AL: NEOLIBERALISMO A LA BAJA
La
llegada del ex coronel ecuatoriano Lucio Gutiérrez a la presidencia
de su país parece representar el punto de partida para un viraje
político importante en la nación andina y tiene, además,
una significación relevante en el ámbito latinoamericano.
En el escenario de Ecuador, el inicio del nuevo mandato
genera expectativas entre los sectores mayoritarios y depauperados, par-
ticularmente los grupos indígenas, que desde hace varios años
han venido protagonizando movilizaciones para sacar del poder a una clase
político-empresarial profundamente corrupta que, en su descomposición,
ha perdido la noción de límites entre lo público y
lo privado. Ante la circunstancia nacional de desastre económico
y moral provocada por los gobiernos de Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad
y Gustavo Noboa, Gutiérrez propone acciones reivindicatorias atractivas:
una cruzada nacional contra la corrupción, la reducción del
IVA del 12 al 10 por ciento, el incremento gradual del presupuesto educativo
hasta que alcance el 30 por ciento de los gastos gubernamentales, el establecimiento
de un seguro universal de salud, la dotación de vivienda subvencionada
a cuatro millones de familias y otras medidas de sentido social que resultan
cruciales en una nación en la que más del 70 por ciento de
la población se encuentra por debajo del nivel de pobreza.
Al mismo tiempo, el nuevo gobierno introduce en la escena
ecuatoriana diversos interrogantes. La cruzada contra la corrupción
que propone Gutiérrez no está exenta de aspectos autoritarios,
e incluso draconianos, como la propuesta de aplicar sentencias de cadena
perpetua a cualquier funcionario que malverse fondos públicos superiores
a cinco mil dólares. En otro sentido, los detractores locales del
nuevo presidente le auguran un choque rápido con los organismos
financieros internacionales como consecuencia de las estrategias económicas
propuestas. Adicionalmente, Gutiérrez tiene ante sí un Congreso
mayoritariamente opositor, dominado por sus enemigos acérrimos socialcristianos.
En el ámbito regional, la asunción de Gutiérrez
constituye una derrota más para los representantes del neoliberalismo,
hoy atrincherados en las instituciones públicas de América
Latina. Los gobiernos de Hugo Chávez, en Venezuela, de Lula, en
Brasil, y el que inició ayer en Ecuador, son singulares y muy distintos
entre sí, pero parten del denominador común de la búsqueda
de alternativas a las depredadoras y corruptas ortodoxias económicas
impuestas en el subcontinente por los organismos financieros internacionales
aliados con sectores político-financieros locales. Sin contar a
Cuba, que es evidentemente caso aparte, en el subcontinente emergen tres
propuestas de gestión pública que desafían los dogmas
neoliberales: la venezolana parece desembocar, en estos momentos, en una
grave y peligrosa polarización política nacional, en la cual
no están ausentes las tentaciones golpistas y las tendencias autoritarias;
la brasileña, que apenas comienza, ofrece esperanzas fundadas de
una transformación social tan profunda como pacífica; habrá
que ver cómo se desarrolla la ecuatoriana.