MAR DE HISTORIAS
Las mil y una noches
CRISTINA PACHECO
Delia bebe otro sorbo y agita la taza como si fuera a leer los posos del café. Carmen la observa complacida y sonriente:
-ƑTe sirvo otro poquito?
-Me encantaría pero si tomo más no duermo-. Desliza la mano sobre el tapiz del sillón que ocupa. -šQué bonito! ƑEs nuevo?
-Lo compré ahora que vino Alicia. Como me avisó que llegaría con Marco y con el niño, pensé en dejarles mi racámara y yo dormir en el sillón.
-Se me hace que Licha ya no vuelve a radicar en México.
-A mí también. Marco tiene una buen trabajo y mi nieto, Rodney, va a la escuela-. Carmen suspira: -Es natural que los jóvenes hagan su vida. Lo bueno es que yo tengo trabajo y no me he separado de mis amistades.
-ƑVes a todas las muchachas?- Delia ríe con malicia:
-ƑMuchachas? Ya todas andamos por los cincuenta.
-Sí, comemos juntas algunas veces. Angelina es la que se me ha desaparecido. Esta Navidad tampoco me habló.
-No me extraña y no dudes de que jamás vuelva a llamarte. Angelina es de las personas que son amigas cuando les conviene y si no, te dan la patada. Pero mejor hablemos de otra cosa.
-Cuéntame, Ƒcómo está tu hijo Eduardo? ƑYa se casó?
-Eso es lo que me tiene tan mortificada.
-Me imagino por qué: no te gusta tu nuera.
-No están casados. Hasta ahorita, gracias a Dios, no han tenido hijos. Con la situación que estamos viviendo...
-Pero a Lalo le irá bien. Estudió veterinaria.
-Y después ciencias políticas, luego le dio por la física y últimamente anda en la música.
-Un sabelotodo.
-Más bien dicho un bueno para nada-. Delia inclina la cabeza: -Aunque sea mi hijo, tengo que reconocerlo.
-Y su mujer, Ƒqué tal es?
-ƑDoniazada?- Delia advierte el asombro de su amiga: -Qué quieres: así se llama. A su mamá le encantaron Las mil y una noches y le puso a su hija el nombre de la hermana de Sherezada.
-ƑY cómo es?
-ƑLa verdad? Muy flaca. A mí no me gusta. Ahora que la conocí, pensé: Ƒesta es la maravilla que encantó a mi hijo?
-O sea que Eduardo y Dona-asada, perdón, Doniazada... están empezando a vivir juntos.
-No: están empezando a vivir en mi casa. Con lo chiquita que es, Ƒte imaginas lo apretados que estamos?
-Sé positiva: piensa que al menos tienes compañía-. Carmen inclina la cabeza: -Hay noches en que me angustio por no tener con quién hablar, sentarme a la mesa, ir a un cine.
-No creas que mi situación es distinta-. Delia se quita el suéter. -Ellos se levantan muy tarde, según esto son seres nocturnos. No te rías: eso fue lo que me dijo Doniazada la primera vez que volví de trabajar y me los encontré acostados. Imagínate: a las dos de la tarde. Por eso comen a las cinco y cenan a las tres de la mañana.
-Mientras ella cocine, ša ti qué!
-ƑElla, cocinar? šNunca! Si no guiso, habla al restorán y pide sushi. Le encanta porque no engorda. Y es cierto: enflaca, pero mi cuenta de ahorros.
-ƑY cuánto tiempo llevan en tu casa?
-Llegaron por una noche y ya tienen dos meses-. Delia se exalta: -Si ahorita fueras a mi departamento, no lo reconocerías: como duermen en la sala, todos los sillones están llenos de revistas, periódicos, ropa, cepillos, zapatos.
-Habías de decirle a Doniazada que al menos levante eso.
-ƑA qué horas se lo digo? En la mañana, cuando salgo, duermen; a las tres, cuando vuelvo, se están bañando juntos. Terminan su comida y se van a caminar. Aprovecho para ver la tele. Ellos la odian y si están en la casa no me dejan encenderla.
-Francamente, me da coraje. Están en tu casa, es tu tele. šPárales el alto! Que Eduardo se busque dónde vivir, que se haga responsable de su mujer, que trabaje.
-Dice que busca y no encuentra nada.
-Ese es su problema, ayudarlo, aunque es muy difícil. Imagínate: A Eduardo le encanta tocar la batería y a Doni quemar pajitas de sándalo, que para la buena vibra. Entre el ruidero y la peste, me mareo y mejor me salgo a la calle. Hoy, por ejemplo.
-Pues qué bueno porque, gracias a eso, al fin te vi. Hace años que no me visitabas. ƑCómo se te ocurrió venir?
-Andaba cerca y dije: ahora sí voy a platicar un ratito con Carmen-. Mira su reloj: -šRatote! Llegué a las seis y...
-šOlvídalo! Por mí encantada-. Se levanta y abre una vitrina: -Tengo unas galletas muy ricas, me las trajo Alicia de Los Angeles, son de vainilla.
-Ese sabor nunca me ha gustado. ƑNo tendrás alguna otra cosa para picar?- Delia se acerca a la vitrina y abre las puertas superiores: -šPalmitos, qué rico!
-ƑSe te antojan? Te abro la lata.
-Pues sí pero comerlos solos, como que no...
-En el refrigerador tengo jamón...
-Perfecto-. Delia se vuelve hacia la sala: -En serio que está bonito tu sillón. Y dices que es muy cómodo.
-Mucho, y el tapiz es lavable-. Carmen se asoma a la puerta de la cocina: -ƑTe gustan las galletas saladas?
-Si tuvieras bolillito... -Delia ríe: -šQué latosa soy!
-šTonta! Déjame consentirte-. Carmen reaparece con un platón: -Es carne en adobo. Para que no se te haga muy tarde, Ƒpor qué mejor no cenamos?
-Te acepto la invitación-. Delia consulta su reloj otra vez: -Ay, no: van a dar las nueve. Creo que mejor me voy, no sea que más noche me asalte un infeliz.
-Entonces quédate aquí y mañana temprano te vas-. Mira el teléfono: -Llama a Lalo para que no esté con pendiente...
Delia se cala los anteojos que cuelgan de una cadena sobre su pecho y marca un número. Enseguida logra la comunicación:
-ƑDoniazada? Pásame a Lalo por favor-. Ve a su amiga desdoblar el sillón: -Hijo, no me esperen. Voy a quedarme con Carmela. Cierren muy bien la puerta... Ay, no: se me olvidaron mis llaves. Bueno: ustedes me abren. Sí, ya sé que no se levantan temprano. Llegaré como a las dos de la tarde. Hasta mañana.
Delia corre a la mesa y devora el guisado y los palmitos, mientras Carmen la observa enternecida; luego, como una hermana mayor, le pregunta si está cansada.
-Mucho. Llevo meses sin dormir. Creo que voy a acostarme, pero antes... -se levanta y forma un altero de platos.
-Deja eso. Yo los lavo. Tú vete a dormir.
Delia suspira, le da un beso en la frente y se dirige al sillón donde se queda dormida de inmediato. Suena el teléfono y Carmen, de puntitas, va a contestar.
-ƑAngelina? šQué alegría! šFelicidades! ƑNo me oyes? No, estoy bien. Hablo quedito porque no quiero despertar a Dalia. Sí, la misma. No sabes todo lo que le ha sucedido-. Exaltada, Carmen resume la situación de su huésped. Angelina la interrumpe y toma la palabra. Cuando ella termina Carmen, incrédula, repite lo que escuchó: -ƑO sea que Eduardo y su esposa corrieron a Delia porque ya no la soportaban? Y entonces, con el mismo cuento que acaba de hacerme a mí, convenció a tu prima Rocío de que le permitiera dormir una noche en su casa. ƑY cuánto se quedó allí?
Carmen no llega a escuchar la respuesta de Angelina porque Delia interrumpe la comunicación de un manotazo:
-Yo te lo digo: fueron más de mil noches. En estos tres añitos pasaron muchas cosas-. Se acerca y acaricia la mejilla de Carmen: -Empezaré a contártelas mañana, porque hoy es muy tarde y las dos necesitamos descansar.