Sembrar amor, ese sigue siendo el problema,
dijo el cantautor Silvio Rodríguez
Acordes de Astor Piazzolla abrieron la tercera jornada
en Guadalajara
La Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba se presentó
bajo la batuta de Leo Brouwer
La concurrencia al concierto en la perla tapatía
fluctuó entre 8 mil y 15 mil personas
BLANCHE PETRICH Y ARTURO GARCIA ENVIADOS
Guadalajara, Jal., 3 de diciembre. Argentina abrió,
en acordes de Astor Piazzolla, la tercera jornada musical de la Feria Internacional
del Libro (FIL) de Guadalajara, quizá la más importante.
A la batuta, Leo Brouwer frente a la Orquesta Sinfónica Nacional.
Después sonó una composición del mismo Brouwer, Concierto
de Lieja, con la guitarra de Víctor Peregrino. Dos piezas orquestales
más, y ya prendidos con el aperitivo, los asistentes que de pie
y apretados como sardinas cubrían la explanada y más allá
de la Expo tuvieron en el escenario al que coreaban: ¡Silvio! ¡Silvio!
''El
problema no es si te buscas o no más problemas", dijo entonces la
voz sin tesitura definida del cantautor cubano que ha sonado ya durante
más de 30 años a los tímpanos de varias generaciones
de latinoamericanos.
''El problema no es repetir el ayer como fórmula
para salvarse", continuó, en esa canción que compuso para
el segundo disco de la trilogía ''Silvio-Rodríguez-Domínguez",
lanzado justo en 1994, cuando en Chiapas había zapatistas alzados
y en La Habana se había conjurado un conflicto social en sus muelles.
''El problema no es de quien saca cuenta y recuenta y
a su bolsillo suma lo que resta...", decía a los jóvenes
tapatíos, que mucho no saben ni de la Revolución Cubana,
ni del los orígenes de Silvio, pero que bajo el neoliberalismo cuentan
y recuentan las crisis cíclicas.
''El problema, señor, sigue siendo sembrar... amor."
La primera ovación fue atronadora.
Nunca digas nunca
Para los amantes de la estadística, los cálculos
de la concurrencia fluctuaron entre 8 mil y 15 mil personas, esta última
quizá algo exagerada, porque en las avenidas colindantes a la explanada,
también llenas, no alcanzaba el sonido. A los 53 años, Silvio
se prometió a sí mismo no volver a subir a los escenarios.
Nunca digas nunca, dice la conseja popular. A los 56 años rompió
su promesa. Decidió ofrecer un concierto en Guadalajara. Para animarlo
en su decisión y también para festejar su cumpleaños,
cuentan que en el avión que lo trajo a la perla tapatía sus
compañeros de delegación lo agasajaron a coro con varias
de sus composiciones. Dicen también que al dúo formado por
Abel Prieto, ministro de Cultura, y Ricardo Alarcón, presidente
de la Asamblea Nacional, les salió particularmente sentida Rabo
de nube, sobre todo en esa parte que dice: ''que cuando escampe parezca
nuestra esperanza".
Para el concierto de anoche anunció tres canciones.
Cantó siete más en un encore. Abrazó emocionado
al compositor y director Leo Brouwer, quien dijo de Silvio, en un intervalo,
que entre lo que él considera las 20 mejores canciones del mundo,
al menos 10 son de su paisano y cómplice.
La segunda de la noche fue La vida. Siguieron Oh,
melancolía, Causas y azares, Sueño con serpientes.
Ya cuando emprendió Rabo de nube el concierto era un coro
masivo. Era su despedida. Quiso serlo pero, como era previsible, el reclamo
por la del estribo de impuso. Los primeros acordes de la orquesta dieron
la pista. Los congregados al concierto iban a dar un gran salto al pasado,
a los años 60, tiempos de mística y ganas, ortodoxia y sueños:
''Cómo gasto papeles recordándote...", dijo Silvio. La multitud
hizo el resto. La noche terminó con estos vocablos: ''Como un disparo,
como un libro, una palabra, una guerrilla... como doy el amor".