Está basado en Los niños de la coladera, reportaje de Karina Avilés y Françoise Escarpit
El montaje Scapino: ángel de la calle prepara periplo por Africa y Europa
En la obra escrita por el dramaturgo mexicano Adam Guevara y dirigido por el francés Gael Rabas participan cuatro compañías Gestiones para que se represente el próximo año en el país
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
El arte no encubre la realidad: la devela o la subvierte. O ambas cosas a la vez. Eso ocurre en la obra teatral Scapino: ángel de la calle, basada en el libro Los niños de las coladeras (Ediciones La Jornada), de la periodista mexicana Karina Avilés y la francesa Françoise Escarpit, que aborda una de los efectos más hirientes y vergonzosos del imperialismo del mercado corporativo, más conocido como globalización neoliberal: la situación de abandono, maltrato e indefensión en que se encuentran miles de niños en los centros urbanos de México y de toda América Latina.
Escrita por el dramaturgo mexicano Adam Guevara y dirigida por el francés Gael Rabas, Scapino... se estrenó en octubre pasado en el Festival Internacional de Biarritz de Cine y Cultura de América Latina. Luego de una primera temporada, próximamente la obra reanudará presentaciones en tierras francesas y posteriormente iniciará una gira por escenarios suizos y africanos. Y ya se han iniciado las gestiones ante instituciones culturales mexicanas para que el próximo año la obra sea presentada aquí.
En el montaje participan cuatro compañías teatrales: Teatro Versant, de Francia; La Biznaga, de México; Los Niños del Mar, de Martinica, y El Séptimo Acto, de Mali.
Dora y Guillermo Navarro, actores de La Biznaga, comentaron durante una vista reciente a México que la obra se ha convertido en un acontecimiento en Francia, "no sólo por el tema, sino también por el modo de tratarlo. Es una visión muy fuerte de lo que está sucediendo con esos niños. El público europeo sabe del problema, pero no de su magnitud. La obra informa y sensibiliza. Al final de las representaciones ha habido gente que se nos acerca y nos dice: 'Ƒqué puedo hacer?'. Nosotros, como actores, mostramos el problema, no tenemos la solución, pero sí decimos: lo menos que pueden hacer es voltear a vernos, no ignorarnos".
Igualmente importante para nosotros -hace ver Guillermo García-- es compartir el proyecto con el público de México, cuya realidad específica es la que se encuentra reflejada en Scapino: ángel de la calle.
Acerca de la escritura y montaje, los actores entrevistados explicaron que se trató de un proceso de intercambio de ideas, donde cada uno de los involucrados hizo aportaciones, de tal forma que se vio enriquecido por puntos de vista y referentes sociales y culturales diversos: "Está la visión no sólo de los mexicanos, sino de un francés y un africano que estuvieron en México, vieron de cerca las cosas y se llevaron muchas impresiones. Pero no sólo está esa mirada a distancia, sino también la mirada de nosotros como mexicanos, apoyados en los testimonios recogidos por Avilés y Escarpit".
La obra tiene como hilo conductor un texto dramático propiamente dicho, escrito por Adam Guevara. El "corazón" del montaje es el texto de Karina Avilés y Françoise Escarpit, cuyos testimonios dan el tinte trágico y de denuncia.
Al principio, la idea de adaptar su libro a una obra teatral, le generó dudas a Avilés: "La verdad tenía cierto temor de que no se pudiera expresar teatralmente una cuestión tan dura como la de los niños de las coladeras, me preguntaba si los directores comprenderían el espíritu de denuncia que tiene el libro; temía que se trivializara. Pero cuando vi la obra me di cuenta de que había sido todo lo contrario, me impresionó, porque en la obra yo volvía a oír las voces de los niños como cuando los entrevisté para el reportaje".
Para la reportera de La Jornada -donde originalmente se publicó la investigación que dio lugar al libro- también fue interesante "la manera como fue representado, los actores le imprimían la esencia y la fuerza que necesita el tema. Eso me motivó mucho".
Karina Avilés comparte con Guillermo y Dora García el interés de que la obra se escenifique en México, aunque también se muestra escéptica respecto del apoyo de las instituciones culturales administradas por un gobierno al que la cultura no le interesa: "Con la reducción de presupuestos para la cultura es como pretender acallar una conciencia social que se revela y que va contra el conformismo. Es como si dijeran: 'ya nos alcanzó el neoliberalismo, ya no podemos hacer nada, nacieron para eso y van a acabar en lo mismo'. Creo que mediante la cultura y expresiones como ésta se puede subvertir la resignación y decir: no estoy conforme con esto que está sucediendo".