Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 4 de diciembre de 2002
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Cultura
Recibe hoy, junto con José Emilio Pacheco, el honoris causa por la UV

El nivel cultural de la clase política vive una caída vertical: Florescano

No importa si son ''de izquierda, centro o derecha'', dice

La sociedad, principal interlocutor de la educación, opina

CESAR GÜEMES

Enrique Florescano, quien la noche de hoy recibe en Jalapa el doctorado honoris causa por la Universidad Veracruzana (UV) junto con José Emilio Pacheco, señala que es determinante valorar la presente altura intelectual de la clase política mexicana: ''Sin duda, ha caído verticalmente el nivel cultural de los políticos mexicanos, sean de izquierda, centro o derecha". Y el problema va más allá, dice en entrevista desde la Universidad de Yale, donde se encuentra impartiendo un curso de historia mexicana: ''Por su parte, las instituciones académicas y sus investigadores están muy lejos de la sociedad a la que pertenecen".

florescano-enrique-De su forma de trabajo, que lo ha hecho publicar de manera constante en los recientes años varios libros de ensayo, manifiesta: ''La decisión más importante, y que me ha beneficiado, es no aceptar más compromisos administrativos o de índole distinta a la que implican la investigación y la enseñanza. Y para realizar mis planes el único método que aplico es el señalado por Carlos Fuentes: muchas horas frente a la mesa de trabajo. De manera particular, puedo decir que por las mañanas me dedico a labores que me dan el sustento, y las tardes y noches son sólo para leer y escribir. Soy un tipo abierto a las ideas de los demás, así que los viajes académicos como el que ahora realizo me son muy útiles, porque confronto mis tesis y teorías con lo que hacen otros investigadores en diferentes sitios".

Conocimiento disminuido

-¿En la administración pública mexicana se tomará en cuenta el trabajo de los historiadores?

-Cuando era estudiante me acuerdo que el nivel cultural de los políticos era muy alto. Al discutir de algún asunto político, los funcionarios estaban preocupados por leer bien El laberinto de la soledad, de Paz, un libro que por aquella época era indispensable para entrar en cualquier conversación. Al paso del tiempo, los secretarios de Estado comenzaron a aparecer con fichas de trabajo que les escribían ayudantes que estaban al tanto del acontecimiento histórico y cultural del país. En cambio, hoy ya ni siquiera ocurre eso: ha caído verticalmente el nivel cultural de los políticos mexicanos, sean de izquierda, centro o derecha. El conocimiento que antes daba la literatura, la historia y la economía como parte de la comprensión del país está gravemente disminuido. Eso habla de un severo problema educativo, que es el desafío mayor del país. El conflicto que enfrentamos es la falta de aprecio de las ciencias y la cultura como principios fundamentales que deben sustentar a una sociedad.

-Es riesgoso que la política nacional sea conducida por personas que en su mayoría parecen provenir de un país distinto.

-Así es, y observo también una innegable responsabilidad doble. Pienso que las instituciones académicas y sus investigadores están muy lejos de la sociedad a la que pertenecen. Uno de nuestros grandes retos es entender a la sociedad como el principal interlocutor de la educación. Si no restablecemos ese lazo, el distanciamiento será mayor entre quienes dirigen al país y la realidad nacional.


Difícil, la rescritura: JEP

La literatura es resistencia

CESAR GÜEMES

Escritor tanto como rescritor de su obra que no termina de rescribir mientras continúa escribiéndola, José Emilio Pacheco recibe hoy por la noche en Jalapa el doctorado honoris causa por la Universidad Veracruzana. El reconocimiento se suma a los muy diversos laureles públicos obtenidos a lo largo de su trayectoria, que comenzó en 1963 con Los elementos de la noche, que incluye los premios nacionales de Poesía y el de Periodismo Literario, el Xavier Villaurrutia y el Magda Donato.

pacheco-jose-emilio-confEl autor de poemarios clave para las letras mexicanas como No me preguntes cómo pasa el tiempo o Los trabajos del mar, y de piezas de fina relojería narrativa en novela y relato como Las batallas en el desierto y El principio del placer, escribe para rescribir, tal como lo ha explicado para estas mismas páginas. Respecto de si ha pensado en la posibilidad de no rescribir, de permitirle a los textos seguir siendo tal cual fueron concebidos, respondió para La Jornada en su momento:

''Lo he pensado, pero en cuanto los vuelvo a ver, no resisto. Si resistiera, imagínate cuántos problemas me evitaría. Ahora, si los dejara tal como aparecieron sería privilegiar al autor y no al texto. Y lo que importa es lo escrito. De modo que si vuelve a aparecer, tengo que entregarle a quien vaya a leerlo el mejor trabajo posible. Luego, rescribir es verdaderamente atroz, es muy difícil, porque además no puedes salirte de lo que ya tienes. Simplemente se vuelve al mismo texto y se trata de hacerlo mejor. Aunque veamos también la parte melancólica: es un lujo que no puedo darme porque ya no tengo muchos años por delante."

Locura por la corrección

Y abundó entonces con claro sentido del humor: ''Así como otros tienen la locura de la fama o del dinero, yo tengo la de la corrección. Y no quisiera hacerla porque es una lata terrible, es más difícil rescribir que escribir, pero en cuanto veo el texto publicado me digo: eso no puede quedarse así. Y lo hago de nuevo, trato de mejorarlo. Casi siempre mis correcciones son supresiones, vuelvo al texto más veloz, más condensado. Le quito lo que le sobra".

Narrador y poeta, poeta y narrador, explicó así el inicio de su vena como escritor: ''Primero, curiosamente, apareció el narrador. Todo mundo empieza por escribir poemas. Y es verdad que a mí me gustó mucho leer versos desde niño, pero a partir de los seis años me acerqué a las historias de piratas y a pequeños cuentos. Los primeros poemas que hice son más tardíos".

El método de trabajo en un hombre tan prolífico, ya que a la escritura personal suma las traducciones y la cátedra, merece atención particular.

En sus propias palabras, el sistema de escritura ''es muy variable, sobre todo con los poemas. Yo diría que un novelista sí tiene que fijarse una cuota diaria de trabajo porque de otro modo no nace la obra. Con los poemas es muy difícil. No es recomendable forzarse a hacer un poema diario. Lo que sí creo es que hay que trabajar constantemente, sin tratar de hacer cosas nuevas, sino revisando lo anterior o acercándose a la labor de traducción. Sobre todo, nunca forzarse. Para escribir todo es malo: si tienes éxito, es pésimo; si no, también. La literatura es resistencia. Nada se te da gratis".

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