El descubrimiento permite establecer el comienzo
de la civilización maya
Importante hallazgo de un friso en la zona arqueológica
de Calakmul
Arqueólogos del INAH calculan que pertenece a
un edificio construido el año 400 aC
Representaría la transición entre lo olmeca
y esa cultura, señala Ramón Carrasco
ERICKA MONTAÑO GARFIAS ENVIADA
Campeche, Camp., 10 de diciembre. Arqueólogos
del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) dieron
a conocer el hallazgo ''más importante de la zona maya": un friso
de 20 metros de largo por tres de altura que marca la transición
entre lo olmeca y lo maya en la estructura II de Calakmul, una de las dos
más importantes de ese complejo arqueológico declarado Patrimonio
Cultural de la Humanidad el pasado junio. El descubrimiento permite establecer
el año 400 aC como el inicio de la cultura maya.
El friso es la parte superior de un edificio de 13 metros
de altura fechado por la técnica de carbono 14 en el año
400 aC y ''parece ser la transición entre lo olmeca y lo maya",
explica el director del proyecto de Calakmul, Ramón Carrasco, ya
que ''la declinación de la cultura olmeca ocurrió en ese
año y la edificación es de esa época. Es el parteaguas
entre ambas culturas". En el friso se pueden observar elementos de las
dos culturas.
La antigüedad del edificio permite definir ''el inicio
de la cultura maya", porque antes de este descubrimiento no se había
podido precisar la fecha del desarrollo de este grupo.
El arqueólogo precisa que la última ciudad
olmeca fechada es La Venta, Tabasco, que data del año 700 aC, mientras
que se consideraba el desarrollo de la cultura maya entre el 200 o 100
aC, ''teníamos una laguna de 200 o 300 años; pero con el
hallazgo hay un cambio, una revisión de ese primer planteamiento
y vemos que la cultura maya se establece desde el año 400 aC".
El edificio fue localizado hace dos años y tiene
como característica principal que está completo, pues en
algunas construcciones prehispánicas se destruía parte de
la estructura, pero en este caso fue sepultada ''de manera ritual", porque
es la representación de la montaña ''donde viven los ancestros
que permiten la relación con la naturaleza y la muerte".
Este hallazgo, agrega Carrasco, quien desde hace nueve
años trabaja en la zona arqueológica descubierta en 1931,
se realizó a partir de un túnel. El friso, decorado en colores
negro y rojo, representa la primera portada zoomorfa al inframundo. En
el centro se localiza la entidad anímica o espíritu ''que
cae o entra a la montaña, al inframundo". A los costados se observa
la representación de dos aves, mientras en la parte superior se
ubica la boca del monstruo de la montaña.
La entidad anímica ''no es una deidad, aunque algunos
lo señalen como el dios Joven del Maíz, y permite la transición
del ser humano entre la vida y la muerte. Para mí -expresa- no había
una diferenciación vida-muerte, sino una transición".
Bóvedas de cañón, otra incógnita
A la par del friso, que se encontró casi intacto
y sólo requirió reconstruir algunos detalles, se localizó
en la subestructura una bóveda de cañón de tres metros
de ancho, única en la arquitectura mesoamericana, lo que hace necesario
un replanteamiento de la arquitectura maya y su capacidad de desarrollar
un sistema constructivo avanzado. ''Lo que conocemos de este tipo de bóvedas
de cañón corrido es la que inventaron los romanos. Ahora,
por qué los mayas dejaron de construir bóvedas con esta característica
es una incógnita, ya que después manejaron la bóveda
en salidizo, en la que las piedras se acercan paulatinamente y se cierran
en la parte alta", agrega Carrasco.
La bóveda de cañón corrido ''permite
espacios más grandes y estructuralmente es un poco más estable.
Una habitación o un recinto de tres metros de ancho para el 400
o 300 aC, es impensable".
La bóveda representa una cueva que sería
el paso al inframundo. A la entrada se observan varias manos pintadas en
negro y una pintura, casi imperceptible, ''que se conservó", y en
la que es posible observar detalles olmecas, como el ''diente de tiburón
y los amarres en la cabeza".
El sitio del descubrimiento se abrirá al público
posiblemente el próximo año, pues todavía falta realizar
algunos trabajos, como la colocación de un equipo especial fabricado
en Francia para medir temperatura y humedad, llamado termohidrómetro,
que permitirá establecer la cantidad de visitantes y el tiempo que
podrán permanecer en el lugar.