Soliloquio en video de Hugo Argüelles cierra el encuentro dramatúrgico en Jalapa
Concluye la Muestra Nacional de Teatro
''Escribo cuando ya sé qué animal lleva adentro mi personaje", afirma el creador
CARLOS PAUL ENVIADO
Jalapa, Ver., 1o. de diciembre. Como un alebrije en proceso de evolución se define el dramaturgo Hugo Argüelles, quien la noche del sábado recibió un homenaje con la representación de Las pirañas aman en cuaresma, dirigida por Abraham Oceransky. De esta forma se clausuró la vigesimotercera Muestra Nacional de Teatro.
''De manera invariable se me pregunta por qué esos títulos de animales en mis obras", comenta Argüelles en un video cuyo guión, dirección y edición estuvo a cargo de Oli Quintanilla, y que se proyectó en su reconocimiento, al que por motivos de salud no pudo asistir.
''No se trata sólo de una actitud zoológica, zoomórfica o zoofílica -explica-. Lo que ocurre es que me llama mucho la atención todo lo que la conducta del ser humano revela en lo que tiene de animal, y no en el sentido peyorativo, como lo usa la Iglesia católica o el judeocristianismo, sino en el admirable sentido de supervivencia y afirmación. Es una muestra de lo que puede llegar a ser, como misterio, el instinto. En esa conducta humana descubro lo nahual, y es donde me detengo a elaborar, estudiar y deducir. De hecho, cuando empiezo a escribir es porque ya sé cuál es el animal que ese personaje lleva adentro.
''Ahora, si me preguntas cuál animal tienes, respondería que soy un proceso -como todo ser humano- de cambios de animalidad, esto es, una metamorfosis en continuo proceso de evolución. Así, lo menos que se me ocurre decir es que soy un alebrije todavía en proceso.
''Me gusta escribir a mano porque definitivamente creo que la mano viene a ser como una maravillosa antena para comunicarse con lo que los medievales consideraban la atmósfera del mundo del conocimiento que rodea a la tierra.
''Claro, es una leyenda, pero yo me la tomo muy en serio, y cuando escribo siento que si me puedo conectar a una serie de niveles y conocimientos es porque lo hago así, a mano.
''Es indudable -continúa el dramaturgo vía video- que a lo largo de mi obra prevalecen las mujeres, pero es bueno aclarar qué tipo de mujeres. Son las mujeres fuertes, con propuestas distintas y bastante subversivas, con un gran sentido crítico, y que de alguna manera son homenaje secreto a mi madre que tenía ese carácter. Y por eso no me guasta que las otras mujeres, lloronas y autocompasivas, aparezcan, porque son invariablemente las destructivas, las que merman la vitalidad del hombre, la vitalidad en general.
''Escucho música sobre todo en la oscuridad, porque era un deleite cuando de niño mi madre después de la cena se iba a su piano y tocaba para mí. De modo que al crecer, ahora la música va asociada a sensaciones que necesito vivan en la oscuridad. Posteriormente descubrí que de esa manera también podía escribir; hay muchas escenas mías escritas así, en la oscuridad".
Otras formas de estímulo ''para desatar, digamos, lo que muchas veces los personajes no quieren revelar", es la pintura. En El jardín de las delicias, del Bosco, ''descubrí las complicidades entre esos personajes, lo que desató una serie de complicidades entre mis personajes, como si hubieran sido trasladados a un mundo bosquiano. Esto es lo que me lleva a asociar más la imagen cuando escribo guiones de cine''.
Uno de los ejercicios que realiza Hugo Argüelles es el que denomina ''de humildad cotidiana'', que consiste en leer los periódicos. ''Entre mucha gente que considero bastante imbécil, se dice que muchas de mis historias son truculentas, excesivas o inverosímiles. Esto de leer tantos periódicos me permite enterarme de cosas, como por ejemplo, la de aquellos campesinos que se rebelaron y agarraron a un policía, lo encueraron y lo amarraron a un poste''.
Ese hecho ''se produjo en México y contiene casi todos los elementos de muchas de mis historias: un pueblo se rebela, hace justicia por propia mano y crea esa situación que tiene tanto de Fuenteovejuna como de Full Monty''.
Desde su recámara -donde se videograbó el testomonio-, Argüelles explica que su dormitorio es una especie de efeboteca, adornada con cuadros de jóvenes desnudos que estimulan la imaginación. ''Están aquí no porque necesite que se corporicen, para eso tengo los originales, sino porque contribuyen a crear; cuando me despierto, veo algo que me parece muy importante y que yo elegí: mi homosexualidad, la belleza masculina, la forma de relacionarme con todas estas expresiones de la naturaleza.
"En mi juventud, entre la duda, el miedo y la experimentación, conocí mujeres. Dos muy importantes fueron amantes mías, pero el misterio femenino es otra cosa, y en mi caso, funciona más el otro misterio, en el que se produce toda una integración de fuerzas, incluso muy oscuras y con una animalidad tremenda. Me sorprende que entre más se da la animalidad en el hombre se da también la ternura, en contrapunto. Hay una capacidad de entrega que, para mí, no tiene la mujer. Esto me asombra y por eso vuelvo y vuelvo, no al hombre, tengo que ser preciso, sino al joven''.
En el homenaje se hizo entrega de una medalla y un diploma para que los recibiera mediante las autoridades del Instituto Nacional de Bellas Artes.