Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 24 de noviembre de 2002
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Cultura
LA MUESTRA

Carlos Bonfil

Lágrimas del corazón

EN ORLANDO, LA realizadora británica Sally Potter conducía a su personaje andrógino, soberbiamente interpretado por Tilda Swinton, mediante diferentes épocas en un sugerente fresco histórico inspirado en la novela homónima de Virginia Wolf. En su cinta más reciente, Lágrimas del corazón (The man who cried), Potter intenta con ambición parecida un nuevo desplazamiento, no sólo cronológico, sino también geográfico, con su heroína Suzie (Christina Ricci), eterna inmigrante que de niña abandona su natal Rusia para llegar a Inglaterra, y ganar de ahí Francia, hasta culminar en Estados Unidos, en un itinerario que va de finales de los años veinte a mediados de los cuarenta.

Infancia es destino. Los peligros que presiente la familia judía de Suzie en la Rusia bolchevique se materializan para ella muy pronto en su exilio inglés y en su adolescencia de bailarina en París. La realizadora ofrece en rápidas pinceladas y discretas alusiones, el clima de persecución de las minorías raciales en la Europa de los años treinta. Ante las limitaciones de presupuesto, la cinta elige un microcosmos poblado de personajes característicos: un cantante de ópera, Dante (John Turturro), tan seductor como oportunista, semeja una creación del escritor Klaus Mann (Mefisto, Szabó, 1981), dispuesto a todo para garantizar su supervivencia artística; una exiliada más, también rusa, llamada Lola (Cate Blanchett), amiga protectora de Suzie, quien ostenta el desparpajo y el estudiado cinismo de una nueva Sally Bowles (Cabaret, Fosse, 1972), y por último, el galán impenetrable, el caballero en su corcel, César (Johnny Depp), gitano del que Suzie se enamora.

De modo irónico, a Sally Potter le funciona mejor la recreación histórica (la sugerencia de la entrada de los nazis a París, por ejemplo, o la reconstrucción de un ghetto judío) que la dramatización a cargo de un reparto tan notable como desaprovechado.

El romance entre Suzie y César es totalmente inverosímil y gélido;. Dante y Lola ofrecen mayores matices histriónicos y un pintoresco desenfado que al menos resulta divertido. La distancia que toma Potter frente a los sentimientos de sus protagonistas --siempre marionetas en sucesos históricos que los rebasan-- le resta fuerza al impulso de afirmación individual y supervivencia que se supone deben mostrar. En lugar de intensidad dramática, asistimos a las catarsis sentimentales que justifican un título soso como el impuesto en español.

Despojada del vigor dramático requerido, Lágrimas del corazón se vuelve una cinta ornamental y anecdótica, con una atención preciosista al detalle escenográfico, una fotografía muy cuidada de Sacha Vierney (camarógrafo de Greenaway), y todo el folclor del grupo musical gitano Taraf de Haidouks.

Una experiencia estética sin duda agradable, pero muy por debajo de la originalidad expresiva de Orlando, cinta por la que Sally Potter es justamente reconocida.

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