El cartel logró lleno total en la Quinta Margarita del Museo Nacional de Culturas Populares
Mayita Campos, Nina Galindo, Betsy Pecanins y Tere Estrada obsequiaron una tarde de blues en Coyoacán
JAVIER HERNANDEZ CHELICO ESPECIAL
El blues, viejo cómplice de esclavos negros, de amantes melancólicos, de voces desgarradas, sigue siendo propiedad de todos. El pasado fin de semana, en la Quinta Margarita del Museo Nacional de Culturas Populares se apropió de los sentidos de todos los presentes. Ante un lleno espectacular, que hizo que la improvisada taquilla recurriera al anhelado letrero de "Boletos agotados", dio inicio la sesión. Rompieron la espera las notas de Hablando a mi nena, interpretada por la banda Follaje; ahí estaban Demex, Elihú, el Oso y Jorge, como buenos caballeros, para abrir un concierto para cuatro mujeres.
La primera dama en aparecer fue Mayita Campos, cantante con largo historial que incluye participaciones en bandas como la de Bátiz y los Yaki. Tiene más de tres décadas en los escenarios. Esa noche arrancó al público rítmicas palmadas para acompañar clásicos temas, como Blues with feeling, de Paul Butterfield; Donƀt get around anymore, de Duke Ellington, y enloqueció a los presentes con su interpretación de la tradicional Kansas City; antes, había presentado Hermano sol, hermana luna, de su autoría.
Sonidos lúdicos
Luego, Nina Galindo subió al escenario entre gritos del auditorio. Ella interpretó canciones que sólo en su voz adquieren el lúdico sonido del blues; le acompañó la guitarra de Jorge García solamente. Presentó un set de autores mexicanos. Desfilaron -por medio de su voz- Rafael Mendoza con Sólo contigo; Rodrigo González con Algo de suerte y Tiempo de híbridos; Carlos Arellano con Ella, Nada en su sitio y El boiler; Armando Rosas con Habrá tiempo; Rafael Catana con El gato; Roberto Ponce con Mírame desaparecer, y Emilia Almazán con Julieta. Además, Nina se echó, con harto sentimiento, el bolero-blues Pervertida, a reiterada petición de una fan.
De Betsy para Lara
En cuanto pisó el escenario, Betsy Pecanins lo llenó de palabras. "Soy dueño de mi propia tristeza", musitó con voz pausada, para agregar: "Esto lo dijo Agustín Lara", y comenzó Ven acá, cachondísima canción del músico-poeta, que la intérprete sabe acariciar con cálidas tonalidades sonoras. Después de confesarse hija del blues, continuó con Voz, composición de Rafael Mendoza; Iƀm turn down, de Sonny Thompson, que "habla de cuando uno ha tocado fondo", aclaró. Antes de cada rola hizo una introducción: en The nigth time invitó a los que se aman a arrejuntarse más. En cuanto a Get back, de Lennon y McCartney, comentó: "The Beatles también son hijos del blues; de ellos... este blues". Betsy le encuentra la esencia blusera a cada rola, hasta La Chancla sonó a ritmo del Mississippi.
Pecanins estuvo acompañada por un trío de excelentes músicos: Jorge García, en la armónica; Mónica del Aguila, en el chelo, y Jorge García, en la guitarra. El ya cuarteto terminó su intervención con Iƀm a woman.
El cierre de la sesión corrió por cuenta de Tere Estrada, joven cantante y compositora, que obsequió una decena de temas apoyada por su banda, que suena bien ensamblada. No dejó que el público se le escapara: empezó con Viaje al centro de la tierra, canción que al concluir impregnó a los asistentes de una sensación de estar ante una Tere madura, tanto como intérprete, música y artista en el escenario. La autora del Libro sirenas al ataque, dedicó un tema a las participantes de esa noche blusera: Sirenas hechiceras, acertado título para describir a las cuatro reinas que se adueñaron de todos los marinos -en realidad había más féminas-, que navegaron en las olas bluseras esa noche sabatina.