Marco Rascón
Percepciones y realidades del agro
Para el gobierno estadunidense la crisis agrícola mexicana, la migración masiva de campesinos, la caída de la producción, entre otras manifestaciones del deterioro de la producción agropecuaria en México, son algo así como un mito genial, del que dicen: "son percepciones incorrectas o interpretaciones erróneas sobre las ventajas del TLCAN".
En respuesta a un documento firmado por organizaciones campesinas, que fue entregado el pasado 3 de diciembre en la embajada de Estados Unidos, los estadunidense afirman que el TLCAN ha brindado "grandes beneficios tanto a productores como a consumidores de productos agrícolas en México, Estados Unidos y Canadá". No obstante, ni las organizaciones campesinas ni diputados ni partidos se han tomado la molestia de contestar sobre las observaciones que hace Estados Unidos a nuestra percepción.
Para aclarar nuestra confusión Estados Unidos afirma que "absorbe 78 por ciento de todas las exportaciones agrícolas de México, las cuales se han duplicado desde 1994", o sea, Ƒcuál es la queja? Y que para el primero de enero no habrá falta de competencia de los productos mexicanos, pues hasta ahora se ha eliminado 90 por ciento de los aranceles que se aplican a productos agrícolas estadunidenses, que sólo representan 2 por ciento de todos los aranceles del TLCAN.
Según la percepción estadunidense, el tratado ha beneficiado a productores en ambos sentidos, ya que para los mexicanos "ha incrementado las ganancias y los empleos en el sector" y nuestros problemas en realidad son "retos estructurales", anteriores a la firma, por lo que rechazan que la crisis mexicana sea consecuencia del TLCAN.
Otra refutación a nuestras percepciones incorrectas sobre el dumping: afirman que no tienen los bajos costos de los productores mexicanos, pues ellos deben pagar "altos costos de mano de obra, cumplir estrictas normas ambientales y de seguridad en el trabajo, así como pago de impuestos".
Para rematarnos no sólo dicen que han respetado el TLCAN, sino las reglas anteriores del GATT, la OMC, así como los compromisos pactados en la Ronda de Uruguay, y así reiteran, reclamo a reclamo, que respetan y apoyan por conducto de la Sociedad para la Prosperidad lo referente a la producción de aves de corral, porcinos y vacunos ofreciendo "asistencia y recursos financieros para mejorar la infraestructura en México".
Desde su realidad nada tiene que ver la migración campesina con que el campo mexicano debería estar, teóricamente, en progreso incesante; por eso la situación que se vive se debe, ya sea a problemas de percepción óptica, a falta de adecuación o a desperdicio de recursos y corrupción.
Extrañamente ellos, que fueron los últimos en aprobar el TLC con México y pusieron las condicionantes más grandes, son los más contentos. En contrapartida, los ayer entusiastas (Salinas y oligarquía mexicana) reclaman haber firmado un contrato leonino y desventajoso, cuya obra sólo ha traído destrucción y desastre a la producción nacional.
La tragedia de los mexicanos es que haber votado por Vicente Fox resultó continuación de esos acuerdos y que el nuevo gobierno comparte con Estados Unidos la idea de que los campesinos tienen una "percepción incorrecta". El origen de esta percepción común es que proviene de ese sector agrícola formado y beneficiado por las reglas del TLCAN, que además goza de la posibilidad de exportar y producir dentro de los términos del tratado.
La traición a los mexicanos vino de los mismos mexicanos, pues entregaron normas y tiempos, políticas internas y recursos para beneficiar a los socios a cambio de la firma. La revolución neoliberal en México se hizo entregando el campo y la producción interna a cambio de protección para el poder político de la misma y vieja oligarquía, antes priísta y hoy panista.
El TLCAN no es más que un conjunto de ventajas en favor de Estados Unidos y está hecho con el mismo espíritu de los tratados de Guadalupe, McLain-Ocampo y de Bucareli, en los cuales las ventajas fueron siempre para los estadunidenses y los reconocimientos para los gobiernos firmantes.
La crisis campesina de México sólo será reconocida cuando sea protagonista de la crisis política mexicana y presione sobre el conjunto de la estabilidad y de la verdadera transición.
Hoy de nuevo cargaron sobre San Lázaro y la clase política se escandalizó y deslindó; sin embargo, legisladores y partidos deberían verlo como algo positivo. El hecho de que los campesinos acudan al Palacio Legislativo es una muestra optimista de que aún existe credibilidad en las instituciones traicionadas. Asústense cuando el campesinado ya no venga a protestar a la ciudad... Ahí sí tendrán problemas de percepción de la realidad.
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