Si el gobierno no hace nada, la porcicultura
desaparecerá en 10 meses, dice empresario
Productores pecuarios abandonarían la actividad
si el foxismo no los apoya
Los avicultores, decididos a "pelear por su pedazo de
pastel, interna y externamente"
MATILDE PEREZ U.
A partir de 2003 la historia comercial para el sector
agropecuario dará un vuelco inclusive para los productores pecuarios,
considerados puntal económico en el ámbito rural. "Hay que
tomar decisiones drásticas en nuestra casa, aun la de salirnos del
negocio, porque la competencia es en serio y si no tenemos capacidad para
ganar, mejor hay que poner término a la actividad", asume César
de Anda, presidente de la Unión Nacional de Avicultores (UNA).
Las decisiones tienen que tomarse a tiempo, porque el
entorno para los agroempresarios es complicado y difícil, pero no
hay que dejar de voltear al exterior, asienta el líder de esa industria
que nació en 1920, cuando las granjas contaban con parvadas de apenas
3 mil aves. Los nietos de esos granjeros, convertidos hoy en empresarios,
están decididos a "pelear por su pedazo de pastel, interna y externamente".
Por eso cabildearon ampliamente con los empresarios avícolas de
Estados Unidos dentro de la NAFTA Egg and Poultry Partnership (Asociación
de PPolló y Huevo del TLCAN) para convencerlos de los beneficios
que a ambas partes traerá una salvaguarda bilateral y que analiza
la Secretaría de Economía.
Mientras,
los porcicultores fincan su esperanza de sobrevivencia y crecimiento en
una enmienda del Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN), porque "el esquema de desgravación no se llevó en
10 años sino en nueve, y si el gobierno mexicano no hace nada, la
porcicultura desaparecerá en un plazo de entre ocho y 10 meses",
explica Enrique Domínguez Lucero, director de la Confederación
de Porcicultores Mexicanos.
La porcicultura moderna o intensiva, iniciada en la década
de los 60, cuando contaba con una piara de 6 millones, y que en la década
de los 80 sorteó las crisis económicas nacionales mediante
la integración -producen su material genético, elaboran sus
alimentos balanceados, poseen rastros y plantas para producir carne de
canal, cortes y embutidos-, y los cambios en las formas de producir, está
hoy en el patíbulo del TLCAN.
"Apostamos a que la administración foxista actúe,
establezca los mecanismos de apoyo internos y ponga una tapadera sanitaria
a las importaciones de productos y subproductos que, consideramos, en 35
por ciento no cumplen con las normas de calidad del país de origen
y por eso llegan al mercado mexicano a precios depredatorios", abunda Domínguez
Lucero.
Pero -advierte- si "por descuido no fluyen esos apoyos,
los porcicultores llegaremos a las actuaciones de tipo legal y judicial,
y si no queda otro recurso, en su momento se decidirán las acciones.
No queremos ser problema ni que nos vean como tal; aspiramos y demandamos
que nos vean como acervo del desarrollo del campo; las 315 mil toneladas
que se importan las podemos producir aquí; tenemos un programa de
inversión para producir en 10 años la calidad de carne que
demandan los consumidores".
El panorama no es mejor para los productores de carne
de bovino. Juan Barrio, presidente de la Asociación Mexicana de
Engordadores de Bovinos, asegura que los ganaderos y engordadores luchan
por recuperar terreno en el mercado interno, de donde han sido desplazados
por el incremento de las importaciones de productos cárnicos a precios
de dumping. "No tememos a la competencia externa, inclusive estamos
conscientes de que nuestra oportunidad está en la calidad que ofrece
el producto nacional."
Desde 1996, las importaciones de carne de bovino (en canal)
se incrementaron en 300 por ciento; en 2001 llegaron a 539 mil 823
toneladas; durante ese periodo tuvieron un crecimiento
anual de 34 por ciento. Durante los mismos años las importaciones
de carne deshuesada mostraron un ritmo de crecimiento más acelerado,
con 475 por ciento, para llegar a 469 mil 950 toneladas; las operaciones
de compras externas de carne sin deshuesar subieron 130 por ciento y llegaron
en 2001 a 27 mil 524 toneladas. "La cifra es alarmante, sobre todo si se
toma en cuenta que el volumen total de importaciones de ganado y carne
durante 1999 fue de apenas 413 mil toneladas", señala Barrio.
En 1994 -puntualiza-, al comenzar el TLCAN, 17 por ciento
del consumo nacional de la carne de bovino (16.9 kilogramos per cápita
anual) provenía del exterior, pero entre 1996 y 2001 las importaciones
se incrementaron en 295 por ciento, llegando a representar 37 por ciento
del total de la carne que se consume en el país (21 kilogramos per
cápita).
César de Anda, presidente de la UNA, sostiene que
los industriales de la avicultura -31 empresas principales, de las cuales
tres tienen 52 por ciento de la producción de pollo y siete participan
con 40 por ciento de la producción de huevo- "no buscamos cerrar
la cortina (del TLCAN) ni detener las importaciones; queremos que el mercado
siga evolucionando y que México continúe insertándose
en la economía globalizada, pero que sea en forma ordenada, y por
eso la búsqueda de una salvaguarda bilateral para las importaciones
de piernas y muslos de pollo".
Según la UNA, hay 946 granjas de pollo de engorda,
y entre ellas destacan las ubicadas en Jalisco, Veracruz, Querétaro
y Puebla; de las 24 empresas que participan con 91.8 por ciento de la producción
nacional de pollo, 23 tienen centros de sacrificio de aves.
El 21 de noviembre de 2002, la Secretaría de Economía
publicó en el Diario Oficial el inicio de la investigación
para esa salvaguarda, que durante 60 días estará sometida
a consulta y opinión; después, durante 45 días el
comité técnico de normalización considerará
las opiniones, dará a conocer un extracto de ellas y, posteriormente,
publicará la norma que será de carácter obligatorio.
El proceso podría llevar de seis a 10 meses.
"Vamos a dar el paso para tecnificar desde las granjas
de producción hasta el producto final que está en el anaquel,
pasando por las plantas TIF (Tipo Inspección Federal) y las de procesamiento
de la materia prima; serán productos con mayor valor agregado, diferenciados,
con marca y con una promoción dirigida al consumidor; son parte
de las 72 acciones que se comprometieron a aplicar los avicultores si se
aprueba la salvaguarda, aunque ello implicará mayor concentración",
abunda el responsable de la UNA.
Habrá un profundo ajuste competitivo para enfrentar
la competencia del exterior, "pero requerimos medidas suficientes para
asegurar la sobrevivencia temporal, recuperarnos, reinvertir y reposicionarnos",
destaca el presidente de la UNA.
Insiste en que de no aprobarse esa salvaguarda, no habrá
futuro para la mayoría de las empresas, y la situación será
muy problemática para Bachoco, Interpec, Patsa, Ayvi y Buenaventura,
las cinco que constituyen una proporción importante de la producción
de pierna y muslo de pollo. La alerta no es banal: la oferta exportable
de pierna y muslo de pollo de Estados Unidos en 2001 fue de 2 millones
560 mil 651 toneladas, 37.5 veces superior a la producción mexicana,
e incluso superior a la total de pollo entero, que en dicho año
fue de 2 millones 66 mil 510 toneladas.
Enrique Robinson Bours, empresario desde hace cinco décadas
y fundador de Bachoco, dice que la apertura total en 2003 "es una incertidumbre,
son escenarios que tenemos que vivir". Comenta que si es necesario importar
pierna y muslo para mantener el balance de la empresa se hará, aunque,
acepta, eso repercutirá en la permanencia del productor. "En esta
competencia feroz, los industriales no debemos espantarnos sino producir
con costos competitivos a escala internacional, los escenarios dependen
del mercado."
Bachoco se prepara para crecer 5 por ciento anualmente;
no hay comparación con el ritmo de 20 por ciento que sostuvo desde
la década de los años 70 hasta mediados de los 80, y que
se ajustó a 15 o 20 por ciento entre 1990 y 2000. "El reto de la
empresa es desarrollar más el mercado interno ofreciendo productos
de mayor valor agregado, porque las amas de casa ya no quieren pasar tanto
tiempo en la cocina", sostiene.
Para el director general de Pilgrims México, Alejandro
Mann, en 2003 aumentará el consumo. "La demanda crecerá en
5 por ciento anual, es decir, un kilo per cápita anual, pero todavía
estaremos alejados de los 40 kilos de los estadunidenses." Para esa subsidiaria
de la firma de Estados Unidos, la perspectiva de apertura no le preocupa,
ya que el valor de venta en 2001 fue de 270 millones de dólares,
con un volumen de 50 mil toneladas, y sostiene sus planes de expansión,
por lo que buscará posicionarse en Puebla y otros estados.
Habla de la posibilidad de que Pilgrims importe pierna
y muslo, pero considera que la sustitución de la producción
nacional de éstos no superará 30 por ciento durante los próximos
años. "El beneficio de la importación es para el consumidor
final, porque hay mayor disponibilidad de producto, y en el caso de la
industria, puede ofertarlo entre 20 o 30 por ciento más barato."
Pilgrims México llega a 80 por ciento de la población,
y a la fecha no está presente en Baja California, Baja California
Sur, Sonora, Sinaloa y Durango. Es la segunda industria después
de Bachoco, la cual -de acuerdo con Mann- tiene 36 por ciento del mercado
mexicano, mientras que Pilgrims apenas llega a 14 por ciento, aunque tiene
sólo 15 años en el país.