El Drácula por excelencia del cine nacional
hace varios papeles en esa obra de terror
Cumplirá La dama de negro nueve años
en cartelera; Germán Robles, el protagonista
ARTURO CRUZ BARCENAS
El próximo 18 de febrero, la obra de teatro La
dama de negro cumplirá nueve años en cartelera (más
de mil 800 representaciones), lo cual, en medio de piezas que duran poco
por la baja asistencia del público, es un suceso. Mucho coopera
al éxito la actuación del primer actor Germán Robles,
el Drácula por excelencia del cine nacional, quien celebra 50 años
como actor y en esta puesta en escena representa varios papeles, en un
alarde de expresión histriónica.
El
pasado domingo, el foro Renacimiento del Centro Teatral Manolo Fábregas,
donde se presenta la obra, lució con una buena entrada, hecho común
en las presentaciones de La dama de negro, de la autoría
de Susan Hill, adaptada por Stephen Mallatratt, con la traducción
de Rafael Perrín.
La obra se desarrolla en dos actos y un solo tiempo. La
acción, en un viejo teatro vacío. La obra es de terror y
se advierte al público que hay salidas de emergencia, lo cual impacta
a varios de por sí miedosos. Se hace la oscuridad. Germán
Robles representa a Arthur Kipps, un aspirante a actor, quien será
aleccionado por John Morris (Miguel Pizarro), director y actor, en las
lides de la representación escénica.
Robles pasará de una pésima dicción
a la potente lectura del guión, sorprendiendo a su maestro, quien
se ha propuesto hacer de Kipps un "actor shakespereano". El trasfondo de
la historia: una tragedia, seres que se consumen en vida, secándose,
hasta quedar como papeles secos y arrugados; de gritos y dolores inhumanos,
de perder hijos, el futuro sin esperanza, quedarse sin nada.
Maldición sobre el pueblo
Quienes no tienen hijos sufrirán el dolor en vida
y más allá de la muerte. Una maldición se cernirá
sobre el pueblo, donde una dama aparecerá súbitamente y Kipps
y Morris irán develando una historia en la que el público
pronto se siente inmiscuido. Los fantasmas pisan el escenario. La muerte
deambula entre las butacas. El humo, la niebla, los carruajes, los gritos,
los atisbos de la Llorona y sus lamentos por sus hijos, las calles solitarias,
apenas alumbradas por rayas de luz de una lámpara de gas o petróleo,
más la narración en voz alta, a la manera de un cuento de
Edgar Alan Poe. Un frío de miedo hace a algunos asistentes abrazarse,
temer de ser tocados por la dama que cruza el escenario.
Cuando la trama está a punto de desatarse el teatro
está oscuro. No se ve al que está al lado, ni al de atrás,
ni más allá. Cuando se hace la oscuridad surge el miedo.
Eric Fromm dijo que el miedo a la oscuridad se supera metiéndose
en la oscuridad. Pero a los asistentes nadie les ha dicho nada al respecto.
Por eso, cuando la penumbra se extiende cunde el sentir miedo.
El ruido de un carruaje rumbo a una vieja casona, el relincho
de los caballos, el frío pegando en las mejillas, el pesado sueño
luego de varias horas de viaje, en un bosque que rodea un camino estrecho.
Todo en medio de la oscuridad. Lo demás es imaginación, alarde
teatral de Robles y Pizarro (quien el pasado domingo cumplió dos
años interpretando el papel de Morris).
Caso raro el de La dama de negro, de estar nueve
años en cartelera. Al finalizar la función, Robles regaló
a Pizarro un pastel por sus dos años en la puesta en escena, dirigida
por Rafael Perrín. La obra es presentada por Antonio Calvo y Carlos
Bracho. Las funciones son los viernes, 20:30 horas; sábados, 18
y 20:30, y domingos, 18 horas, en el Centro Teatral Manolo Fábregas,
sito en Velásquez de León 31, colonia San Rafael (cerca de
la estación San Cosme del Metro). Teléfonos: 5546-1431 y
5566-4321.