Habitantes de Lacanjá Chensayab señalan invasión de turismo internacional
Denuncian colonización en Montes Azules
Proyecto hotelero causa molestia; asombra repliegue militar para "no molestar a las visitas"
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
San Cristobal de las Casas, Chis., 10 de diciembre. El hotel que se construye en Lacanjá Chensayab, en el extremo norte de Montes Azules, es apenas la punta de la hebra. ƑLlegó una nueva ola de colonización a la selva? Bajo una careta de turismo high class avanzan la prospección, la privatización de las tierras y la apropiación "intelectual" de lo que en ellas pulule. En fin, el saqueo.
Nuevo "destino turístico" internacional, la laguna de Lacanjá Chensayab está próxima al sitio arqueológico de Bonampak y dentro del área que se identifica como Montes Azules ("comunidad lacandona" o Reserva Integral de la Biosfera), en las tierras bajas de la sierra Jalapa. En cualquier caso, la eventual construcción del hotel y el turismo organizado que invade en estos precisos momentos son ilegales.
La comunidad caribe (lacandona) de Lacanjá Chensayab, a 10 kilómetros de la laguna, se encuentra en una encrucijada: no acepta la construcción del hotel, pero uno de los comuneros ya vendió terrenos al empresario de apellido Turrent, que lleva adelante el proyecto hotelero en la selva Lacandona.
Identificados con la pasividad y el alineamiento con los gobiernos, los lacandones han sido enfrentados tradicionalmente a sus hermanos choles, tzeltales y tzotziles, con quienes comparten la selva. Las cosas están cambiando, pues ahora se interesan en los derechos indígenas y son críticos al Plan Puebla-Panamá, y se hablan con los demás indígenas.
Incluso Na Bolom, institución muy vinculada a los lacandones desde tiempos de su fundadora, la fotógrafa y antropóloga Gertrude Duby, ha expresado preocupación reciente a causa del hotel en Lacanjá Chensayab.
Ya hay brechas y se ha comenzado la construcción de dicho inmueble en la proximidad de la portentosa laguna casi virgen. A pesar de sus reclamos y denuncias, los indígenas afectados sólo han encontrado indiferencia en la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), la Comisión Nacional de Areas Naturales Protegidas y la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
El delegado de Semarnat en Chiapas, Ramón Aguirre, ha reconocido que su dependencia (tan "preocupada" siempre por Montes Azules) no puede intervenir, "pues se trata de un proyecto de la Secretaría de Turismo".
Al mismo tiempo que "los padres fundadores" del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), George Bush padre, Carlos Salinas y Brian Mulroney, conmemoraban los nueve años del TLCAN yéndose de la boca en Washington, una cuarentena de vehículos con camuflaje "artístistico" y matrículas estadunidenses se internó festivamente en las cañadas de la selva Lacandona y Montes Azules como una premonición imperial.
Mientras persiste la intención del gobierno federal de desalojar las comunidades indígenas en Montes Azules y se mantiene militarizada la región, las autoridades se abren de capa para que el turismo y la inversión (más bien ocupación estratégica) pasen hacia el corazón de la última selva intacta en el hemisferio norte de América, donde aún todo es México. ("Todo en Chiapas es México", decía un eslogan gubernamental hace varios sexenios.)
Las organizaciones sociales, en especial la ARIC Independiente y Democrática, y medios locales independientes como La Foja Coleta y Expreso destacaron hoy que el ingreso de 38 jeeps estadunidenses a la selva fue permitido por el Ejército federal. En retenes como el de Cintalapa pasaron sin revisión.
Esto coincide con el inopinado retiro de una posición militar en la región de las lagunas de Montes Azules, que hace algunas semanas sorprendió por igual a los lacandones de Chensayab, a los priístas de Chamizal y Nuevo Palestina, a los ariqueros y a las bases de apoyo zapatistas, aunque por distintos motivos.
"Acostumbrados" a los soldados, cercanos a ellos, los dirigentes priístas han pedido el retorno de la tropa. La respuesta que recibieron del Ejército fue que debían hacer la solicitud por escrito, pues los militares habían recibido órdenes de levantar esa posición. Los municipios autónomos y varias organizaciones campesinas han exigido durante años el retiro de las bases militares, y éstas permanecen inamovibles.
Los campesinos del rumbo sospechan que el "repliegue" castrense de las lagunas es para no ahuyentar a los nuevos expedicionarios, para que se sientan a gusto y, a diferencia de los indígenas que allí viven, como en su casa.