ENTREVISTA JULIANA
GONZALEZ VALENZUELA PROFESORA EMERITA DE LA UNAM
El mercado de humanos sería lo más aberrante
CLONAR A UNA PERSONA HOY DIA, "PREMATURO E IRRESPONSABLE"
La también presidenta del Comité de Etica
del Consorcio Promotor del Instituto de Medicina Genómica analiza
los problemas éticos y filosóficos que plantea la clonación
y advierte sobre los riesgos que conlleva este avance científico-técnico
KARINA AVILES
Juliana González Valenzuela, profesora emérita
de la Facultad de Filosofía y Letras (FFL) de la UNAM y presidenta
del Comité de Etica del Consorcio Promotor del Instituto de Medicina
Genómica, advierte que una de las posibilidades "más amenazantes
de la clonación" de seres humanos es la creación de un mercado
de personas que negaría absolutamente su condición humana.
Se trata, dice, de "la posibilidad de que mi clon (o mis
clones) pueda ser 'repuesto biológico' de mí mismo, que permita
mi regeneración y una cuasi 'inmortalidad'. ¿Llegará
a tal grado la patología narcisista del humano? Pues una cosa es
el afán de inmortalidad y de sobrevivir en los 'vástagos',
particularmente en los clones. Otra, en cambio es la instrumentalización
y cosificación de éstos: la negación absoluta de su
condición humana", expone.
González
Valenzuela, quien es de las pocas filósofas en México que
se han dedicado a reflexionar y analizar los problemas éticos y
filosóficos que plantean las nuevas técnicas de la ciencia,
como la clonación, señala contundente: "El mercado de humanos
sí sería lo más humanamente aberrante".
En un cuestionario que respondió por escrito a
La Jornada, la autora de El poder de Eros: Fundamentos y valores
de ética y bioética, habla del significado filosófico
y ético que tendría la clonación humana en un previsible
futuro en que ésta fuera científica y técnicamente
factible por haber eliminado al máximo los riesgos, pues actualmente,
precisa, los únicos criterios autorizados, que son los provenientes
de la ciencia, indican que no es posible efectuarla por los altos peligros
que conlleva.
En este contexto, no de "hoy" sino de "mañana",
en que la clonación reproductiva fuera viable por los motivos antes
expresados, "el rechazo no se produce por mero conservadurismo, ni sólo
por motivaciones religiosas, sino también por razones científicas,
filosóficas y sociales", apunta.
González Valenzuela, integrante del Instituto Internacional
de Filosofía, manifiesta que quienes se oponen a la clonación
de humanos ponen el acento en los derechos humanos de quienes nacieran
mediante esa técnica: los clones. "Hacen un esfuerzo por imaginar,
reflexionar, cuál sería su condición psicológica,
ética, jurídica e incluso ontológica, su autoconciencia
y las vivencias que tenga de sí mismo quien ha nacido por clonación."
Además, llama la atención sobre el carácter
repetitivo del clon -por ser una copia del programa genético del
cual ha sido clonado- y la mengua de su identidad. Así, esta forma
de reproducción sería un "atentado a la identidad de la persona
humana y con ello a su esencial dignidad, a su intrínseca condición
de ser único y autónomo que define al ser humano en su propia
esencia. Y al carecer de identidad, el clon tendría serios conflictos
e incluso daños irreversibles de orden sicológico, moral
y social".
Quienes defienden la clonación humana apelan al
derecho a la libre reproducción que tiene todo ser humano y parten
del reconocimiento de que la identidad genética no es absoluta porque
si bien nuestros genes nos determinan indudablemente, también nos
determina el ambiente, la situación histórica, educativa,
cultural, económica y familiar. Visto así, lo idéntico
de los clones a su progenitor sería su genética, pero no
su historia, no su identidad personal y social.
Sin embargo, añade, esto no parece ser suficiente
porque también hay otros cuestionamientos que derivan del problema
de la biodiversidad humana, que no es tan sólo un hecho crucial
para la biología, sino también para la antropología
filosófica o la ontología del hombre, no se diga para la
ética.
Biológicamente, agrega, la clonación humana
no contribuiría a tal biodiversificación, aunque a juicio
de algunos de sus defensores sí a la estabilidad genética.
"Además, insistirían en que no se trata sólo de la
vida biológica, sino de la vida humana: bio-sico-social, bio-ético-cultural.
La diversidad, la diversificación, la alteridad pueden y deben asegurarse
por la vía ético-cultural, al igual que la identidad."
Diferencia esencial
La filósofa destaca que en todo este debate es
fundamental no contribuir a la confusión entre clonación
con fines terapéuticos y la de fines reproductivos.
Esta diferencia, precisa, no es superflua, sino esencial.
En la terapéutica se clona para dar lugar a un embrión o
prembrión de unas cuantas células que sobrevive un máximo
de 14 días y que de ningún modo es implantado en el útero
para que se desarrolle como organismo completo. Su objetivo es disponer
de las llamadas "células madre" o "troncales", cuyo poder regenerativo
y curativo es excepcional si provienen del organismo clonado.
En la clonación reproductiva se persigue la gestación
y el nacimiento de un humano. "En la investigación terapéutica,
el prembrión será destruido, mientras que en la clonación
reproductiva lo que se busca es su crecimiento y su vida."
La confusión entre ambas se ha prestado a valorar
la investigación terapéutica con argumentos negativos que
"son aplicables a la clonación reproductiva, generando un enorme
perjuicio a la investigación científica y médica",
expresa.
Para la ciencia y la tecnología, que son los únicos
criterios autorizados para saberlo, la técnica de la clonación
reproductiva, actualmente, "no es posible". Cualquier intento por realizarla
hoy es "prematuro" e "irresponsable" por los riesgos no sólo de
que surjan "monstruosidades sino de graves daños a la salud, a la
vida y a la dignidad de los humanos", aclara.
Hoy día, el margen de error y sus "catastróficas
consecuencias" es de tal magnitud "que ni por razones científicas,
ni éticas, ni humanas, se puede permitir". Lo anterior es lo que
hace de verdad alarmante que surja una secta o cualquier otro grupo que,
al margen de la comunidad científica, decida llevar a cabo la clonación
humana.
Independientemente del "fraude" que parece haber en el
anuncio de los primeros clones por parte de la secta raeliana, lo preocupante
es que pueda existir un "grupo de granujas" que se lance por la libre a
hacerlo y lo logre eventualmente con toda la irresponsabilidad y los graves
riesgos que conlleva, alerta.
Frente a toda esta polémica es necesario, por un
lado, realizar una vasta y profunda reflexión colectiva, "un verdadero
debate plural y racional que analice cada arista del problema y tome decisiones
con criterios científicos y éticos, fieles a los valores
y derechos humanos, libre y comunitariamente asumidos".
Por otro lado, en caso de que se llegue a validar e incorporar
socialmente la reproducción por clonación, "ésta habrá
de ser complementaria y muy probablemente minoritaria. Además de
estar sujeta a regulaciones muy precisas, tanto morales como legales que
aseguren el desarrollo de la identidad y de la diversidad humanas, del
respeto a la dignidad y libertad de los clones, de modo que se trasciendan
los narcisismos y sobre todo, las nuevas modalidades de dominio y esclavitud,
de vasallaje y cosificación de los seres humanos".
González Valenzuela señala que acaso lo
que sí llegue a ser posible y "eventualmente justificable", sea
la clonación de tejidos y órganos de "partes" corpóreas
que funcionen como repuestos o refacciones, pero de ninguna
manera podría tratarse de un ser humano completo, estructurado en
su todo orgánico, con carácter de persona. "Ni tampoco, desde
luego, puede ser éticamente admisible la comercialización
de la vida humana. 'El mercado de humanos' sí sería lo más
humanamente aberrante", subraya.