Homenaje por su trayectoria en la Cineteca Nacional
Lo único que sé hacer es sketch
y bailar: Resortes
ARTURO CRUZ BARCENAS
"Mi hermano Carlos fue quien me puso Resortes,
por la forma en que movía las patas al caminar", expresó
en conferencia de prensa Adalberto Martínez (México, DF,
25 de enero de 1916), llamado el Rey del baile y de la risa, Che-che
o El chino (así le decían en su casa), a quien todavía
las damas le piden que les diga, pero con todos los aspavientos posibles,
"¡Aaaaay, mamachiiiiita!", su grito de batalla en carpas y películas
(lleva 116) de un México en el que brilló y aún refulge
con luz propia.
La
tarde del pasado lunes, en la Cineteca Nacional, se le rindió homenaje
por su trayectoria, por los innumerables momentos de buen humor que ha
dado sin avaricia. Se presentó el número de Somos,
revista biográfica, dedicado a su oficio: hacer reír y llorar,
en tanto que actor de comedia y drama.
A eso de las seis de la tarde sus contemporáneos,
muchos con bastones, varios apoyados unos con otros, por los años
a cuestas, la mayoría con lentes de elevada graduación, arrugas
y ojeras que son medallas de guerra en la vida, esperaban en fila que se
abriera la puerta. Lo han seguido desde su debut, en 1931, en la obra Emiliano
Zapata, escenificada en el viejo teatro Hidalgo, y a partir de su primera
película: Voces de primavera, en 1946, de Jaime Salvador.
Ya adentro, el cómico levantó los brazos.
Un aplauso, de pie, le mostró cariño. Hizo un ademán
como para abrazar a todos. Cerró los ojos.
-¡Gracias!-dijo.
Está enfermo ("si Dios me llama, pues ya él
dirá. Me acaban de operar de la próstata") y su voz se oye
ronca y débil.
-¡No! -gritaron varios al unísono, en un
coro emotivo.
Ni lo hubiera dicho. Lastimó a sus admiradores
sin querer.
-¡Soy Resortes resortín de la resortera!
Para servir a ustedes, aquí y donde quieran, pero no por donde sea,
-se presentó.
Y las carcajadas tronaron. Es la simpatía ganada
a lo largo de los años.
En el presídium lo acompañaron su hermano
Carlos, su esposa Josefina, el actor Pedro Romo (de la Academia Mexicana
del Humor, quien ha participado en cintas como La risa en vacaciones),
el periodista Enrique Vidal y las actrices Norma Lazareno e Irma Dorantes.
Le cantaron Las mañanitas.
Vidal citó datos de Adalberto: "Es una estrella,
lo quiere el pueblo. Como las grandes figuras, se inició desde abajo,
en el mundo de las carpas, donde salía dentro del montón.
Lo descubrieron y entró al teatro de revista, alternando con Pedro
Vargas y Toña La Negra, en el Teatro Lírico.
"Ha hecho muchas películas. Lo identifican con
la comedia, pero sus papeles importantes fueron en la tragicomedia. Recordemos
Los Fernández de Peralvillo, Baile mi rey y El rey de
México, donde el impacto de su actuación fue tal, que
recibió una postulación al Ariel como mejor actor. Inauguró,
con Libertad Lamarque, el Teatro Blanquita.
"La televisión también fue su espacio. Con
Irma Dorantes interpretó un papel en su primera telenovela, Destino
la gloria, de 1968, cuando Ismael Rodríguez intentó hacer
en telenovela el gran éxito cinematográfico Nosotros los
pobres. Se alejó de la televisión por sus compromisos
en el cine."
Adalberto: "Trabajé en todas las carpas, donde
me inicié con otro muchacho. Nos decían Los espontáneos.
El tocaba clarinete y bailábamos tap. Se separó y me decían
El flaco espontáneo. Así estuve mucho tiempo. En Monterrey
le dije a mi hermano Carlos que me quería cambiar el nombre. Me
recomendó Resortes. En una carpa de Laredo lo usé
por primera vez. Lo único que sé hacer es sketch y
bailar. Así seguí. Por eso todos los carperos, Clavillazo,
Palillo, Borolas, Harapos, tenemos nuestro sindicato aparte".