Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 18 de diciembre de 2002
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Política

BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

"El fin de la era estadunidense" y la geopolítica del siglo XXI

Futuro incierto de la integración europea

Miniguerra de las galaxias Ƒpara contener a China?

PARECERIA DESCABELLADO abordar el reciente libro de Charles Kupchan sobre "el fin de la era estadunidense: la política externa de Estados Unidos y la geopolítica del siglo XXI" -que ha indispuesto a los proponentes del "imperio eterno", que nunca ha existido en la historia de la humanidad-, cuando los ultrahalconazos del equipo Bush se disponen a librar en forma unilateral su experimento de "guerra preventiva" contra Irak para establecer el neoimperio de la petrocracia del eje Houston-Londres. Más aún: cuando Baby Bush ha ordenado desplegar la "miniguerra de las galaxias" en Alaska, Groenlandia e Inglaterra para 2004. ƑContra quién, si no es para poner en jaque a Rusia y contener a China? Porque ninguno de los hilarantemente clasificados por la demencial taxonomía maniquea de Baby Bush, como integrantes del "eje del mal", posee misiles intercontinentales, lo cual denotaría todo un desperdicio para la dimensión del despliegue. ƑTanto miedo tuvieron los ultrahalconazos del equipo Bush frente al esbozo del triángulo estratégico euroasiático Rusia/China/India? No nos vayan a salir, que sobrarán epígonos que lo crean, con que Osama posee misiles intercontinentales "invisibles", como exhibe la última película de James Bond, quien ostenta un auto invisible. A estas alturas,"invisibles" siguen siendo solamente las cuentas y los cuentos de las trasnacionales de EU en los paraísos fiscales.

EN CONTRAPUNTO, existen serias señales financieras que delatan la debilidad intrínseca de la pax americana, que sufre el inevitable derrumbe del dolarcentrismo: el dólar se colocó en el piso más bajo de los últimos 35 meses frente al euro, con la concomitante resurrección del oro a los niveles más altos en cinco años y medio. No es coincidencia que el mismo día del descenso abrupto de dolarcentrismo, Baby Bush haya ordenado el despliegue del proyecto de la "miniguerra de las galaxias" que se encuentra todavía en la fase preparatoria, con únicamente tres pruebas exitosas, de ocho (The New York Times 17-12-02).

LA PAX AMERICANA habría durado menos de una década; exactamente siete años del descenso y ascenso del círculo ruso: desde la desintegración de la URSS, en 1991, hasta la quiebra de la correduría LTCM, en septiembre de 1998, como producto de la moratoria rusa un mes antes. La pax americana será amargamente recordada, en especial en Latinoamérica (LA), como sinónimo de la depredadora globalización financiera unipolar. Como subproducto de la globalización, LA ha conseguido acercarse cada vez más a la "africanización" (en términos económicos) como muy bien ha reseñado Nicholas Kristoff en su artículo (The NYT 17-12-02). No es coincidencia tampoco, como metáfora de la regresión del modelo de la globalización, que Mc Donalds, su símbolo abultado en la variante mercantil (en la financiera está representada por la estadunidense Citigroup y la británica HSBC, infinitamente más virulentas), exponga fuertes pérdidas bursátiles y retroceda en sus franquicias mundiales (v.g Oaxaca, donde el popular arte gastronómico venció a la vulgaridad culinaria trasnacional).

CHARLES KUPCHAN no es ningún aventurero, y después de colaborar en el Consejo de Seguridad Nacional durante la primera administración Clinton, imparte actualmente la cátedra de relaciones internacionales en la Universidad de Georgetown y funge como académico del más alto nivel en el influyente Consejo de Relaciones Exteriores (con sede en Nueva York). Dado el ambiente "patriótico" imperante, solamente el título de su muy polémico libro: El fin de la era estadunidense, ha bastado para provocar síncopes en el seno de quienes han apostado toda su imaginación en la eterna hegemonía unipolar de EU.

A DIFERENCIA DEL trípode militar, económico y social que maneja Paul Kennedy en El auge y caída de las grandes potencias, Kupchan se sustenta en patrones de largo plazo y en tendencias históricas de la política exterior de Europa y Washington, que lo llevan a deducir el ascenso de la Unión Europea (UE), acoplado con la emergencia de una Asia fortalecida, las cuales crearán un desafío serio a la primacía estadunidense. Las fracturas tectónicas que separarán a los nuevos centros del poder mundial originarán un nuevo ciclo de la historia, dentro del cual más vale que EU se acomode, en lugar de pretender impedir su advenimiento, y que solamente acelerará por medio de sus "impulsos unilaterales" que alentarán al resto de las naciones a unificarse en su contra. No lo dice Kupchan, pero la épica batalla por la votación de la resolución 1441 del Consejo de Seguridad de la ONU, ya no se diga su interpretación ulterior, escenifica el conflicto conceptual entre el multilateralismo euroasiático (sin Gran Bretaña e Israel) y el unilateralismoiraq_inspectors_21 del equipo Bush. Más practica el unilateralismo y más se hunde en los pantanos de su decadencia, parece significar el corolario inescapable al que llega Kupchan, quien pronostica el retorno de la geopolítica. Una idea muy atractiva se basa en los traslados inevitables de dominio: la unificación de Alemania, en 1871, se asemeja a la integración europea contemporánea, como el ajuste que sufrió Gran Bretaña frente al ascenso de EU, alrededor de 1900, o la similitud entre la década de los 30 con el desplome bursátil de la "nueva economía". Es notable que en la actualidad, la emergencia de otra capital "occidental" en Berlín, diferente a Washington, rememore el decaimiento del imperio romano con la creación de una segunda capital en Constantinopla. Son muchas las extrapolaciones que pueden derivarse del estado actual del mundo y reflejan una competencia geopolítica que va más allá del comercio, debido a la integración de la UE (un igual económico de EU), y al ascenso de China, lo que en suma hace "insostenible" la hegemonía estadunidense. Además, el equipo Bush ha generado demasiados resentimientos mundiales: su retiro tanto del Protocolo de Kyoto, sobre el calentamiento global, como del Tratado Antibalístico Misilístico (Tratado ABM, por sus siglas en inglés) y su oposición a la Corte Penal Internacional y al Tratado Integral de Pruebas Nucleares.

CONSAGRA GRAN PARTE de su libro a desmontar las teorías peregrinas de Francis Fukuyama, Samuel Huntington y John Mearsheimer. Como especialista de la geopolítica, Kupchan le saca fuerte ventaja a los tres que son diletantes del tema. Aunque infinitamente más populares, las teorías de Fukuyama y Huntington son más sencillas de sepultar que las de Mearsheimer, quien practica un darwinismo descarnado ("la tragedia de las políticas de las grandes potencias"), que ha denominado "realismo ofensivo" que obliga a la "guerra perpetua". Mersheimer, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Chicago, asevera que desde la época napoleónica, los países buscan el dominio regional por medio de la fuerza militar: cuando existe una "multipolaridad desbalanceada", uno de los países tiene el potencial de dominar a los demás, y la probabilidad de la guerra se eleva en forma dramática -como se da en Asia, donde Rusia, China, Japón e India compiten por la hegemonía regional frente a la intrusión de EU. Para Mersheimer, China ("una fuerza desestabilizadora") sería el enemigo a vencer por Washington. No se equivoca. Pero muestra su debilidad geopolítica al evitar diagnosticar por qué Gran Bretaña ganando pierde en la Segunda Guerra Mundial, y por qué Japón y Alemania perdiendo ganan. De tanto aplicar la fuerza militar, existe el peligro de que EU sucumba al "síndrome mongol": dominio salvaje sin civilización (la verdadera; no la superchería montada por Huntington), lo cual no aborda Mersheimer. Fukuyama sucumbió en su delirio prestado sobre el "fin de la historia": una idea que pervierte de Hegel y su traductor Kojeve; mientras Huntington (Choque de civilizaciones: la reconfiguración del nuevo orden mundial) carece del nivel civilizatorio apropiado ni posee la cultura universal para tal encomienda: imponer por la vía de las guerras medievales de religión un nuevo orden imperial de EU, que tampoco cuenta ni con una religión homogénea ni con una uniforme "civilización" doméstica.

NO FALTARAN QUIENES citen profusamente, a la mitad del camino, el último libro de Joseph Nye Jr. (La paradoja del poder estadunidense), anterior asistente de Defensa de Clinton y actual decano de la Escuela de Gobierno de Harvard, quien padece la obsesión del poder soft (terminajo que se fusila Castañeda Gutman y, peor aún, malinterpreta a su modo caleidoscópico). El abordaje de Nye Jr. es sumamente ingenuo, para no decir light; no se puede encarar las relaciones internacionales con un sólo adjetivo: soft, como base de la cibernética y la revolución tecnológica que, por su carácter, supuestamente arrebatan las trasnacionales y las organizaciones no gubernamentales (ONG). La revolución tecnológica no es la última ni ha sido la primera, y el "Acta Patriótica" remilitarizó la correlación de fuerzas en EU, en detrimento del "poder difuso" de las ONG y hasta de las mismas trasnacionales. Justamente, tal paradoja -la doble posesión del poder hard (militar y económico) y el poder soft de Washington- le benefició frente a la URSS, pero le perjudicó el 11 de septiembre: otra "paradoja" de asimetría multidimensional. Con sus justas excepciones, no existe nueva tecnología que no acabe siendo añeja y no pase a otras manos. A propósito, Ƒno fueron los militares de EU quienes detonaron la tecnología subyacente al poder soft? La teoría de Nye Jr. no tiene ni pies ni cabeza (ni qué decir de su plagiario de Tlatelolco).

UNA COSA ES el "fin de la historia", de Fukuyama, y otra es el "fin de la era estadounidense", en una o dos décadas, que predice Kupchan. Como fuerte antitésis de los asertos de este último se encuentra el futuro incierto de la integración de la UE, que no sólo tiene que padecer las presiones estadunidenses para integrar a Turquía, que jugaría el rol de Caballo de Troya en su seno (los turcos pueden tener las mejores intenciones, pero no sus padrinos de la petrocracia texana), sino que también carece de una fuerza militar creíble. Para requilibrar las fuerzas con el "nuevo imperio mongol" texano, la UE no tiene más opción que aliarse con Rusia. Es decir, el virtual triángulo estratégico Rusia/China/India tendrá que convertirse en un cuadrángulo con el bloque europeo. Como enseña Edward Gibbon, el imperio romano se carcomió por dentro (habría que meditar: Ƒqué tanto las derrotas externas no son realmente internas?) y no existe necesidad de tanta figura geométrica ni alegoría geopolítica para detectar el "fin de la era estadunidense", cuyo grave problema no proviene del exterior, sino del interior: la putrefacción de sus finanzas y el riesgo de una implosión de su mercado especulativo de "derivados".

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