Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 8 de noviembre de 2002
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Sociedad y Justicia
Nueva opción en el estado de Hidalgo para los enfermos

Ofrecen diputados abogar por la reforma siquiátrica

Se pretende recuperar la dignidad de los pacientes

JAIME AVILES ENVIADO

Pachuca, Hgo., 7 de noviembre. Después de recorrer las pestilentes mazmorras del antiguo manicomio Fernando Ocaranza y visitar las instalaciones del Modelo Hidalgo, situado a la vanguardia de América Latina en lo que a atención de trastornos mentales se refiere, 18 diputados de PRI, PAN, PRD y PVEM declararon ante el gobernador del estado, Manuel Angel Núñez Soto, que lucharán conjuntamente en el Congreso de la Unión para obtener el mejor presupuesto posible a favor de la reforma siquiátrica en México.

"La vida humana se cuenta de una en una, y a nosotros nos preocupa mucho que quienes, además de la pobreza, padecen alguna enfermedad mental, sean respetados íntegramente en su dignidad. Por eso apoyamos decididamente este esfuerzo y lo estamos ampliando", respondió Núñez Soto, durante una comida que ofreció a los congresistas. Pronto, agregó, "construiremos 13 módulos de salud mental, en el mismo número de municipios, y dos unidades de siquiatría en los hospitales generales más importantes del estado".

Impregnados del olor a excremento humano que aún se amontona en patios y salas del tétrico hospital Ocaranza, clausurado por Núñez Soto en noviembre de 2000, los legisladores convivieron con los 120 pacientes de las 10 villas que el Modelo Hidalgo construyó junto al viejo asilo. Se trata de 10 casitas con cuatro recámaras y baño privado en cada una, donde los internos cuentan con una sala de estar, una cocina, una despensa y un comedor.

Hasta hace dos años vivían como animales en el Ocaranza, medicados con fármacos que los mantenían en estado vegetal, comiendo sin platos ni tenedores, bañándose con agua fría y con detergente en lugar de jabón, defecando en cualquier parte y sometidos a torturas cotidianas, como los electrochoques y el cuarto de aislamiento.

"Eso se acabó", afirmó Virginia González Torres, alta funcionaria del gobierno federal que impulsa la reforma siquiátrica en todo el país, la cual, dijo, "está realizando avances muy importantes, pues ya contamos con cuatro villas en el estado de México -dos en el hospital Sáyago y dos en el Nieto-, mientras en Tamaulipas el gobernador Tomás Yarrington está construyendo 10 villas más en Matamoros, y en Guadalajara acabamos de abrir una casa de medio camino".

El Modelo Hidalgo, explicó a los diputados, tiene tres estructuras complementarias. Una es la de los módulos de salud mental, que cumplen una función preventiva. Otra, la de las villas, donde los usuarios reciben atención médica individualizada y permanecen como internos el tiempo que estrictamente requiere su tratamiento, ni un día más. Y, por último, están las casas de medio camino, donde quienes ya fueron dados de alta trabajan y viven en el seno de la comunidad, antes de reintegrarse a sus hogares.

Una acción insólita

La delegación de diputados federales, encabezada por los miembros de la Comisión de Salud del Congreso, entre ellos María de las Nieves García Fernández, del PRI; Pedro Miguel Rosado Salazar, del PRD, y Carlos Alberto Valenzuela, del PAN, llegó a las ruinas del hospital Ocaranza a la una de la tarde, bajo un cielo encapotado y un frío desolador. Los rostros de los legisladores se arrugaron al penetrar en la sala donde vi-vían hacinados los pacientes varones: un muladar donde aún se observan los restos de las camas, pero sobre todo los excrementos fosilizados en los rincones, entre correas que ataban a los más inquietos y andrajos que hablan de una inmensa indignidad.

Acto seguido pasaron al patio, mucho más triste y opresivo que el de una cárcel, donde los cautivos pasaban la mayor parte del día, babeando a causa de los fármacos, arrastrándose por el suelo o caminando en círculos. Ahí, Roberto Jonguitud, secretario de Salud de Hidalgo, dijo que las duchas frías que tomaban no eran producto de la maldad sino de algo más simple: la caldera quedaba a 300 metros de los baños.

Jonguitud, guía de la comitiva, aseguró que en los años 60 "las granjas asilares como el Ocaranza respondían a las necesidades del país, pero actualmente deben ser sustituidas por instalaciones modernas como las que ofrece el Modelo Hidalgo".

Terminada su breve estancia en los vestigios del infierno, los diputados se encontraron con decenas de "egresados" del Ocaranza que hoy disponen de habitación propia, ropa adecuada para el frío casi permanente de la zona, una mesa limpia, un menú variado, televisión y, lo más importante, diversos talleres donde trabajan tres horas al día haciendo cajas de cartón o pintando objetos de barro, y perciben un salario de 20 pesos por jornada, mismo que emplean en comprar cigarros y golosinas en la tienda que les vende productos a precio de distribuidor.

El momento más alegre de la visita fue cuando un enfermo llamado Abel, que desde niño fue internado en el Ocaranza, bromeó con los legisladores y al saber que éstos eran diputados exclamó de buen humor: "Qué bueno que me lo dicen, porque ahora sí ya tengo con quién presentar mis quejas".

De allí, la comitiva se trasladó a una casa de medio camino, dividida en dos edificios, uno para hombres y otro para mujeres, donde los pacientes, dados de alta, los invitaron a probar las galletas que ellos mismos fabrican. Por último, los diputados fueron agasajados por el gobernador, quien les ratificó su profunda confianza en el Modelo Hidalgo y los exhortó a lograr en el Congreso un buen presupuesto a favor de la reforma siquiátrica.

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