Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 25 de enero de 2003
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Política

Luis González Souza

Irak y el fin de la hegemonía de EU

ƑQué época vive la humanidad? Esto era un asunto muy debatido hace décadas y la pregunta daba lugar a un sinnúmero de respuestas. Esquemáticamente dicho, desde el flanco derecho solía responderse que la humanidad vivía la época de la hegemonía estadunidense u occidental. Desde el flanco izquierdo solía responderse: "época de transición del capitalismo al socialismo". Lo cierto es que tras el "derrumbe del socialismo" a principios de los años 90 del siglo pasado el debate quedó virtualmente concluido. El triunfo de la ultraderecha conservadora con Reagan en Estados Unidos y la Thatcher en Gran Bretaña incluyó el triunfo ideológico respecto de dicho tema. Hoy está fuera de duda que vivimos la época de la hegemonía estadunidense. La pregunta es más bien por cuánto tiempo y cómo sobrevivirá tal hegemonía. El tema es importante porque equivale a saber dónde estamos como humanidad; equivale a saber si vamos bien o nos regresamos, si vamos de ida o de vuelta.

Todo lo que sabemos hoy es que la actual es una época de incertidumbre, una época de hipótesis más que de tesis. Y nuestra hipótesis en este caso es que si los halcones de Bush Jr. deciden llevar su "guerra contra el terrorismo" al punto de invadir Irak, entonces sí habrá comenzado el final de la hegemonía estadunidense; el empantanamiento que la gran potencia sufrió en Vietnam en los años 60 y 70 del siglo pasado resultará, comparado al que sufriría en Irak, una inofensiva caricatura. Sería, como lo dijo Bush padre hace 10 años, "la madre de todas las batallas", sólo que batallas explosivamente preñadas con el fundamentalismo islámico, y batallas en contra de Estados Unidos.

Hace unos 10 años, el neoideólogo Sam Huntington profetizó que las próximas conflagraciones internacionales ya no serían entre modos de producción sino entre civilizaciones. Parece tratarse de una profecía autocumplida, igual a la que teóricos como Hans Morgenthau y George Kennan lanzaran al cabo de la Segunda Guerra Mundial, bajo el ropaje del llamado "realismo político", para justificar la espiral armamentista en que cayera Estados Unidos dizque para enfrentar al "bloque socialista". El problema analítico de Huntington no era tanto la previsión de un "choque de civilizaciones", sino la evidente y previsible parcialidad a favor de la "civilización occidental", a la cual además concitaba a prepararse militar e ideológicamente para enfrentar a civilizaciones como la musulmana, hoy representada -quiérase que no- por las huestes de Saddam Hussein en Irak. Dios nos agarre confesados, y sobre todo al pueblo estadunidense, cuando los marines comiencen a desembarcar en dicho país. Si Vietnam fue una caldera (para el pueblo, no para la plutocracia industrial-militar de Estados Unidos), Irak será el infierno mismo. Esa es nuestra hipótesis, y perdón por dramatizarla. Pero más vale hablar claro y fuerte hoy que rasgarse las vestiduras hipócrita y cobardemente el día de mañana. El pueblo estadunidense está a tiempo de rectificar. El mundo de hoy, más allá del asunto de las épocas, no es el mismo que en los años de Vietnam. Si el gobierno de Estados Unidos decide invadir Irak, las respuestas que encontrará dentro y fuera de ese país serán de tal magnitud -según creemos- que entonces sí marcarán indefectiblemente el final de la hegemonía estadunidense y el comienzo de una nueva época: la época donde desaparecen todas las hegemonías.

Sea o no Estados Unidos la potencia indiscutible de nuestra época, no tiene ningún derecho, mucho menos una razón, para colocar a la humanidad toda al filo de una guerra más terrorista y destructiva que ninguna otra. Pero en todo caso es un problema de Estados Unidos y de su pueblo. Este sabrá oponerse, como ya lo hace, a un gobierno no sólo ilegítimo sino francamente irresponsable. Valga la autodeterminación de todos, y por ningún motivo queremos condescender con prácticas intervencionistas.

Lo que no es aceptable en lo más mínimo es que el gobierno mexicano lleve sus instintos hacia la sumisión y la servidumbre al punto de agregar a dos connacionales al torpe juego de los inspectores internacionales en Irak. La mejor tradición y la obligación aún constitucional (artículo 89, fracción X) de México es la de involucrarse siempre en las causas de la paz. Pero ya no de cualquier paz. Enérgica y puntualmente: de una paz justa y digna como la que sigue demandándose en Chiapas y en todo el territorio nacional. Predicar con el ejemplo es lo menos a exigirle a este gobierno mexicano, también conocido como foxiano, tan ducho hasta ahora sólo en los rollos y en los desplantes discursivos.

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