León Bendesky
Gobierno
Los recientes cambios en el gabinete han tenido una causa visible: la renuncia de Jorge G. Castañeda en Relaciones Exteriores. Ese hecho ha provocado los cambios, pero no los explica. Se aprovechó la oportunidad para dar cabida al ex gobernador Fernando Canales, de Nuevo León, en el equipo más cercano del Presidente y se escogió para ello la cartera de Economía. Ni una ni otra circunstancia es trivial. Destaca de modo claro la procedencia del nuevo miembro del gobierno, en cuanto al estado del que proviene, su extracción entre los grandes empresarios y su influencia en Acción Nacional, y también sobresale la ubicación que se le ha dado en el gobierno.
El estado de Nuevo León representa, sin duda, una alianza relevante para Vicente Fox por su peso en el poder económico del país. En la designación de Canales no sólo debe verse lo que parece obvio en términos de los apoyos políticos que representa, o incluso en cuanto a las cuestiones relativas a la sucesión, a pesar del tiempo recorrido de este sexenio, una tercera parte, y hasta de la difícil relación del Presidente con su partido, que se aprecia de modo creciente. Parece, igualmente, un intento por rescatar el proyecto económico ofrecido como parte central del programa del gobierno del cambio, que está debilitado y muy cuestionado. Rescate que pone en claro la visión que prevalece.
Un tiro que intenta matar dos pájaros, pero que evidencia la fragilidad original del proyecto que el tiempo no ha hecho sino profundizar. Se suponía que era precisamente en el campo de la gestión económica en el que Fox propondría una nueva vía, aunque reconocía implícitamente que se basaba en la misma política implantada por los tres últimos gobiernos priístas.
La gestión en las secretarías de Economía y de Hacienda prueba fehacientemente esta cuestión. El cálculo no fue bueno, pues partía de un error esencial que está expresado en la condición de estancamiento con crisis que ha definido a la economía mexicana en los pasados 20 años y que no se puede superar. En el error lleva su penitencia este gobierno.
La entrada de Canales en Economía debería verse como un reconocimiento de parte de Fox de que su estrategia no ha funcionado en cuanto a la aplicación de mecanismos para provocar la recuperación de la actividad productiva y la creación de empleos. En este sentido la gestión de Luis Ernesto Derbez es gris y no deja una marca favorable. En este cambio se expresa la insuficiencia de la política económica que se aplica y lo desplaza para darle entrada a su nuevo aliado. Los cambios han llegado hasta la subsecretaría para la pequeña y mediana empresas que encabezaba Juan Bueno, y que se dirigía al sector que el mismo Presidente ha fijado como objetivo principal de su atención para la recuperación. ƑSe empezará ahora de nuevo con otro equipo y otros criterios de fomento? ƑCuál es el proyecto del nuevo secretario?, si es que tiene alguno.
Lo que aún no se aprecia en el liderazgo de Fox es una estrategia clara y definida para gobernar, y eso no involucra sólo a las áreas que ha recompuesto ahora o las personas encargadas; piénsese, tan sólo como muestra, en los casos de dependencias como Agricultura o Comunicaciones.
El arte de gobernar tiene que ver con ideas claras y proyectos con visión, además de formas eficaces de administrar y de negociar políticamente las medidas que se quieren aplicar. Eso es lo que la población no ha visto del gobierno del cambio y no se advierte tampoco de los movimientos recientes en el gabinete.
La recomposición del equipo de gobierno no augura una modificación significativa de las tendencias que sigue esta administración. Lo que marca las acciones del gobierno son intentos de contención de los desequilibrios más ostensibles de la economía, junto con una paciente espera de que se recupere del modo más rápido la economía de Estados Unidos y como una locomotora vuelva a jalar este cabús.
La insistencia en que se ha mantenido la estabilidad macroeconómica y que no hubo crisis con el cambio de gobierno es un argumento que tiende a hacerse cada vez más endeble, en la medida en que el crecimiento económico hasta ahora es prácticamente nulo. En los dos primeros años del gobierno el producto ha crecido en promedio menos de 0.5 por ciento y la inflación ha sido, también en promedio, más alta de la pronosticada, por encima de 5 por ciento. Ni con una permanente restricción monetaria ni con un control estricto del déficit fiscal se despeja el persistente lento crecimiento y se ha podido controlar la inflación.
Este año de elecciones legislativas y de gobernadores en algunos estados será de mayor presión para el presidente Fox. Del gobierno federal esperaríamos planteamientos más claros de cómo conducir al país en la economía y en las relaciones básicas que no están definidas esencialmente en el sentido político y legal. Es también momento de que los partidos hagan de la política una actividad creativa, que capte la atención de los ciudadanos que no ven en ella una alternativa concreta de recuperación de la estabilidad social. En ambos casos las dudas son muy grandes