Gobierno y lacandones los acusan de delitos
ambientales
Veinte demandas contra indios de Montes Azules
En los próximos días se reactivarían
los juicios
JUAN BALBOA CORRESPONSAL
San Cristobal de Las Casas, Chis., 5 de enero. Los
pobladores de unos 40 asentamientos ubicados en la reserva de la biosfera
Montes Azules, uno de los últimos reductos de bosque tropical, comenzaron
este año acorralados y amenazados por unas 20 denuncias judiciales.
La comunidad lacandona los acusa de despojo y dependencias del gobierno
federal de delitos ambientales. Los juicios podrían ser reactivados
en los próximos meses, para posteriormente dar paso a los desalojos.
La comunidad lacandona presentó en meses recientes
las denuncias de despojo ante autoridades judiciales de la federación
y del estado, pues considera que le pertenecen las tierras a partir de
decretos emitidos durante el gobierno del presidente Luis Echeverría.
A las demandas de los lacandones se suman cuatro de la Procuraduría
Federal de Protección al Ambiente.
Documentos de la Dirección Nacional de Areas Naturales
Protegidas de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales
(Semarnat) confirman que la comunidad lacandona presentó al menos
16 denuncias por despojo y las averiguaciones previas han sido integradas.
Señalan que 31 asentamientos de pobladores provenientes de las cañadas
y Altos de Chiapas -muchos están vinculados con el EZLN- se encuentran
dentro de las tierras de los lacandones.
La Dirección Nacional de Areas Naturales Protegidas
asegura que la tasa de deforestación en Montes Azules ha sido de
593 hectáreas por año, principalmente en el periodo 1970-1993,
pero destaca que desde 1994 les ha sido difícil el acceso a la zona
para evaluar los daños y presentar otras denuncias por delitos ambientales.
Los
gobiernos estatal y federal mantienen una relación casi de complicidad
con la comunidad lacandona, a la que le dan a conocer cada una de las acciones
que realizarán contra los asentamientos irregulares de Montes Azules.
Las pequeñas chozas que abandonaron cuatro familias a finales de
diciembre del año pasado en el asentamiento conocido como San Pablo
o Lucio Cabañas fueron destruidas inmediatamente por los lacandones,
quienes estaban informados del desalojo.
De acuerdo con testimonios recabados por el Centro de
Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (CDHFBC), las cuatro
familias desalojadas y trasladadas por funcionarios de la Procuraduría
Federal de Protección al Ambiente (Profepa) a la ciudad de Comitán,
con la promesa de entregarles 20 hectáreas por familia, perdieron
todos sus utensilios, porque fueron destruidos por los lacandones.
Las familias dejaron sus pertenencias y fueron trasladadas
a un albergue en Comitán. Una de las personas entrevistadas por
los promotores del CDHFBC declaró:
"Ya que estábamos aquí nos trajeron nuestras
ollas y otras pertenencias que dejamos, pero llegaron rotas. Ya no sirven.
Los policías nos dijeron: 'los lacandones entraron y destruyeron
los utensilios'. Para qué queremos así nuestras cosas, si
ya no sirven. Aquí estamos pobres, jodidos, desplazados."
Y se preguntan:
"¿Por qué los lacandones tienen más
derechos que nosotros? Nosotros también somos indios, mexicanos
y chiapanecos, y no tenemos tierras. En cambio, los lacandones tienen mucha.
¿Ellos tienen más derecho que nosotros? ¿Valen más
que nosotros?"
El CDHFBC hizo una investigación de la dramática
historia del primer grupo que fue desalojado de Montes Azules por la Profepa.
Integrado por indígenas choles, el grupo ha sufrido cuatro desplazamientos
sin que hasta la fecha el gobierno haya atendido su derecho a la tierra.
Son originarios de Tontiepá, municipio de Tila.
Por falta de tierras, en 1992, se fueron de Tila a la zona de Marqués
de Comillas, donde fundaron la comunidad Río Salinas. El segundo
desplazamiento lo realizaron el 2 de noviembre de 2000, asentándose
en la comunidad Absalón Castellanos, en la zona de Marqués
de Comillas.
El tercer desplazamiento lo efectuaron el 5 de marzo de
2002, cuando se trasladaron a la comunidad Agua Dulce. Finalmente, el 29
de octubre pasado se internaron en Montes Azules, instalándose en
la comunidad Arroyo San Pablo, de donde fueron desalojados por las autoridades
en diciembre pasado.
"El problema central es el desplazamiento forzado, sin
reparación del daño por parte de autoridades. En consecuencia,
se vieron obligados a ocupar tierras. Entonces, de ser víctimas
pasan a ser delincuentes, por haber despojado al gobierno de tierra para
luego sufrir nuevamente otro hecho: el desalojo sin una verdadera solución.
Este hecho forma parte de la amplia realidad del conflicto armado irresuelto",
subraya el organismo.
Se privilegia la lógica de la inversión
económica: CDHFBC
El CDHFBC asegura que el verdadero interés de los
gobiernos estatal y federal de desalojar a los indígenas de Montes
Azules es para apropiarse recursos naturales, con el propósito de
formar zonas reservadas al sector privado e impulsar proyectos de bioprospección.
En una investigación, el CDHFBC considera que la
dimensión de la guerra contra los habitantes de la reserva es económica
y las víctimas serán una vez más los indígenas
desplazados por la falta de tierras. "Se privilegia la lógica de
la inversión económica", asegura.
Señala que con la aprobación del proyecto
neoliberal el gobierno estatal que preside Pablo Salazar Mendiguchía
se comprometió a darle continuidad a la implementación del
Plan Puebla-Panamá, para posibilitar zonas reservadas, proyectos
de bioprospección, reubicación de comunidades y limitar derechos
agrarios.
El CDHFBC precisa que los argumentos oficiales son que
la gente representa un peligro ecológico, que están violando
las leyes de reserva y, por tanto, merecen castigo.
"Consideramos que el verdadero interés de varios
funcionarios de los gobiernos estatal y federal radica en los recursos
naturales, pero excluyendo a la población indígena y privilegiando
la lógica de inversión económica. Por tanto la guerra
es económica."