Lo caracterizó el rigor artístico,
evalúa Monsiváis
Cierra el pintor michoacano gran época del arte
nacional
Tuvo tímidos acercamientos a las vanguardias,
indica Tibol Tenemos que ver su obra junta, pide Juan Soriano
CESAR GÜEMES Y RENATO RAVELO
Colegas, alumnos y amigos del pintor Alfredo Zalce coincidieron
en que con su muerte se cierra una gran época dentro del arte mexicano.
En particular, consideraron que es momento de una amplia retrospectiva
para conocer con detalle la importancia del legado pictórico que
el creador michoacano deja al país.
Carlos
Monsiváis señaló que Alfredo Zalce "fue un creador
de enorme y permanente disciplina. Su vida artística abarcó
muchísimas etapas inusitadas por su rigor artístico y su
apego a la fe en que el tema no demeritaba la obra de arte. Fue pintor
y grabador de la etapa inmediatamente posterior al primer muralismo y,
de seguro, de modos muy diversos, Diego Rivera, José Clemente Orozco
y David Alfaro Siqueiros tuvieron muchísimo que ver en su perspectiva
del arte, no en su técnica, pero sí en su visión del
mundo. Perteneció a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios,
a la gran etapa del Taller de Gráfica Popular. Estuvo muy cerca
de las causas de izquierda, aunque nunca fue alguien señalado o
señalable como sectáreo. Su trabajo con temas de la vida
de las poblaciones mayas de Yucatán es memorable, como lo son varios
de sus óleos y muchísimos grabados. Creo que será
importante que Bellas Artes le dedique una gran retrospectiva para que
se pueda apreciar el conjunto de una obra regida por la excelencia y por
la idea de que el compromiso político no disminuía la creatividad".
La crítica de arte Raquel Tibol consideró
que la larga vida de Zalce resultó muy productiva: "siguió
una línea levemente zigzagueante entre lo que podemos denominar
tímidos acercamientos a las vanguardias del siglo que le tocó.
Si bien siempre quiso que se le reconociera como un artista mexicano, se
acercó en muchos momentos a L'école du Mexique, en el sentido
de que estaba influido por algunos maestros franceses de las vanguardias,
digamos que miró con interés a Matisse. Y aplicó estos
conocimientos de producción estética a su entendimiento de
lo mexicano. Alternó en su temática los argumentos campesinos
y urbanos.
"Practicó escultura, dibujo, mural, tapiz y un
amplio espectro de posibilidades plásticas, a veces con aciertos,
a veces con desaciertos. Por eso digo que se puede manejar la línea
zigazgueante, de bueno a menos bueno y otra vez a bueno. Siempre discreto,
Zalce tuvo sus convicciones, pero participaba poco en la vida pública
a diferencia de su contemporáneo José Chávez Morado.
El acercamiento a la escultura le vino influido por Fernando Gamboa, cuando
en los años 50 le encargó piezas para los remates de los
elevadores del Centro Médico Nacional, y a partir de entonces tuvo
un acercamiento más franco hacia este arte. En cuanto a los murales
hay uno que está por encima de todos los que realizó: el
del Museo Regional de Morelia, Michoacán, en el que hace una rotunda
defensa alegórica del Tercer Mundo. En el tiempo que pintó
ese mural era un tema muy candente, se tenía una idea de Tercer
Mundo combativo y solidario, que buscaba convergencias entre los países
menos desarrollados. Todos los elementos de ese mural tienen un alto contenido
plástico.''
A su vez, Juan Soriano recordó que vio a su colega
hace poco: "casi ni hablamos, estaba muy distraído e impaciente,
no estaba ya con nosotros. Pensé que íbamos a tener una conversación
simpática. Indudablemente su vocación era dejar un legado
de lo que había vivido. Tuvo una vida bastante larga, llena de trabajo
y amigos. De algunas de sus obras se saben cosas, para enriquecerla los
especialistas tendrán que hablar de lo que significó la presencia
de un gran artista con vocación. Tendríamos que poder ver
su obra junta en alguna ocasión''.
La
pintora Carmen Parra lamentó que ya se hayan ido casi todos los
maestros de esa generación, "con Zalce se cierra una gran época
de México que echó mano de la tradición de la provincia.
En su trabajo quedó plasmado un mundo que ya no existe. Su obra
de caballete está ya dentro de nuestra memoria cotidiana. Perteneció,
digo, a una generación que se ha ido acabando poco a poco. La esencia
de lo que es el país se va diluyendo, por desgracia, en este orbe
polarizado. La obra de Zalce, junto con la de otros grandes maestros, nos
recuerda, sin embargo, ese pasado. Con la partida de Zalce se va, digamos,
nuestra infancia. Con su muerte se desprende para siempre un pedazo de
nuestra vida como país".
Luis Nishizawa, alumno de Zalce, consideró que
tanto su maestro como José Chávez Morado "fueron los dos
últimos muralistas. Zalce nos dio un ejemplo. Era un hombre de izquierda,
pero abierto a todas las corrientes, a todo lo que tuviera que ver con
ser humilde".