globalización han resuelto ese agudo problema en el planeta. Así que la primer tarea es la que señaló Lula (presidente de Brasil) en su discurso: la guerra contra el hambre.

-¿En qué momento dejó de bastarte el escenario teatral?

-Me ha inquietado siempre la comunicación no verbal, como la que aquí muestro. Y hace no mucho descubrí con que basta que uno aguce la mirada para encontrar miles de esculturas involuntarias en nuestro país, realizadas por los personajes de la vida cotidiana. En mi caso, no me sentiría pleno sólo al recopilar esos trabajos porque no me interesan el folclor ni la estética, sino la alegoría. Por eso en la muestra incluyo alegorías sobre el hambre, los engaños de la religión o las actitudes timoratas de la sexualidad. Con el simple hecho de caminar por la calle nos damos cuenta de cómo es manipulada la gente que no tiene recursos en el país.

Ortega da un ejemplo con la cultura: "¿Para qué le hacemos al loco si es muy claro que el pueblo no tiene acceso a ella? Antes que nada la cultura es una actividad humana para informar a los hombres que su vida es más importante que sólo ser clientela comercial o electoral. En este momento la cultura que hacemos es clasista, eso es innegable. Por eso lo más importante, como decía el general Lázaro Cárdenas, es la democracia económica. Como no existe tal condición y en cambio las diferencias monetarias son bestiales, el país vive dentro de una farsa. Ya dentro de ese contexto la cultura es una de las farsas más grandes imaginables porque a ella sólo acceden quienes tienen dinero, que son muy escasamente el 20 por ciento de todos los mexicanos".

La reflexión en torno a la desigual repartición de los bienes culturales va más allá: "La gente no tiene acceso a los libros, los discos o cualquier objeto cultural que para un sector de la clase media y de capas económicamente poderosas forma parte de su existencia diaria".

-¿Qué es lo que propondría?

-Dar un giro de 180 grados de suerte tal que la gente sin acceso a la cultura la realice para que entienda qué es y cómo le puede servir para incrementar drásticamente su calidad de vida. A ese 80 por ciento de la población que se encuentra desprotegido hay que darle elementos para generar y dar a conocer sus propias manifestaciones culturales.

El apunte final de Héctor Ortega, quien por cierto ha alcanzado las primeras cien representaciones de 1822, el año que fuimos imperio, en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón, es consecuente con su línea de pensamiento político: "Entiendo que debe haber una cultura delicada y fina, que ha de ser auspiciada por la iniciativa privada. La gente que puede pagar por acceder a esas manifestaciones exquisitas, que lo haga. En cambio a quienes no están vinculados con las manifestaciones artísticas porque su economía no se lo permite, hay que llevarlos hábilmente para convertirlos en generadores de cultura. Eso sería suficiente para que se revitalizara el potencial creativo en México que desde hace mucho tiempo se encuentra dormido, pasmado, casi en estado vegetativo".

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año