Reditan Canasta de frutas...
La riqueza del huapango en un disco
ANGEL VARGAS
Para el compositor Jesús Echevarría, de
quien acaba de ser reditado el compacto Canasta de frutas mexicanas,
en la música no existen géneros mayores ni menores. Si acaso
acepta una clasificación es la concerniente a la calidad: buena
o mala, no más.
A partir de ese criterio, su quehacer se ha distinguido
por abrevar sin prejuicios ni pudores en lo tradicional y lo popular para,
a partir de esas expresiones, crear música de concierto.
Su
afán -según ha explicado el también musicólogo-
no es folclorista ni proponer un neonacionalismo, sino revalorar y colocar
en su justa dimensión la riqueza de la música popular, en
ocasiones poco apreciada en el ámbito de lo clásico o académico.
Echevarría se ha enfocado sobre todo hacia el terreno
del son, luego de que en los albores de la década de los 70 descubrió
la música de la Huasteca en San Luis Potosí, gracias al trío
Tamazunchale.
Acerca de esta expresión, ha dicho: "En general
la música de son, pero en particular el huapango, tiene una gran
riqueza en todos aspectos: musical, poético, la necesidad del virtuosismo
en el violín, la improvisación de versos, el canto con falsete,
los rasgueos de la jarana y el zapateado. Todo (eso) contribuye a hacerlo
un género prodigiosamente rico".
La Suite huasteca
En el disco Canasta de frutas mexicanas (aparecido
hace un año bajo el sello de Quindecim Recording y ahora merced
al Programa de Desarrollo Cultural de la Huasteca del Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes) queda bien en claro el gusto y la inquietud
del compositor por ese género musical, pues está integrado
por una decena de canciones con sabor a huapango y la Suite huasteca.
''Mi intención era hacer una obra divertida, disfrutable,
con buena música y no dejar huella o hacer un huapango contemporáneo.
Pienso que esas cosas se van ubicando solas, con el tiempo", ha comentado
''Ojalá la gente se interesara y valorara más
este tipo de música, no porque sea nuestra, sino porque es buena,
de excelente calidad. En el huapango hay una vida interna en el ritmo:
se oye como una corazón, como una respiración. Esos corazoncitos
cambian, no solo de huapango en huapango sino de región en región.''
En el mencionado álbum, en cuya grabación
participaron el Cuarteto de Cuerdas Ruso-Americano y la soprano Lourdes
Ambriz, cada una de las piezas hace las veces de una fruta mexicana, y
así pueden encontrarse canciones que hablan sobre el tejocote, la
guanábana, la tuna, el limoncito y la guayaba, entre otras.
La Suite huasteca, en tanto, se distingue porque
en lugar de minuetos, gigas y zarabandas, Echevarría retoma el son
de la región y sus distintas variedades, como son los melancólicos
y lentos en tono menor y los alegres y cautivadores. Está escrita
para cuarteto de cuerdas y jarana, esta última interpretada por
el propio autor.
Inspirarse en la música tradicional o popular,
según el creador, es una práctica "muy vieja", incluso utilizada
por el mismo Bach y en el caso de México sobran ejemplos: Blas Galindo
con sus Sones de mariachi, José Pablo Moncayo con su Huapango
y Arturo Márquez con sus danzones.