Circula Latinoamericanos buscando lugar en
este siglo, premio de ensayo Lya Kostakowsky
En la cultura, las claves para el desarrollo de AL:
García Canclini
Pregunta si tiene sentido pensarse como mercado regional
con miras a una presencia global más creativa
Aun el BID plantea que sólo con educación
y ciencia se puede relanzar a estas sociedades
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
¿Qué es ser latinoamericano en plena era
de la globalización? ¿Quién quiere serlo? ¿Es
vigente y posible hablar de una identidad latinoamericana? ¿Cómo
se inserta lo latinoamericano en el mundo globalizado? Estas y otras interrogantes
son analizadas por el antropólogo Néstor García Canclini
en su libro más reciente, Latinoamericanos buscando lugar en
este siglo (publicado por Editorial Paidós), con el que obtuvo
este año el octavo Premio Anual de Ensayo Literario Hispanoamericano
Lya Kostakowsky, que otorga la Fundación Cardoza y Aragón.
Una primer hipótesis planteada por García
Canclini, que se vuelve central a lo largo del libro, se resume en esta
afirmación: "lo latinoamericano no es una esencia, y más
que una identidad es una tarea". A partir de esta tesis, el también
director del Programa de Estudios sobre Cultura Urbana de la UAM conversa
en entrevista.
-Dice usted en su libro: "lo latinoamericano más
que una identidad es una tarea" ¿Por qué es importante esa
tarea? ¿A quién le sirve? ¿Es viable?
-Una
pregunta de partida es ¿quiénes quieren ser latinoamericanos?
En los últimos años hay muchas evidencias de quiénes
no quieren serlo: inversores que se llevan los capitales a otras regiones,
migrantes que abandonan sus países; gobernantes que administran
el patrimonio material y cultural como si no estuvieran interesados en
arreglarse más que con las trasnacionales. Por otro lado, hay una
expansión notable de las industrias culturales y de otras manifestaciones
y producciones latinoamericanas -música, literatura, televisión,
programas de entretenimiento y de información- que tienen buena
aceptación en muchas regiones. De manera que es legítima
la pregunta acerca de si tiene sentido pensarnos como un mercado regional,
como países que podían estar mejor asociados para tener una
presencia más creativa y valiosa en los mercados globalizados. El
libro trata de replantear esta cuestión en un registro diferente
del que intentaron los fundadores de las naciones latinoamericanas,
y también distinto de las claves con que se planteó esta
cuestión en la época del desarrollismo y la teoría
de la independencia. Las actuales condiciones de los mercados económicos
y simbólicos obligan a replantearla. La pregunta sigue siendo pertinente,
pero hay que relaborarla.
-Usted propone una serie de tareas para crear la unidad
latinoamericana. ¿Quiénes habrán de llevarlas a cabo
si los estados y los gobiernos acusan una suerte de indigencia cultural
que los incapacita?
-No creo que el problema para organizar estas tareas sea
principalmente cultural. Me parece que la indigencia es política,
en cuanto a la incapacidad de las elites latinoamericanas para organizar
programas y llevarlos a cabo en beneficio de cada una de las naciones.
Esto es lo que hemos visto en los intentos de administración de
la crisis de los años 80, en México y en otros países.
Las políticas con que se ha respondido han agravado la crisis, han
acentuado la dependencia de los países latinoamericanos, sobre todo
respecto de Estados Unidos. Sin embargo, sigue habiendo una producción
cultural alta y muy valiosa, especialmente en algunas regiones. La pobreza
más bien es de los ministerios de cultura, de los actores políticos
y sociales que no han logrado estructurar alternativas.
-La renovación de la actividad cultural en Latinoamérica,
¿será resultado de un reordenamiento económico en
el área, o viceversa?
-Tiene que ser conjunto. Una de las tesis del libro es
que no hay soluciones económicas si no SE toman en cuenta las condiciones
sociales y culturales en las cuales se aplican los programas económicos,
y a la inversa. Una recuperación económica de América
Latina debiera apoyarse en medidas específicamente económicas,
como replantear las condiciones de pago de la deuda, o en muchos casos
suspender el pago porque ya ha sido cubierta y generar programas de desarrollo
endógeno, aplicar los recursos para un desarrollo nacional y regional
con mayor grado de autonomía. No nos vamos a salvar por la cultura,
esto también está analizado en el libro, pero sí hay
en nuestro desarrollo cultural una capacidad de expansión y de presencia
en los mercados internacionales que no estamos explotando.
-Hay lugar para el optimismo después que, por ejemplo,
uno oye a Vicente Fox hablar de "José Luis Borgues" y ve a Francisco
Gil Díaz castigar a la cultura?
-Mi planteamiento coincide con otros estudios recientes
en América Latina, que muestran que hay actores interesados en impulsar
un nuevo tipo de política cultural y social para revertir los efectos
dramáticos y a veces francamente trágicos de las políticas
monetaristas neoliberales de las últimas dos décadas. Aun
organismos internacionales, como el BID, que estuvo en favor de políticas
que restringieron los gastos sociales y culturales, ahora está planteando
que sólo una inversión más alta en educación,
ciencia y cultura podría relanzar a las sociedades latinoamericanas.
-¿Quién encabezará estas transformaciones
si buena parte de la izquierda latinoamericana carece de un discurso y
de respuestas claras y concretas?
-Debemos reconocer que queda poco de lo que fue la izquierda
latinoamericana, pero hay sectores que están renovándose.
Las recientes elecciones brasileñas, en las que 60 por ciento votó
por Lula y por el PT, señalan el descontento de una sociedad capaz
de organizarse para expresar y pedir cambios a la orientación económica
y política. En Brasil mismo se han generado una gran cantidad de
acciones locales y nacionales a partir de PT; Brasil fue el lugar donde
nació el Foro Social Mundial. Hay acciones en otros países
que ofrecen alternativas todavía precarias, pero que son signos
de esperanza y muestras de la capacidad de renovación de ciertos
sectores de la izquierda.
García Canclini, ex becario Guggenheim y también
autor del libro Culturas híbridas, establece "dos horizontes
críticos" que exigen a los latinoamericanos repensarse: los años
2005 y 2010. El primero es el año fijado por Estados Unidos para
firmar el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas, que en las
condiciones que ese país plantea implicaría una pérdida
aún más radical de control sobre las economías y las
sociedades. Y en 2010 varios países latinoamericanos conmemorarán
200 años de sus respectivas independencias.
-Usted menciona como condición para repensarnos
la generación de estudios desde y para Latinoamérica, cosa
que no ocurre en la magnitud en que al parecer es necesaria. La academia
y los investigadores no tienen recursos, ¿cómo salvar este
obstáculo?
-Es una cuestión decisiva. Es muy preocupante que
la mayoría de los gobiernos latinoamericanos esté reduciendo
en términos reales el presupuesto para ciencia e investigación.
Ocurre en México y en otros países con un desarrollo científico
importante, como Argentina, Brasil, Chile. En parte la necesidad de expandir
la investigación tiene que ver no sólo con el conocimiento
del propio país, sino con la necesidad de conocer a aquellos países
con los cuales estamos firmando tratados de libre comercio; es importante
hacer estudios a la escala de los que Estados Unidos y los países
europeos tienen sobre nosotros. Entonces, lo que hay que repensar es dónde
poner los énfasis y los recursos escasos que tenemos para situarnos
de un modo más productivo y creativo en el escenario internacional.