Sergio Zermeño
Los ricos también votan ... y pagan
La realidad es testaruda y termina por imponerse a los ciudadanos y a los gobernantes: México se segrega entre integrados y excluidos, entre ricos y pobres; lo que alguna vez fue una política y un espacio social para todos hoy se separa con una especie de muralla, como la de los feudos y las ciudades-Estado de la Edad Media, sólo que aquí los muros no son de piedra ni son "los muros de agua"; nuestra muralla es virtual, pero no por eso menos efectiva.
Después de desplegar una política efectiva de pensiones para los adultos en plenitud, de mejoramiento de centros de salud, de becas y centros educativos para los jóvenes de bajos recursos, de ayuda para microempresarios, etcétera, Andrés Manuel López Obrador, inteligentemente, debió ceder a la evidencia: los ricos también sufren en esta ciudad y también votan. Ha decidido, entonces, arrancar su segundo tramo de gobierno por el segundo piso y poniendo en práctica sus corredores de belleza y de seguridad para los integrados; dos proyectos que no son más que una y la misma cosa. Pero lo más inteligente del asunto es que los ricos también pagan... y también cobran.
Vamos a ver: el centro de la ciudad tiene edificios y espacios de gran belleza que por razones presupuestales el gobierno no puede adquirir ni restaurar. Hay que invitar entonces al hombre más rico de México para que los adquiera debidamente saneados de inquilinos morosos y puestos al día en sus papeles (eso no cuesta). Una vez hecho eso viene el verdadero intercambio (también de bajo costo para las autoridades): tú adoquinas y embelleces 34 manzanas del Centro Histórico (elevando el valor de tus bienes raíces hasta el cielo), y yo te las desalojo de ambulantes. Pero eso no le asegura las cosas al capital: puede haber cambios de administración, se puede hacer mal el trabajo (qué tal si regresan las huestes). El paquete incluye entonces una policía, y es donde aparecen Giuliani y sus muchachos, también pagados por el hombre más rico de México. No se mal entienda, el programa que estos especialistas van a sugerir también incluye acciones en otras partes de la ciudad, en los puntos más conflictivos, aunque está por verse con qué aplicación y con qué recursos se llevarán a cabo en cada zona.
Por cierto que ahí no termina la nueva articulación con los integrados: el corredor de seguridad, la muralla virtual, se extiende hacia el poniente, donde ya podemos apreciar el nuevo look de los Robocops policiacos y el dispositivo de seguridad en torno a las Lomas, Polanco y toda la zona rica de la Miguel Hidalgo; los hidalgos, como se ha bautizado a los 14 módulos inteligentes que permitirán retirar dinero sin riesgos y contarán con monitores recibiendo las imágenes de decenas de cámaras haciendo posible la acción contra robos y secuestros en cuestión de minutos (también gran parte pagada por empresarios y vecinos). Dependiendo de su interés y de los recursos que puedan aportar vecinos y negociantes, el operativo podría ampliarse hacia zonas de la Condesa, Del Valle, Coyoacán, San Angel y... ya no hay mucho etcétera.
Tendríamos así la media luna de los integrados con su muralla virtual, desde el centro hacia el poniente y hacia el sur (conectada incluso con su segundo piso), cada vez más segregada de la media luna de la exclusión, en donde se cometen, por cierto, 60 por ciento de los delitos del Distrito Federal y que va de la Guerrero, la Morelos, Tepito, la Merced, Circunvalación, Santa Julia, la Doctores, Buenos Aires, aquí sí con un buen etcétera que hace eco hasta Iztapalapa (donde asaltan hasta a los que monitorean la seguridad).
Espectacular operativo, Ƒno le parece? Vicente Fox debería estar preocupado teniendo junto a un gobernante que no transfiere todo el erario nacional a los bancos y a los empresarios, recortando para ello la educación, la salud y el agro, sino que sabe cómo atraerlos para que inviertan sus caudales en la cosa pública. Es cierto que una parte importante de los votos hoy se gana mediante los medios de comunicación y que en eso el Presidente ha sido astuto, exentándolos del pago de impuestos. Pero para que la televisión sea efectiva hay que mostrar también que algo se hace por la gente.