Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 16 de diciembre de 2002
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Deportes
TOROS

El equino salió por la puerta grande y recorrió las taquerías aledañas al coso

En su despedida de la Plaza Muerta, el caballo Cagancho cortó dos orejas

Inmundos novillos de Vistahermosa El juez Balderas tuvo otro ataque de apendicitis

LUMBRERA CHICO

Por primera vez, desde que la memoria recuerda, la gente fue a la Monumental Plaza Muerta (antes México) a disfrutar el arte taurino de un caballo. A nadie le interesaba el cartel compuesto por el rejoneador navarro Pablo Hermoso de Mendoza y los peatones mexicanos Oscar San Román y Fermín Spínola (que triunfó el domingo anterior). Mucho menos el encierro de la vacada guanajuatense de Vistahermosa, o el apego a una de las tradiciones más antiguas de nuestra cultura popular. No: el público fue a los toros únicamente por ver a Cagancho.

Y ante una muchedumbre estimada en 22 mil espectadores, el feo y basto pero estupendo corcel negro cuatralbo, que se hizo universalmente famoso con el nombre de guerra del gitano Joaquín Rodríguez, entró en el ruedo en punto de las 5:25 de la tarde, peinado con un listón blanco sobre la crin, vestido con una silla de montar a la usanza andaluza y vendado en las cuatro extremidades con albas polainas de algodón.

En la arena estaba Golondrino, toro castaño de 480 kilos perteneciente al hierro de De Santiago, al que Pablo Hermoso había incluido por sus cojones en el sorteo y al que acababa de clavarle tres fulminantes rejones de castigo en buen sitio, después de lucirse, sin pena ni gloria, ante Trianero, el primero de la tarde, éste sí de la ganadería (o invalidería, más bien) de Vistahermosa, que trajo cinco novillos de arrastre lento, porque era así como se arrastraron por los suelos a causa de su mansedumbre y debilidad.

Pero dijimos que en la arena estaba Golondrino, y Cagancho pegó la carrera, espoleado por su jinete, y los tendidos enloquecieron en el acto pasmados al contemplar cómo desafiaba al bovino con cites estatuarios, cómo le ofrecía el cuerpo y se lo ocultaba al momento de la reunión, cómo templaba los pitones con los ijares galopando de costado, cómo lo remataba con el pase de pecho abanicando la negra cola, cómo se paseaba delante de él acercándole la grupa a los belfos, cómo, en suma, dejó impresa en el cemento fresco de la posteridad su inmarcesible grandeza de caballo torero.

Nueve minutos duró la faena realizada por Cagancho, que llegó al clímax cuando Pablo Hermoso lo abrazó con fervor y lo besó en el cuello, estampándole un chupetón que ahí queda. Luego el navarro lo mandó a descansar y montado en Mariachi clavó tres rosas, cada una más trasera que la otra, antes de matar de un bajonazo de efectos retardados. El público sacó entonces los pañuelos y aunque era una minoría, el juez Ricardo Balderas, que está irreconocible, no vaciló en conceder la oreja, mas como ésta fue pitada por un puñado de inconformes, creyó que le pedían la segunda y, alegremente, las dio.

Pablo Hermoso ordenó que Cagancho saliera de nuevo, esta vez para llevarlo al centro del redondel, cortarle un mechoncito del copete y acompañarlo a dar la vuelta al hilo de las tablas, para que recibiera los ramos de alfalfa de las mujeres y los terrones de azúcar de los niños. Pero a medio trayecto alguien le colgó sobre el pecho la bandera mexicana y le amarró un gallo giro sobre la grupa. Por último, su amo lo despojó de la silla y de la carona y lo dejó partir, desnudo como vino al mundo.

Al término de la séptima función de la Estafa Grande, en la que San Román y Spínola porfiaron con las moribundas reses de Vistahermosa, uno clavando banderillas y otro ejecutando un quite mixto por lopecinas (o chicuelinas invertidas, vieja suerte reactualizada por El Juli) y gaoneras, Cagancho salió a la calle por la puerta grande de la Muerta y transportando a Pablo Hermoso recorrió los puestos de tacos y garnachas que rodean la mole de Mixcoac, antes de retirarse a su hotel donde a la hora de cerrar esta crónica aún celebraba con una manada de yeguas de Polanco y Santa Fe.

Fuentes siempre bien informadas aseguran que ahora el noble equino se irá a Estados Unidos a trabajar como ejecutivo de Procter & Gamble, porque si esa transnacional contrató para tal efecto a un burro como Ernesto Zedillo, con más razón incluirá en su crew a un señor caballo como Cagancho.
   

 

Utilidades y pérdidas

Domingo 15 de diciembre de 2002


 
Espectadores         22,000
Ingresos netos    1,540,000
   Egresos
         Cagancho    1,300,000
          Oscar San Román         33,000
          Fermín Spínola         33,000
          Ganado       200,000
Otros     1,000,000
Subtotal     2,566,000
Utilidades      ----------
Pérdidas     1,026,000
Pérdidas anteriores    3,640,000
Pérdidas acumuladas     4,666,000
Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año