Adolfo Sánchez Rebolledo
Alcozauca, símbolo en peligro
Si Alcozauca devino símbolo de la lucha democrática de la izquierda mexicana no se debe sólo al carisma de líderes como el maestro Othón Salazar, viejo combatiente de las causas populares, cuya presencia al frente de la comunidad fue y es, por fortuna, garantía de valor y honestidad, de capacidad para sumar con flexibilidad la simpatía de propios y extraños en torno al pequeño municipio de La Montaña. Es que ese diminuto municipio enclavado en los más profundo de La Montaña guerrerense fue el primero donde se alzaron las banderas de un cambio que entonces parecía imposible.
Más allá de toda interpretación subjetiva, lo cierto es que la victoria electoral de PCM en Alcozauca puso al desnudo algunos de los mitos que en esos años envolvían el pensamiento y la práctica de las izquierdas, no obstante la reforma política de 1977 que abrió una puerta a la expresión del pluralismo. En primer lugar, probó que la vía electoral, tan subestimada cuando no despreciada por muchos, era viable si al poder casi atávico del priísmo se le oponía la fuerza organizada de la comunidad.
Pero, además, se puso de manifiesto el hecho verdaderamente crucial de que la democracia no era únicamente una fórmula reservada a las poblaciones urbanas ilustradas o menos comprometidas con los controles corporativos ejercidos en el campo, sino que en ella cabían también las reivindicaciones de una población mestiza o indígena que había sido sistemáticamente excluida y defraudada por el estado y sus caciques locales.
La permanencia de la izquierda al frente del ayuntamiento durante 25 años, gracias al voto y a la participación electoral, mostró el camino a otras comunidades de la región, igualmente hundidas en el olvido, la migración forzosa, la tentación de la violencia y el nada imaginario peligro del narcotráfico que devasta el tejido social en amplias regiones de Guerrero. Se confirmó, además, la importancia del espacio municipal rural como sustento del cambio democrático que, ojo, no remplaza sino que potencia el movimiento social.
Ciertamente las desventajas representadas por el aislamiento y la pobreza absoluta de recursos, así como el abandono de los políticos tradicionales de todo signo, hicieron posible el crecimiento de una oposición muy abierta formada en la tradición del cardenismo histórico y en la ideología socialista, que de inmediato puso manos a la obra cuando de gobernar se trataba para paliar en algo las condiciones de vida de la gente.
Siempre acosada, Alcozauca ha sabido mantenerse de pie, a pesar de que contra ella no se escatimaron las agresiones físicas, las presiones económicas y morales, las mil maniobras provenientes del poder, pero también, hay que decirlo, la incomprensión, la indiferencia, cuando no la traición de algunos de sus correligionarios partidistas, convertidos de la noche a la mañana en expertos en el arte de jugarse la cabeza de los demás en el tablero del poder. Pasaron años antes de que algún dirigente nacional del PSUM o del PRD se dignara visitar el municipio, seguramente mal aconsejado por la pequeña oligarquía que suele capitalizar en los estados los logros (y los puestos) de "sus bases".
Desde hace años, por si no bastara el priísmo histórico, contra el municipio de Alcozauca actúan las fuerzas de Antorcha Campesina, dispuesta a extender su influencia regional desde su sede en Tecomatlán, Puebla, al resto de la mixteca, incluyendo los municipios colindantes de La Montaña. Para conseguirlo no ha parado en recursos y chicanas, con la complacencia de las autoridades que los dejan hacer y deshacer a su antojo.
No son los únicos adversarios a los que debe enfrentarse el municipio: el presupuesto que este año se redujo a la increíble suma de š9 millones de pesos! socava cualquier proyecto de mínimo desarrollo y abre las puertas al peor de los clientelismos. Gracias a ello, los antorchistas y sus aliados han mantenido una quinta columna electoral que no pierde la esperanza de arrebatar el ayuntamiento a la izquierda. Pero lo que no ha conseguido la politiquería agresiva del gobierno está a punto de lograrlo el Congreso de Guerrero con el apoyo inesperado de los diputados del PRD, quienes en aras de un purismo hasta hoy desconocido han votado por la revocación del mandato del presidente municipal saliente, justo cuando faltan menos de 20 días para entregar su cargo, como castigo por las cuentas que "supuestamente han omitido hacer", según reza el dictamen de la comisión instructora.
No voy a entrar en las especulaciones que ha recogido la prensa local acerca de las presuntas anomalías y corruptelas que podrían esconderse tras dicha votación, pero sí sorprende que la fracción del PRD hiciera tan poco para rescatar la honorabilidad -no los errores, si los hay- de un presidente y un ayuntamiento cuya honradez ha sido avalada por los mejores hombres y mujeres de la comunidad.
Los enemigos de Alcozauca son los enemigos de la democracia en México: los políticos corruptos que usan a los pequeños municipios como moneda de cambio en sus negociaciones particulares, los caciques corporativos que no toleran la independencia municipal, los "operadores" hábiles en la despreciable tarea de corromper o distorsionar la voluntad ciudadana aprovechándose de la miseria de la gente, los dueños de la riqueza, que siguen viendo la desigualdad como tema de la caridad cristiana. En fin, el México viejo que no acaba de extinguirse por más que el Presidente y el gobernador de Guerrero se reúnan en Tlapa para pronunciar el enésimo e inútil discurso contra la pobreza.