Llama el presidente a estructurar el combate
al hambre en "una gran causa nacional"
No soy resultado de una elección, sino de una
historia, afirma Lula
Miles de brasileños lo vitorean; algunos gastaron
sus ahorros para asistir a la fiesta en Brasilia
Hugo Chávez y Fidel Castro, entre los 15 jefes
de Estado y de gobierno presentes en su asunción
AFP, REUTERS Y DPA
Brasilia, 1o. de enero. Una eufórica muchedumbre
aclamó a Luiz Inacio Lula da Silva al paso del Rolls Royce descapotable
que lo condujo al Congreso, donde este miércoles por la tarde prestó
juramento como presidente de Brasil, y luego hasta el Palacio de Planalto,
donde recibió la banda presidencial.
El ex obrero metalúrgico, de 57 años, uno
de los fundadores del Partido de los Trabajadores (PT), prometió
combatir el hambre y la corrupción, crear empleo, privilegiar la
integración sudamericana revitalizando el Mercosur, y "recuperar
la diginidad del pueblo", en su primer discurso como presidente.
"Si al final de mi mandato todos los brasileños
tienen la posibildad de desayunar, comer y cenar, habré cumplido
la misión de mi vida", dijo el presidente, quien fue electo con
51 millones de votos en octubre pasado, en su cuarto intento por llegar
a ser titular del Ejecutivo.
"No soy resultado de una elección, sino de una
historia. Estoy concretando el sueño de varias generaciones que
antes de mí lo intentaron y no lo consiguieron", afirmó Lula,
quien de niño pobre y trabajador emigrado del paupérrimo
nordeste se convirtió en el primer presidente izquierdista del país
más grande de América Latina.
"¡Lula, Lula, Lula!", gritaban las decenas de miles
de brasileños -200 mil según organizadores, y 500 mil de
acuerdo con la agencia Dpa- que convergieron desde todos los puntos del
país en la Explanada de los Ministerios, en el centro político
de Brasilia, para asistir en un ambiente de fiesta a la toma de posesión
del ex obrero en quien depositaron sus esperanzas de cambio.
"Traje
a mis hijos para que participen de este momento histórico. Soy burócrata,
sin aumento de sueldo desde hace ocho años y me pongo en el lugar
de los padres que no tienen nada para darle de comer a sus hijos. El país
debe cambiar", declaró llorando Fatima Ayres, quien esperó
bajo la llovizna a que apareciera Lula. "Tengo tanta esperanza en él
que gasté todos mis ahorros para venir a verlo", declaró
a su vez un pescador que viajó desde el Amazonas para asistir a
la fiesta en la explanada, donde pantallas gigantes transmitieron la ceremonia
de investidura.
El presidente electo llegó en un vehículo
cerrado hasta la catedral de Brasilia, en la explanada, donde subió
a un Rolls Royce descapotable, regalo de la corona británica en
los años 50. En una pancarta delante de la catedral podía
leerse: "Lula, eres un ejemplo a seguir. De niño estuviste cerca
de la muerte, derrotaste los prejuicios y enfrentaste a la dictadura militar.
El pueblo que tiene fe en ti también tiene coraje. Puedes confiar
en nosotros".
El ex dirigente sindical quiso esta fiesta popular, inédita
para la investidura de un presidente y a la cual asistieron los presidentes
de Cuba, Fidel Castro, y de Venezuela, Hugo Chávez, entre los 15
jefes de Estado y de gobierno extranjeros presentes.
El futuro ministro de Cultura, el músico Gilberto
Gil, inauguró la fiesta con un reggae. Los cantantes de música
sertaneja (campesina) Zezé de Camargo y Luciano, amigos de
Lula, lo relevaron.
"Para nosotros es un gran momento de la historia. Somos
un país rico, pero dominado por la corrupción y esperamos
que el nuevo gobierno aporte nuevas perspectivas", afirmó la monja
Maria da Conceiçao, también presente en la concentración,
a la cual asistieron representantes de comunidades indígenas, pobres
nordestinos, abogados, profesores, funcionarios e incluso empresarios.
En la ceremonia de juramento en el Congreso, Lula y su
vicepresidente, el empresario conservador José Alencar, se comprometieron
a "mantener, defender y cumplir la Constitución, observar las leyes,
promover el bienestar general del pueblo brasileño, sustentar la
unión, la integridad y la independencia de Brasil".
En su discurso de 42 minutos, Lula esbozó las líneas
generales de su gobierno para los próximos cuatro años. El
ex obrero sindicalista que hoy culminó 27 años de lucha política
sostuvo que la palabra clave será el "cambio", destacó como
prioridad el combate al hambre y reclamó el tiempo necesario para
lograrlo.
"Transformaremos el combate al hambre en una gran causa
nacional", dijo el presidente, quien recordó que Brasil, país
con 54 millones de pobres, es una de las principales potencias agrícolas
del planeta.
El combate al desempleo será también su
"obsesión" y la lucha contra la corrupción y la impunidad
no tendrá tregua, para impedir que el fraude y el despilfarro "continúen
privando a la población de recursos que son suyos y que podrían
ayudar en su dura lucha por la sobrevivencia".
Exigió un pacto social para llevar a cabo reformas
como la del sistema de pensiones, la fiscal, la política y la legislación
laboral para impulsar "un nuevo ciclo de desarrollo nacional" en el país
que enfrenta una difícil coyuntura económica.
En este sentido, afirmó que la victoria de la izquierda
reveló "el agotamiento de un modelo que, en lugar de generar crecimiento,
provocó estancamiento, desempleo y hambre".
En política internacional, subrayó que la
gran prioridad será la construcción de una América
del Sur "políticamente estable, próspera y unida, con base
en ideales democráticos y de justicia social.
"Para ello es esencial una acción decidida de revitalización
del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), debilitado por las
crisis de cada uno de sus miembros y por visiones muchas veces estrictamente
egoístas", señaló.
Con Estados Unidos se buscará "una asociación
madura basada en el interés recíproco y en el respeto mutuo",
aunque advirtió que combatirá el proteccionismo, luchará
por la eliminación de barreras y tratará de obtener reglas
más justas y adecuadas.
El emisario enviado por Washington a la investidura, el
representante comercial Robert Zoellick, declaró en Brasilia que
el gobierno y el Congreso de su país quieren trabajar "con nuestros
amigos en Brasil para que la nueva administración sea un éxito".
Para el presidente George W. Bush, Brasil es un "aliado
clave" en el proyecto estadunidense de desarrollar el Area de Libre Comercio
de las Américas (ALCA) para 2005, dijo.
Por su lado, Chávez, quien se ausentó de
su país en momentos en que la oposición continúa sus
intentos de derrocarlo, dijo que la llegada de Lula traduce el sentimiento
del pueblo latinoamericano de acabar con el hambre y la pobreza.
Tiene grandes posibilidades: Castro
Fidel Castro, quien sacrificó su presencia en La
Habana para los festejos del 44 aniversario de la revolución que
lo llevó al poder el primero de enero de 1959, señaló
por su lado que ve a Lula con posiblidades de lograr grandes cambios en
Brasil, pero por vías diferentes a las de su revolución.
La calle, mientras tanto, fue escenario de una fiesta
popular comparada sólo con la que recibió a la selección
de futbol tras lograr la quinta Copa del Mundo.
Decenas de miles de personas se concentraron en la explanada,
que Lula recorrió al mediodía para dirigirse al Congreso
y luego para recibir en Planalto la banda presidencial del saliente Fernando
Henrique Cardoso, quien gobernó Brasil durante ocho años.
Un joven llegó a burlar la seguridad y logró abrazar a Lula,
quien pidió en su discurso: "Ayúdenme a gobernar, porque
la responsabilidad no es sólo mía sino nuestra".