Olga Harmony
Se buscan dramaturgos
Armando Partida Tayzan no es sólo un académico de muy alto nivel, un erudito, como constatamos quienes lo conocemos, sino también un hombre de teatro en la medida de que su reflexión teórica se combina con su acercamiento a los artistas, en particular a los dramaturgos. Su cátedra en la Facultad de Filosofía y Letras se alternó con la crítica en diarios y revistas (y muchos nos preguntamos la razón por la que ya no haya en éstos un espacio para el doctor Partida), lo que le dio un acercamiento con los dramaturgos vivos que hace mucho más dinámica su reflexión sobre el presente de la que podrían tener otros estudiosos.
En 1998 el Centro de Investigación Teatral Rodolfo Usigli, dependiente del INBA, publicó su tomo de bibliografía crítica Dramaturgos mexicanos, 1970-1990, en el que analiza brevemente a 52 autores de estas décadas -de los que elige para un análisis más profundo algún texto que le parece ilustrativo- poniendo su acento en las posibles corrientes que en ellas se establecieron, tal como hace en su estudio introductorio. Añade al final un cuidadoso inventario y cronología de las obras. Se apoya en críticas de otras personas y en la palabra de algunos dramaturgos entrevistados por él.
Parte de estas entrevistas acaban de aparecer editadas por el CNCA en el libro Se buscan dramaturgos I (el segundo tomo, de análisis críticos, se referirá a los dramaturgos que hayan seguido las estructuras aristotélicas y las no aristotélicas), íntimamente relacionado con su estudio bibliográfico, como subrayó Francisco Beverido en la presentación del tomo. Partida no se limita a presentar sus entrevistas, sino, como investigador académico que es, emprende la tarea, harto difícil por la cercanía, de establecer correlaciones y diferencias entre los 45 dramaturgos entrevistados, de diferentes corrientes y generaciones, e incluso del centro y la provincia en un prólogo en el que se hace hincapié en los problemas de la anécdota y el tema, la estructura, lo que cada autor entiende por realismo a partir de las propuestas de Vicente Leñero -''ir ampliando las fronteras del realismo"- sin desdeñar casos tan específicos como la dramaturgia para títeres. Asimismo estudia lo que han aportado los talleres de Leñero y Hugo Argüelles a los dramaturgos que estuvieron en ambos. Es un libro rico e imprescindible.
Del mismo estudioso es la introducción, llamada Década -porque subdivide en ellas la historia de la dramaturgia del siglo XX, relacionándola con la situación social del país-, del cd que preparó Tomás Urtusástegui para conmemorar los 100 años de la Sociedad de Autores y los 25 años de Sogem. Se trata de una pequeña biblioteca virtual con más de 350 obras de 133 dramaturgos mexicanos, algunas ya de muy difícil acceso, por lo que las nuevas técnicas son un basamento para este indudable aporte, aun para los que preferimos los libros. Es de esperar que esta biblioteca virtual no apoye la piratería de los grupos, sobre todo en los estados, que amparados en el amateurismo cobran entradas pero no ofrecen regalías; las más de las veces ni siquiera informan a los autores.
Otro libro de entrevistas es el de la dramaturga y crítica Silvia Peláez, menos académico que el de Partida y mucho más periodístico, porque se preocupa por recuerdos de infancia y anécdotas aunque, a excepción de Juan Tovar, entrevista a otros seis que ya vertieron sus ideas con el investigador. El librito, publicado por el CNCA y Banamex, con las certeras caricaturas de José Jorge Hernández, presenta algunos descuidos del revisor en lo que se refiere a algunos nombres, lo que debiera ser corregido, porque complementa el de Partida y puede ser material de consulta para posteriores investigaciones. Así, aunque me duela que la juguetería de mi infancia de la que habla Leñero, El Jonuco -mexicanismo que quiere decir cuartito en penumbra- se convierta en El Joruco, que quién sabe qué querrá decir, me parece mucho más grave que los conocidos dramaturgos, el estadunidense Elmer Rice se vuelva Ema Rice, la mexicana Catalina D'Erzell se convierta en Catalina de Berzell y la poeta Concha Urquiza aparezca como Concha Ortiz.