Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 8 de noviembre de 2002
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Confía la lideresa blanquiazul en que retendrán Pachuca y Tulancingo

Un empresario ferretero hidalguense desplazó a los panistas de viejo cuño

ALONSO URRUTIA Y CARLOS CAMACHO ENVIADO Y CORRESPONSAL

Pachuca, Hgo., 7 de noviembre. Llanto por un cacique azul. Aquella mañana Arturo Saucedo, uno de los primeros políticos no priístas que ganaba una diputación de mayoría, anunciaba su renuncia. Sin contener los sollozos, el panista arremetía contra la antidemocracia del PAN y la "obsesiva persecución" de que se decía víctima, encabezada por José Antonio Tellería, alcalde blanquiazul de Pachuca.

Tellería es un empresario ferretero cuya principal insignia política es haberle endilgado al PRI su mayor derrota en la historia del estado: ganar la alcaldía de la capital, previo triunfo en la diputación de mayoría, apenas ocho meses antes.

Célebre por la irreverente toma de la sede del PAN en los albores de su carrera, el alcalde es un hombre metido a la política a pesar de la prohibición paterna de tomar esos rumbos.

Hoy es el hombre fuerte del PAN hidalguense, y en sus afanes de alcanzar la gubernatura ha desplazado a panistas de viejo cuño como el ex senador Benigno Aladro y su grupo, que monopolizó durante muchos años la dirección de ese partido confrontándose con otros grupos, como el encabezado por el senador Antonio Haggenbeck.

La figura de Tellería creció hace tres años al amparo de la oleada blanquiazul encabezada por un cantor metido a político panista de paso: Francisco Xavier Berganza. Trovador de profesión, el susodicho aprovechó la popularidad heredada de la farándula como capital político para iniciar una carrera política en el partido que pregona la patria ordenada y generosa.

Tras una campaña triunfante a la diputación federal, Berganza obtuvo la candidatura panista a la gubernatura y logró ubicar a su partido como segunda fuerza electoral, hechó que propició, meses después, las victorias panistas en las dos principales ciudades: Pachuca, con Tellería, y Tulancingo, con el empresario Juan Gómez.

Fue sólo un ave de paso. El cantor se sumaría meses después a los destapes de los candidatos priístas.

Luego se unió a la candidatura del priísta Francisco Labastida Ochoa, pensando que los tiempos del Revolucionario Institucional aún estaban vigentes en la política.

La burbuja electoral que dejó el trovador en el panismo comenzó a desinflarse en febrero pasado.

En esta tierra de cacicazgos políticos priístas muy arraigados, el tricolor recuperó todas las posiciones perdidas en el Congreso local tres años atrás.

Así, de las siete curules que tuvo el PAN en 1999, dos de ellas de mayoría por primera vez en la historia del estado, pasó a tener sólo cuatro, todas plurinominales.

En términos absolutos su votación resintió la caída: de 139 mil 939 votos en 1999 a 67 mil 300 en febrero, menos de la mitad.

A la derrota electoral siguieron otros síntomas de los sobresaltos internos panistas, y se anunciaron las renuncias de Saucedo y Bernardino Padilla, también ex diputado.

Las razones para salir de estos cuadros notables del panismo fueron inconformidad con la estrategia de Tellería para concentrar el poder en el partido.

Su visión no concuerda con la de Marisol Vargas Bárcenas, uno de esos muy extraños casos en los que una mujer es la presidenta del partido, primera que tiene el PAN en la entidad, donde siempre habían tenido delegado designado por el CEN, quien reivindica el juego democrático de los procesos de selección panistas.

Regidora del municipio de Pachuca, cuya llegada a la dirigencia del panismo hidalguense se identifica como parte de la estrategia de José Antonio Tellería para allanarse el camino rumbo a la candidatura a gobernador del estado en 2005, rechaza que la derrota sea atribuible a errores del panismo.

A su juicio, la baja preferencia electoral forma parte de la apatía que tiene el ciudadano por la elección de diputados, cosa que no sucede cuando se eligen alcaldes. En este tenor, asegura que su partido repetirá los triunfos en Pachuca y Tulancingo, porque -dice- se hizo un buen gobierno. Augura victorias también en Huichapan, Tula, Apan, Nopala, entre otros, producto del cambio que reclama la sociedad.

No obstante, advierte de los golpes bajos dados por el priísmo, encabezados por el propio gobernador, Manuel Angel Núñez Soto, de cuyas oficinas sale, dice, la edición del pasquín Aquí Hidalgo, dedicado a denostar la obra pública de la administración panista.

Su guerra sucia no ha parado ahí, agrega. No sólo no ha respetado el acuerdo político para que los gobiernos estatal y municipales no difundan la obra pública, sino que también ha financiado el plantón de Antorcha Campesina frente a la sede de la presidencia municipal durante casi tres años. Dice tener pruebas: recientemente se detuvo una camioneta de esa agrupación priísta, que estaba mal estacionada cerca del plantón, pero al revisar los documentos se descubrió que es propiedad del gobierno del estado.

Añade acusaciones: el delegado de la Sedeso, José Luis López Vargas, recalcitrante priísta, manipula los programas federales a favor de los candidatos del tricolor.

"Es un juego sucio contra el PAN, porque para el gobierno el partido es el enemigo a vencer", enfatiza Vargas Bárcenas.

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