Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 2 de enero de 2003
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Política

Soledad Loaeza

Felices ascuas

El paso de un año a otro es en buena medida una ficción. Queremos creer que la última página del calendario anual es un cierre, un final, porque semejante imagen trae consigo naturalmente la oportunidad de un comienzo y la posibilidad de hacer ejercicios de optimismo. Pero al cabo de los brindis, el corte del 31 de diciembre se disuelve y la sobriedad regresa con todos los días que precedieron al fin de año. Querámoslo o no, el pasado inmediato se nos deja venir sin misericordia, junto con las consecuencias de las decisiones que entonces tomamos. Lo mismo les ocurre a los gobiernos, que ni siquiera cuando se inician parten de cero, y cuyo horizonte se va poblando con las repercusiones de sus actos conforme pasa el tiempo.

El gobierno del presidente Fox empezó a construir el camino del 2003 desde el año pasado, no solamente con acciones sino con los efectos de éstas, muchos de ellos no buscados. Entre las consecuencias involuntarias de algunas de las decisiones -o de las no decisiones- que tomó brillan como ascuas en el horizonte la creciente debilidad de las perspectivas para el establecimiento de un verdadero estado de derecho en México y una mayor complejidad de las relaciones con Estados Unidos. Ambos temas ponen en tela de juicio la consolidación de la experiencia democrática mexicana. El primero porque la persistente práctica de las autoridades de negociar la aplicación de la ley antes que aplicarla socava las bases institucionales de las relaciones entre el poder y la sociedad; y el segundo tema es un carbón ardiente porque hay que admitir que algunas de las posturas y acciones gubernamentales en relación con Estados Unidos han multiplicado en forma innecesaria los puntos de controversia y las fuentes de fricción entre ambos gobiernos o, peor todavía, entre grupos sociales más o menos influyentes en los dos países. Por ejemplo, el compromiso que adquirió el presidente Fox con George W. Bush de entregar a los agricultores texanos las cantidades de agua que exigían, sin antes corroborar información, datos y cifras pertinentes con los funcionarios mexicanos más enterados del asunto, provocó enorme irritación entre los agricultores en México, entre otras razones porque no se sintieron defendidos ni representados por su propio gobierno; mientras que los texanos vieron en ellos a vecinos tramposos y conflictivos que no tenían la menor intención de resolver el problema, porque ni siquiera estaban dispuestos a responderle a su propio Presidente.

La multiplicación de los bloqueos a calles y carreteras en todo el país en los últimos meses, y la debilidad del gobierno ante las diferentes formas de chantaje que han utilizado grupos movilizados para obligarlo a modificar decisiones que los afectaban, lanzan una sombra ominosa sobre el año electoral que será este. Contrariamente a quienes justifican que en estos casos, y en muchos otros, no se aplique la ley para evitar conflictos, es muy probable que ahora constatemos que la ley es el único instrumento verdadero de que dispone el gobierno para resolver las diferencias de una sociedad plural, y que no aplicarla genera problemas, pospone su solución y los agrava.

En las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y México hasta ahora no hay ninguna evidencia de que hayamos ganado mucho con una diplomacia bilateral inspirada en Alan Riding y sus ideas a propósito de los Vecinos distantes, que ha generado fracturas de opinión en el país que le han sido costosas al presidente Fox, nos ha hecho perder espacios en foros internacionales y ha dañado la trayectoria de la política exterior mexicana; pero, sobre todo, ha provocado impaciencia e irritación entre las autoridades de Estados Unidos. Más todavía porque en las explicaciones del gobierno mexicano -que nos reprocha nuestro nacionalismo- Washington encuentra muchos argumentos para convencerse de que, a excepción de algunos privilegiados, los mexicanos somos intratables.

Las ascuas en el camino del gobierno del presidente Fox en 2003 le ofrecen dos opciones: ser fakir o bombero.

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